Desconexión

Desconexión

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¿Te imaginas viviendo tres vidas en una? ¿pensando, queriendo y haciendo cosas diferentes? ¿anhelando una nueva vida y haciendo todo para no tenerla? Estas aparentes contradicciones es lo que una persona desconectada (inconsciente) empieza a construir en su mente, emociones y acciones. Es lógico que terminemos los días cansados, fastidiados y enojados cuando no encontramos una guía de vida que nos permita aplicar la atención y el esfuerzo necesario hacia aquello que queremos.

Esto lo podemos corroborar cuando sentimos una gran frustración por no seguir una dieta, un plan de ejercicio o un régimen de trabajo diario para después reprochárnoslo más tarde. No se requiere tener un problema psicológico profundo para vivir este descontrol, es simplemente la expresión de una mente ausente de la realidad cotidiana por vivir en el mundo virtual del pensamiento hacia el cual genera estrés, miedo y desconfianza. Viviendo de esta forma, el ser humano dormido se percibe ajeno a sí mismo y a lo que quiere.

Por lo tanto es fundamental que empecemos a conectarnos con lo que queremos, establecer pensamientos acordes a esta decisión y finalmente ejecutarlos. No es suficiente saber qué quiero para después no hacerlo, ya que esto crea frustración.

No es suficiente querer algo y tomar la decisión para llevarlo a cabo pero sin la acción final, ya que esto crea una burbuja ilusoria de que ya sabemos que somos, y qué queremos. Sin embargo, este engaño nos lleva a evitar arriesgarnos, darle cabida al miedo y justificar el no ejecutar aquello que queremos por temor a que no salga como pienso o que los demás se burlen de ello.

Una característica de una persona conectada consigo misma (y por lo tanto con su verdadera naturaleza del Ser) es la plena congruencia entre lo que quiere, lo que piensa y lo que hace. La combinación del Espíritu, la mente y el cuerpo es fundamental para crear factores de felicidad, los cuales no dependen de los demás o de las situaciones externas, sino de una organización compasiva y consciente de uno mismo. La invitación es darnos tiempo de silencio para identificar qué es lo que realmente quiero, qué debo de hacer para conseguirlo y, finalmente, ejecutar eso que ya he observado.

Este proceso es claro, natural y gozoso cuando hemos observado y disuelto los muros mentales que durante mucho tiempo fueron quienes nos dictaron patrones de incongruencia. La única salida a la ilusión de la desconexión es la plena conciencia de nuestro Ser real, el cual se expresa con una mente en paz y acciones compasivas.