Llevan a mascotas ante San Antonio Abad; piden por su salud

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"Kiara" tiene artritis en sus cuatro patas, es al único can de la familia que dejan dormir en la sala y hasta tiene una colchoneta especial, es la preferida de la familia porque la rescataron hace siete años de la calle y, a decir de su dueña, María, es una verdadera guardiana.
A veces va con una terapeuta que le da terapia de ozono para que no le duelan tanto sus articulaciones. Antes de que cayera la noche en el centro de Coyoacán, María le acaricia la barriga luego de ser bendecida en el atrio de la iglesia de San Juan Bautista, para que San Antonio Abad le dé salud este 2018.
Cada 17 de enero, decenas de fieles acuden a bendecir sus mascotas a las iglesias más cercanas. Según la tradición católica, la bendición de San Antonio Abad los protegerá y les dará salud a lo largo del año.
Aunque no se celebra una misa especial por este santo, en los templos católicos es común ver a los fieles acudir con sus mascotas para que sean rociados con agua bendita. El padre José de Jesús Aguilar, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México, explicó que esta tradición es más fuerte en los templos donde hay animales de granja como en las colonias de Xochimilco, donde los fieles bendicen a sus borregos, gallinas o chivos.
Aunque el templo en honor a este santo se construyó al sur de la ciudad, inaugurado en 1682, a la altura de la estación de metro San Antonio Abad, debido a su abandono cayó en desuso y se encuentra cerrado, por lo que los feligreses no acuden a un templo en especial.
El presbítero explicó que dentro del santoral católico, es considerado patrono de tejedores de cestos, fabricantes de pinceles, cementerios, carniceros y animales domésticos. La tradición de bendecir a los animales se cree que data de la época colonial. Dicen que el santo, San Antón, descubrió la sabiduría a base de observar a los animales y el amor divino a través de la naturaleza y así se convirtió en el patrón de los animales.
María, Alex y Edith son hermanos, los tres comentaron con EL UNIVERSAL que desde que recuerdan han recogido a perros y gatos de la calle, a veces en condiciones muy malas, los esterilizan y, en la mayoría de las ocasiones, se los quedan en casa.
Junto a "Kiara", una pastor alemán de 12 años, descansa "Marley", "Toby", "Choso" y "Máx". "Nomás me los traje a ellos porque no me caben todos en el carro, pero tenemos otros dos perros y como cinco gatos", dice Alex.
"Marley" fue rescatado de una veterinaria donde lo daban en adopción, nadie había querido llevárselo porque le falta una patita trasera. Edith lo acaricia de las orejas mientras está recostado, descansando la pata de la cual le cuelga una manta café que hace la vez de un torniquete.
El pequeño "Toby" chilla y se esconde detrás de Alex, mete la cola entre las patas cuando se acerca la cámara de El Gran Diario de México, y ladra. El chihuahua de aproximadamente cinco años de edad fue rescatado por Alex cerca del municipio de Naucalpan, en el Estado de México.
"Siempre andamos juntando, luego los regalamos, sobre todo a conocidos, gente que los vaya a cuidar, porque también cuidarlos sale caro, a todo esto, ¿tú no conoces a alguien aquí cerca que quiera adoptar?", agrega Alex.
A unos metros, Lodie Susan acaba de llegar con "Gala" y "Mark", sus dos salchicha de cuatro años que también buscan tener la bendición de San Antonio Abad. "Venir es una tradición, antes traíamos los pájaros de mi mamá, y pues yo siempre he tenido perritos, desde que soy niña. Se me murió mi perrito y fue cuando me regalaron a Gala, la tengo desde los dos meses", cuenta Lodie.
La odontopediatra se acomoda en una banca a esperar a su hermana, llegaron tarde a la bendición, pero confía en que el padre saldrá para "sacarles el chamuco" a sus caninos. El sacerdote acepta y la entrevista se tiene que terminar.
San Antonio Abad nació en Egipto en el año 251, provenía de una familia con padres acaudalados se dice que vendió todas sus posesiones por seguir las enseñanzas de Jesús; donó el dinero a los pobres y se retiró para llevar una vida de ermitaño.
Partió para el desierto, en búsqueda de la soledad se asentaba en lugares donde la gente no se acercaba, como los cementerios. Pronto su ascetismo se propagó y eso le atrajo varios seguidores, entre ellos uno de nombre Pablo. Con ellos, indican fuentes católicas, Antonio Abad fundó diversas comunidades de oración y trabajo.