Se dispara número de consultorios en farmacias; si tiene aviso de Cofepris no es "patito"

Se dispara número de consultorios en farmacias; si tiene aviso de Cofepris no es patito

A-AA+

Foto: Especial

Enfermarse y acudir a un consultorio adjunto a una farmacia cuesta entre 20 y 50 pesos, e incluso puede ser gratuito. Por ello, en México más de 10.6 millones de personas al mes acuden a esos lugares.
Entre 2010 y 2016 el número de estas farmacias creció 266%, al pasar de 4 mil 370 a 16 mil. En ellos se ofrecen 325 mil consultas diarias, lo que supera a lo que atiende el ISSSTE.

Si tiene aviso de Cofepris no es "patito"
Identificar si un consultorio adyacente a una farmacia es "patito" es fácil.
Lo primero que el paciente debe buscar es el Aviso de Funcionamiento emitido por la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) en el que se incluyen datos del establecimiento, en un lugar visible se tienen que mostrar las cédulas profesionales de los médicos que atienden el dispensario y sus títulos profesionales. Es necesario un rótulo en el que se indique el horario de la asistencia médica.
En cuanto a infraestructura, se requiere de accesos para personas con discapacidad y adultos mayores, una sala de espera para mínimo seis personas y servicio sanitario para los usuarios. El consultorio tiene que contar con áreas de interrogatorio y de exploración física, un lavabo que funcione, con jabón y toallas desechables. El área de los dispensarios debe tener un cesto para bolsa de basura municipal, cesto con bolsa roja para residuos biológicos infecciosos y un contenedor rígido para desechos punzocortantes.
Respecto a la información de los usuarios, cada consultorio tiene un expediente clínico por cada persona que asiste a consulta, así como un espacio o mueble en donde se puedan guardar y disponer de ellos en cualquier momento. Todos los expedientes de los usuarios se conservan por un periodo mínimo de cinco años en los establecimientos.
Los especialistas que laboran en este sistema sanitario se pueden capacitar en línea.
En 2016, la Plataforma de Actualización y Educación Continua instruyó a 26 mil 393 doctores, el Programa de Actualización de Diabetes capacitó a 6 mil 335 médicos y les otorgó una certificación por competencias mediante casos clínicos de esta enfermedad crónica, por último, la Plataforma Educativa para la Educación en Salud Online hizo lo propio con 6 mil 214 profesionales de la salud en temas de diabetes, fisiopatología, prevención, detección, diagnóstico y tratamiento interdisciplinario.

Especialistas señalan que el problema está cuando los enfermos que se revisan en consultorios cercanos a farmacias rebotan en el servicio público.

Aquí algunas historias:

- "Sólo necesitaba medicinas para acabar tareas en el Centro"
Un dolor estomacal que "dobló" a Francisco Martín lo obligó a retrasar una visita al Centro Histórico y, por ello, buscó una farmacia con consultorio para que un médico le dijera qué provocó su malestar.
Entró a consulta, antes de preguntarle qué tenía, se le ordenó subir a una báscula para saber su peso y estatura. En 12 minutos supo que tenía una infección en el estómago y obtuvo una prescripción para poder tratar su afección. Lansoprazol, claritromicina y electrolitos se convirtieron en su salvación.
"La medicina no es cara y, aunque lo fuera, lo que necesitaba era calmar mis dolores para poder ir al Centro y terminar mis encargos", dijo.
Su empleo le ofrece seguridad social; sin embargo, relató que no podía ir al IMSS "a perder todo el día, prefiero venir a estos consultorios, es mejor pagar tantito y tener una solución rápida a todo el relajo que implica ir a urgencias o sacar una cita, no importa si uno lo hace por internet o teléfono, el tiempo de espera es el mismo". No es la primera vez que se atiende de esta manera, recordó que cerca de su casa, ubicada en Loma Hermosa, "allá por el Toreo de Cuatro Caminos", hay muchas farmacias que tienen consultorios y "siempre he recibido una buena atención, aunque tampoco me enfermo mucho o no de cosas graves".
Respecto a los medicamentos que le recetaron declaró que no importa que sean genéricos, hasta el momento le han funcionado, el único inconveniente es que en ocasiones las tiendas no cuentan con toda la medicina de las notas.
"A veces hay que batallar para conseguir el medicamento, ahorita tuvieron, pero luego uno anda de farmacia en farmacia", señaló.

- Sólo para prevenir va a consultorios
Leobardo Orea pasó a un consultorio adyacente para que le checaran la presión arterial, es un chequeo que se hace de manera rutinaria, "para prevenir", aunque es trabajador del estado y derechohabiente del ISSSTE, prefiere este tipo de consultas por la inmediatez.
Tiene 58 años y confiesa que únicamente usará ese servicio en caso de necesitar atención especializada.
"Lo que no me gusta del instituto es que a veces los médicos son inhumanos, no generalizo porque hay gente extraordinaria, también hay carencia de medicina, por eso uno mejor viene a estos lugares", declaró.
La comodidad es otro factor para que Leo busque farmacias con consultorios anexos, evita perder tres o cuatro horas en el ISSSTE.
"Aquí en 10 minutos te dieron un diagnóstico y medicina, aunque repito que sólo vengo por situaciones de prevención", indicó el hombre.
"No se compara con los institutos de salud". Recalcó que procura programar una consulta en su unidad de medicina familiar al menos una vez al mes, "porque esta atención en las farmacias nunca se va a comparar con la que ofrecen los institutos, hay que aprovechar que tenemos la prestación".
Invitó a la sociedad a visitar a estos médicos ante alguna emergencia o para checarse la presión y también la toma de glucosa.
"No sólo debemos echar la culpa al sistema de salud, también es de nosotros la responsabilidad de atendernos", dijo el hombre.

- "Les digo en dónde obtener el mejor fármaco"
El día ha estado flojo para Alfredo, quien atiende el turno vespertino de un consultorio del Dr. Simi, a las 18:30 horas apenas ha revisado a tres pacientes.
Hace cuatro años que se incorporó a este esquema sanitario, terminó la carrera de medicina y al no encontrar empleo en el sector público y no poder poner su consultorio, decidió trabajar con esta marca.
Cuenta que en sus primeros meses le pedían vender suplementos alimenticios o integrarlos a las recetas médicas, de esta manera podría obtener una comisión.
"Pero no me gustaba, había quien se daba cuenta y me preguntaba que ese suplemento para qué era, en temporada de frío era más fácil venderlos porque muchos son para evitar resfriados y enfermedades respiratorias". La práctica ha disminuido, ahora se siente libre a la hora de recetar, incluso les dice a sus pacientes en dónde puede conseguir el mejor medicamento.
"A veces no hay el fármaco que recetamos y los despachadores se los quieren cambiar por otras medicinas o gramaje, pero siempre le digo a la gente que siga al pie de la letra la receta, las cosas son así por un motivo, no es cosa de nosotros". Acerca de la estrategia para detectar diabetes, dijo no estar enterado, "sólo tengo promoción de checar la presión arterial de forma gratuita todos los martes". Aseguró que él no mide la glucosa de los pacientes.
"Puede ser un arma de doble filo, hay personas que son muy desconfiadas y si les medimos el azúcar y los resultados indican que son propensos a diabetes pueden pensar que es un negocio o no sé, además si en teoría atendemos a 20 pacientes en un día, es el número de tiras reactivas que nos deberían dar y no lo han hecho".

- Atiende su asma, pero busca Seguro Popular para que nazca su hija
Jorge Martínez perdió la seguridad social hace tres años, cuando cumplió la mayoría de edad, desde entonces se convirtió en cliente frecuente de los consultorios adyacentes a farmacias para poder atender su asma que padece desde niño.
Parado afuera de Metro Revolución no deja de gritar: "¡Lleve sus paletas, de a 10 pesitos!".
Aprovecha el semáforo en rojo para tratar de convencer a los automovilistas para que consuman los helados que vende, "no importa que haga frío, una paleta siempre alegra el día", dice.
A un costado de la estación del Metro, hay una farmacia con consultorio al que el joven de 21 años acude cada dos semanas para comprar su medicina.
Asegura que ahí gasta 50 pesos y en otros lugares entre 100 y 200, "me gusta ahorrar y no he tenido problemas con el medicamento, por eso me hice fan de este doctor".
Además del costo de su fármaco, afirma que los especialistas que lo han tratado se "esmeran en su chamba, son 10 o 15 minutos de consulta, pero valen la pena, me han revisado los pulmones, el oído y en tiempo de frío me recetan pastillas para que no me dé gripa".
Aunque tiene tres años como consumidor de estos servicios, Jorge espera obtener su registro y el de su novia en el Seguro Popular porque en unos meses serán padres "de una bonita niña".
"A lo mejor tienen el servicio para que mi chava dé a luz; sin embargo, me preocupa que tengan el equipo necesario, que los doctores me la atiendan bien", indica.
"A lo mejor estos espacios están bien para las consultas más simples y los medicamentos que son más baratos, a lo mejor para los ultrasonidos; no obstante, para cirugías mayores ya no", recalca el joven.