Papa Francisco recibirá en privado a víctimas de abusos en Chile

Papa Francisco recibirá en privado a víctimas de abusos en Chile

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Foto: Archivo

El Papa Francisco recibirá el próximo fin de semana a tres víctimas de los abusos sexuales del sacerdote chileno Fernando Karadima, en un encuentro privado que se llevará a cabo en su residencia, la Casa Santa Marta, confirmó hoy el Vaticano.

Las víctimas que serán recibidas por Francisco son Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, cuyas denuncias provocaron el mayor escándalo de la Iglesia Católica en Chile y llevaron al mismo pontífice a reconocer que había cometido “graves equivocaciones” a la hora de valorar el fenómeno de los abusos.

El portavoz del Vaticano, Greg Burke, aseguró que Jorge Mario Bergoglio “le da las gracias” a las víctimas por haber aceptado su invitación.

“Durante estos días de encuentro personal y fraterno, quiere pedirles perdón, compartir su dolor y su vergüenza por lo que han sufrido y, sobre todo, escucharlos en todas aquellas sugerencias que puedan realizarle para evitar la repetición de semejantes hechos reprobables”, precisó.

“El Papa recibirá a las víctimas individualmente, dejando hablar a cada uno de ellos todo el tiempo que sea necesario”, añadió Burke en una declaración oficial.

Además, señaló que el Papa pide oraciones por la Iglesia de Chile “en este momento doloroso”, esperando que estos encuentros puedan desarrollarse “en un clima de serena confianza” y sean “un paso crucial para remediar y evitar siempre los abusos de conciencia, de poder y, particularmente, sexuales en el seno de la Iglesia”.

Estos encuentros tienen lugar tras una carta que el propio jerarca de la Iglesia Católica dirigió el 8 de abril pasado a los miembros de la Conferencia Episcopal Chilena, en la cual reconoció por primera vez que se equivocó gravemente en el caso del obispo de Osorno, Juan Barros, pupilo del sacerdote abusador Fernando Karadima y acusado de encubrir sus ataques sexuales contra menores.

Francisco escribió esa misiva tras recibir un informe de dos mil 300 páginas realizado por un enviado personal suyo, el clérigo maltés Charles Scicluna, que en febrero pasó varios días en Nueva York y Santiago de Chile para recoger los testimonios de 64 personas.

En esas páginas no sólo quedó constancia de los abusos de Karadima, poderoso sacerdote y -durante años- párroco de la acomodada iglesia del Bosque en Santiago, sino también de las maniobras de algunos de sus pupilos (incluso obispos) para sofocar las denuncias en su contra.

Gracias a la insistencia de Cruz, Hamilton y Murillo, el clérigo fue hallado culpable de abusos en los tribunales canónicos del Vaticano y sentenciado a una “vida de oración y de penitencia” en 2011, todavía durante el pontificado del Papa Benedicto XVI.

Ya durante el papado de Francisco, en enero de 2015, Bergoglio decidió nombrar como obispo de Osorno a Juan Barros, quien fuera secretario privado y mano derecha de Karadima, hasta entonces pastor militar para el país.

Pero el nombramiento desató la peor crisis de la Iglesia chilena, que incluyó meses de protestas públicas de un aguerrido grupo de feligreses de Osorno y un extendido rechazo público a la figura del obispo.

Ninguna acción surtió efecto y en lugar de revocar el nombramiento a Barros, el Papa lo sostuvo en el puesto rechazando varias veces las críticas e, incluso, sugiriendo que toda la situación se trataba de una maniobra “de los zurdos”, en referencia a ciertos políticos de izquierda.

Todo precipitó en su reciente visita apostólica a Chile y Perú, en enero pasado, donde Francisco aseguró que -para él- no existían evidencias de la culpabilidad de Barros y, más bien, había indicios de que estas “no aparecerán”.

Incluso llegó a decirle a una periodista que cuando le llevaran pruebas entonces “podría hablar” pero, mientras tanto “todo era una calumnia”.

La perplejidad pública manifestada en esos días por el cardenal estadunidense, Sean O’Malley, jefe de la comisión del Vaticano para la Tutela de Menores, sembraron la duda en el Papa que, hasta ese momento, se sentía muy seguro de su decisión.

Así, para echar luz definitivamente sobre el caso decidió encomendar una misión especial de investigación a Scicluna, ex fiscal del Vaticano para los “delicta graviora” (delitos graves de los sacerdotes) y, quizás, el clérigo más preparado en materia de abusos.

El resultado de esas pesquisas llevaron al Papa a cambiar de opinión y a escribir la carta en la cual reconoció haber “incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”.

“Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas”, siguió.

De este compromiso surgieron las invitaciones a las víctimas de Karadima, quienes se reunirán primero por separado con el pontífice y, luego, todos juntos.

Después, en la tercera semana de mayo, Francisco sostendrá una serie de reuniones privadas con todos los obispos chilenos para establecer, junto con ellos, medidas de corto, mediano y largo plazo para “restablecer la confianza rota por nuestros errores y pecados”.