“Reuniones entre curas y capos son positivas”

“Reuniones entre curas y capos son positivas”

A-AA+


Ciudad de México.- “El gobierno no es nadie para decirle a un sacerdote con quién puede reunirse. Los del gobierno son estúpidos si se molestan porque un sacerdote hable con un capo para buscar un bien mayor como la tranquilidad de la gente”, afirma el sacerdote Javier Ávila, quien valora de forma positiva las reuniones que el obispo de Chilpancingo ha sostenido con líderes del narcotráfico en Guerrero.

El jesuita lleva cuatro décadas viviendo en una de las regiones más pobres del país y también una de tantas en las que se han asentado y fortalecido las bandas dedicadas al narco, así que no le resulta ajeno que se crucen los caminos de un cura y de un criminal, ni el de la cruz con el de la bala.

Conocido como El Pato, Ávila es mucho más que un líder religioso para las comunidades de la sierra, su labor social ha abarcado desde encabezar protestas y exigir justicia por el asesinato de 12 jóvenes y un bebé ocurridos en 2008, durante la celebración de una fiesta en Creel, hasta denunciar despojo de tierras a familias indígenas, pasando por enfrentar caciques que han acabado con regiones de la sierra por tala inmoderada, hasta viajar a Washington para exigir a los congresistas en el Capitolio que frenen el tráfico de armas a México.

“El hombre es el lobo del hombre, he visto a hombres convertidos en bestias y asesinar de un balazo en la frente a un bebé que estaba llorando en los brazos de su padre. Cuando llegué tenía los ojos abiertos y las lágrimas frescas todavía corriendo por sus mejillas. Eso no lo puede dejar a uno indiferente. Como jesuita, la promoción de la fe y la búsqueda de justicia no son una dualidad; al contrario, son una misma, pues no puede existir la una sin la otra”, narra.