Iglesia católica está tan alejada de sus fieles que no puede influir en el voto, dice especialista

Iglesia católica está tan alejada de sus fieles que no puede influir en el voto, dice especialista

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CIUDAD DE MÉXICO (EL UNIVERSAL).- La Iglesia católica está tan alejada de su feligresía que difícilmente puede influir en el voto de los creyentes, por lo que ahora el foco se encuentra en los evangélicos pentecostales, afirmó Bernardo Barranco, especialista en religiones.
Barranco asegura, en entrevista con EL UNIVERSAL, que "sea cual sea el resultado de las votaciones del 1 de julio, los evangélicos ya ganaron en este proceso electoral". (Según datos del Inegi, en México existen 8.3 millones de protestantes o evangélicos).
Sobre su reciente libro, "El infierno electoral. El fraude del Estado de México y las elecciones de 2018", considera que la alianza electoral entre Morena y PES "es un pragmatismo fuerte" y afirma que los comicios presidenciales comenzaron en el Estado de México en 2017, cuando se presentaron las prácticas más antidemocráticas en la historia del país.
¿Cuál será el papel que jugará la Iglesia católica el próximo 1 de julio?
—El foco no está por ahí, el foco está en los evangélicos pentecostales. En la elección de 2016, cuando el PRI perdió muchas gubernaturas, se dio un proceso en el cual la Iglesia jugó un papel muy crítico [hacia] Enrique Peña Nieto, porque en mayo se abrió el tema de los temas igualitarios (...), fue un voto de castigo.
La Iglesia católica tiene el peso político entre las élites, pero está despegada de la feligresía, [lo que hace] que difícilmente un obispo pueda determinar el voto. Quizás los curas en zonas rurales tengan más influencia.
Los evangélicos en los últimos años han crecido mucho y los pastores en estas iglesias juegan un papel fundamental: deciden con quién te casas, tu trabajo, ayuda, salud, intervienen de manera muy directa en las historias personales de los miembros y por supuesto que el voto puede llegar a ser corporativo, orientado hacia un partido dependiendo de las posturas de la Iglesia.
¿Los evangélicos saldrán ganadores en la elección?
—Los evangélicos pentecostales son el gran ganador del proceso de 2018, sin conocer el resultado, sin saber si gana Andrés Manuel López Obrador, con quienes hicieron alianza a través del PES, pero sea cual sea el resultado ellos son los ganadores porque van a tener, probablemente, la mayor bancada que jamás hubieran imaginado, ha negociado un número importante de escaños en las diferentes cámaras.
Es un fenómeno latinoamericano. En Brasil son cerca de 100 diputados evangélicos, tienen una gran presencia en Colombia, al grado que impidieron el "Sí" en la consulta sobre la paz en Colombia, porque había un enfoque de género muy fuerte, y en Costa Rica en estos días se va a decidir el futuro del país y el puntero es un pastor ultraconservador.
La Iglesia católica sigue siendo mayoría en el país, pero ya no tienen los mismos números que antes, ¿cómo impactan en este sentido los llamados, la jerarquía en estos comicios?
—Ahí el punto es la caída de la feligresía, pero sobre todo la pérdida de credibilidad que ha tenido la Iglesia [católica], mayormente con temas de pederastia, un tema global que hoy está empezando a salir. Recientemente un cura fue sancionado con 63 años [de prisión] y hay muchos otros.
Creo que la jerarquía católica tiene sobre todo una gran intención de incidir en la agenda pública, de introducir su agenda particular, pero no tiene el alcance o la fuerza que tuvo años atrás y no tiene la gravitación en la intención del voto del feligrés o del ciudadano.
¿Qué impacto pueden tener las movilizaciones de 2016 contra los matrimonios de personas del mismo sexo?
—Las marchas que tuvimos en septiembre de 2016 fueron una extraña alianza entre católicos y fundamentalistas pentecostales, lo cual nos podría estar preanunciando la construcción de una derecha política extremadamente conservadora, lo que es peligroso.
¿Podremos ver esos actos en los siguientes meses?
—No creo, a no ser que algún candidato se salga de los rediles, pero más bien todos los candidatos se han puesto muy piadosos, muy religiosos: Meade con la familia, hablando de adviento con mujeres en el Estado de México; López Obrador con su famosa "constitución moral", con códigos del bien inspirado en acciones de Jesucristo. Estamos en un momento en el que hay un giro conservador de los partidos políticos y de la clase política.
Un giro conservador religioso, a dónde nos va a llevar, no sé, pero como analista en temas religiosos y políticos me estoy frotando las manos porque voy a tener un trabajo para el futuro.
¿Cuál es su opinión sobre esta alianza que hace el partido Morena con un partido como el PES al que se le vincula con organismos religiosos?
—El tema ahí es un pragmatismo fuerte. La figura del mismo Andrés Manuel López Obrador es muy enigmática, no sabemos a ciencia cierta si es católico, si es cristiano, cristiano evangélico, pentecostal, él indistintamente se dice y le gusta esta ambigüedad.
En temas álgidos como el aborto se va por la vía fácil: "Que sea una consulta popular", lo mismo en temas de matrimonios igualitarios.
La alianza con el PES es una alianza pragmática: ese partido tiene peso social donde Morena no lo tiene, sobre todo en el norte, y un público creciente que le garantiza un número de votos importantes. Si [Encuentro Social] quiere mantener su registro con 3% de la votación, le va a dar más de 2 millones [de sufragios] lo cual puede ser importante para las presidenciales.
Lo que ha sacado totalmente de balance es su propuesta de un código moral de convivencia, porque se ha prestado a mucha burla, ya sea de unos políticos que le quieren pegar, algunos más serios, diciendo: "Miren hay un carácter mesiánico", entendiendo el mesianismo como el mandato que Dios da a una persona para que sea ejecutado con el pueblo, es el mesías, es aquel que es intermediario entre Dios y el pueblo, entonces [se ve] esta actitud mesiánica que ya Enrique Krauze le criticó en el proceso anterior, como él le llamó: Mesías tropical.
La novedad que plantea López Obrador es en este divorcio, sobre todo en la clase política, entre ética y poder, ese pragmatismo absoluto que existe entre principios y valores con la práctica política.