Aunque en menor cantidad que el Día de la Madre, cientos de soledenses acudieron ayer a los cementerios a recordar a los padres fallecidos con música, comida, oraciones, anécdotas familiares y hasta teléfonos celulares para no perder detalle del juego mundialista México–Alemania.
Tanto en los dos panteones municipales, el de Nuestra Señora del Refugio y el de El Señor de la Misericordia, como en el particular Jardines del Perpetuo Recuerdo, las personas se dieron cita en torno a las lápidas que guardan los restos de quienes fueron los fundadores de cada familia.
Algunos adelantados prefirieron hacer la visita desde el sábado para evitar la aglomeración del domingo, o quizás para presenciar sin pendiente el encuentro de la Selección Nacional de Futbol con la escuadra teutona.
Igual que el 10 de mayo, hubo conjuntos musicales que interpretaron las canciones que más gustaban al padre en vida, así como algunos de sus guisos preferidos que fueron compartidos por sus descendientes en recuerdo de aquél que ya está en el cielo.
Durante la celebración del juego México–Alemania, fue notoria la ausencia de personas en la calle, además de cierta paralización de actividades comerciales tanto en la cabecera municipal como en colonias y localidades rurales.
En los cementerios, algunos deudos llevaron consigo la transmisión del encuentro futbolero, ya fuera en radios o en el teléfono celular que ya se impuso como medio de difusión preferido por las mayorías.
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Tanto en los dos panteones municipales, el de Nuestra Señora del Refugio y el de El Señor de la Misericordia, como en el particular Jardines del Perpetuo Recuerdo, las personas se dieron cita en torno a las lápidas que guardan los restos de quienes fueron los fundadores de cada familia.
Algunos adelantados prefirieron hacer la visita desde el sábado para evitar la aglomeración del domingo, o quizás para presenciar sin pendiente el encuentro de la Selección Nacional de Futbol con la escuadra teutona.
Igual que el 10 de mayo, hubo conjuntos musicales que interpretaron las canciones que más gustaban al padre en vida, así como algunos de sus guisos preferidos que fueron compartidos por sus descendientes en recuerdo de aquél que ya está en el cielo.
Durante la celebración del juego México–Alemania, fue notoria la ausencia de personas en la calle, además de cierta paralización de actividades comerciales tanto en la cabecera municipal como en colonias y localidades rurales.
En los cementerios, algunos deudos llevaron consigo la transmisión del encuentro futbolero, ya fuera en radios o en el teléfono celular que ya se impuso como medio de difusión preferido por las mayorías.
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