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La tarde de este sábado, en Paseo de la Reforma, una de las vialidades más importantes de la Ciudad de México, se vive una gran fiesta de amor, colores, orgullo LGBTTTI y hasta pambolera por el triunfo de la selección mexicana ante Corea del Sur en el Mundial de Futbol de Rusia.
Miles de personas que salieron del Ángel de la Independencia al mediodía avanzan sobre Reforma con dirección al Zócalo capitalino y se mezclan con los aficionados al fútbol que festejan el triunfo de los seleccionados mexicanos en su segundo partido de la fase de grupos.
En un ambiente de fiesta con carros alegóricos, pompas de jabón y música, las personas, mujeres y hombres, adultos y niños, se reconocen, se abrazan, sonríen. Como hace 40 años, hoy están aquí para que nadie se olvide de sus derechos y que estos no están a discusión.
Con coronas metálicas y de flores, globos multicolores, pelucas, vestidos de novia, leotardos y trajes de marino, la comunidad Lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual (LGBTTTI) se adueñó de la principal vía de la capital, mientras canciones como Querida y el Noa Noa, de Juan Gabriel, resuenan con el mariachi en la Glorieta de La Palma.
A bordo de un carro alegórico, jóvenes mueven las caderas y agitan banderas, mientras arrojan condones a los asistentes. Hoy hay mucho que celebrar: el 40 aniversario de esta marcha y un triunfo de México en el Mundial.
Los niños, sin prejuicios, caminan de la mano de sus madres o padres, con sus hermanos, se suman al festejo disfrazados de medusa o cavernícola o con sus pelucas rosas.
En perfecta calma, escoltada por un número importante de elementos de seguridad, la movilización avanza hacia el corazón del país, donde continuará el festejo.
Princesas, reyes, hadas y unicornios marchan hacia el Zócalo capitalino
Una vez inaugurada la marcha del orgullo gay y luego de las notas musicales de un mariachi que el Gobierno de la Ciudad de México aportó para celebrar el “amor a colores”, los contingentes seguían llegando en tropel.
En la avenida Paseo de la Reforma, los primeros de los más de cien carros alegóricos que desfilan este sábado avanzan a paso lento. Se trata de vehículos automotores que promocionan distintas marcas, actividades de diversos colectivos y un puñado de invitaciones a fiestas y a cuidar la salud sexual.
Algunos de ellos llevan encima sexis sombreros y camisetas de colores, otros disfrazados de vaqueros con altavoces interpretando música de banda y lanzando a los enardecidos asistentes, papeles de china con los siete colores del arcoiris.
El sonido de los helicópteros de la policía capitalina y estaciones de radio que monitorean el evento se mezclaban con la música tecno de otros carros alegóricos, así como con la alegría de las personas que celebraban el triunfo de la Selección Nacional en el Mundial Rusia 2018 y que parecían querer olvidar que la próxima semana hay elecciones.
De un momento a otro, los contingentes que parecían llegar a discreción y desde todos los confines de la capital mexicana comenzaron a abarrotar las calles.
Para esta marcha, se prevé la asistencia de un millón de personas, pero ya después de mediodía se han sumado las banderas de México y todas las familias que celebran con alegría la posición de la Selección Nacional en la justa futbolera.
Cada carro alegórico tiene diferentes propósitos, se ven delimitados los colectivos que promueven la diversas formas de ser familia o los que ofrecen información para prevenir enfermedades sexuales, o grupos que piden el respeto y la tolerancia.
En la 40 edición de la marcha, los gritos de: “¡Qué perra!, ¡Qué perra!, ¡Qué perra, mi amiga”, se mezclan con el sonido de las trompetas y los gritos de: “¡México!, ¡México!”.
A poco menos de una hora de haber empezado este encuentro, ríos de personas vestidas de civiles, de hadas, de princesas, de unicornios, sadomasoquistas y un sinfín de doradas coronas de reyes y reinas, se reúnen en diferentes puntos de Paseo de la Reforma.
Las redes de Internet están a cada minuto más congestionadas, mujeres y hombres llevan el teléfono pegado a la oreja porque aún establecen puntos de encuentro con sus compañeros.
Los ambulantes se han sumado al jolgorio y venden sellos de 20 pesos para pintar las mejillas con la bandera gay; hay gorras, banderas y pulseras.
A diferencia de los otros años, en esta marcha es perceptible la hipermasculinidad, que es la tendencia a exagerar la masculinidad. Hoy hay capitanes, policías y superhéroes.
Los coloridos contingentes comienzan a desplegar sus mejores disfraces, desde barbas llenas de brillos hasta hombres vestidos sólo con minúsculas tiras de cuero que vienen simplemente a celebrar el amor.
Se prevé que durante todo el día continúen llegando ángeles, brujas y unicornios, y aun cuando no se sabía que México le había ganado a Corea de Sur, diversos colectivos invitaban a demostrar pluralidad, ante el temor de posibles afrentas entre las comunidades gay y futbolera.
Sin embargo, todos conviven en aparente estado de paz y alegría. Este sábado entre el proceso de encontrar a los amigos, de unirse a un colectivo, de caminar entre la luz y la sombra del clima, habrá un sinfín de contingentes que se congregarán en el Zócalo capitalino para escuchar a la cantante Fey.
La tarde de este sábado, en Paseo de la Reforma, una de las vialidades más importantes de la Ciudad de México, se vive una gran fiesta de amor, colores, orgullo LGBTTTI y hasta pambolera por el triunfo de la selección mexicana ante Corea del Sur en el Mundial de Futbol de Rusia.
Miles de personas que salieron del Ángel de la Independencia al mediodía avanzan sobre Reforma con dirección al Zócalo capitalino y se mezclan con los aficionados al fútbol que festejan el triunfo de los seleccionados mexicanos en su segundo partido de la fase de grupos.
En un ambiente de fiesta con carros alegóricos, pompas de jabón y música, las personas, mujeres y hombres, adultos y niños, se reconocen, se abrazan, sonríen. Como hace 40 años, hoy están aquí para que nadie se olvide de sus derechos y que estos no están a discusión.
Con coronas metálicas y de flores, globos multicolores, pelucas, vestidos de novia, leotardos y trajes de marino, la comunidad Lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual (LGBTTTI) se adueñó de la principal vía de la capital, mientras canciones como Querida y el Noa Noa, de Juan Gabriel, resuenan con el mariachi en la Glorieta de La Palma.
A bordo de un carro alegórico, jóvenes mueven las caderas y agitan banderas, mientras arrojan condones a los asistentes. Hoy hay mucho que celebrar: el 40 aniversario de esta marcha y un triunfo de México en el Mundial.
Los niños, sin prejuicios, caminan de la mano de sus madres o padres, con sus hermanos, se suman al festejo disfrazados de medusa o cavernícola o con sus pelucas rosas.
En perfecta calma, escoltada por un número importante de elementos de seguridad, la movilización avanza hacia el corazón del país, donde continuará el festejo.
Princesas, reyes, hadas y unicornios marchan hacia el Zócalo capitalino
Una vez inaugurada la marcha del orgullo gay y luego de las notas musicales de un mariachi que el Gobierno de la Ciudad de México aportó para celebrar el “amor a colores”, los contingentes seguían llegando en tropel.
En la avenida Paseo de la Reforma, los primeros de los más de cien carros alegóricos que desfilan este sábado avanzan a paso lento. Se trata de vehículos automotores que promocionan distintas marcas, actividades de diversos colectivos y un puñado de invitaciones a fiestas y a cuidar la salud sexual.
Algunos de ellos llevan encima sexis sombreros y camisetas de colores, otros disfrazados de vaqueros con altavoces interpretando música de banda y lanzando a los enardecidos asistentes, papeles de china con los siete colores del arcoiris.
El sonido de los helicópteros de la policía capitalina y estaciones de radio que monitorean el evento se mezclaban con la música tecno de otros carros alegóricos, así como con la alegría de las personas que celebraban el triunfo de la Selección Nacional en el Mundial Rusia 2018 y que parecían querer olvidar que la próxima semana hay elecciones.
De un momento a otro, los contingentes que parecían llegar a discreción y desde todos los confines de la capital mexicana comenzaron a abarrotar las calles.
Para esta marcha, se prevé la asistencia de un millón de personas, pero ya después de mediodía se han sumado las banderas de México y todas las familias que celebran con alegría la posición de la Selección Nacional en la justa futbolera.
Cada carro alegórico tiene diferentes propósitos, se ven delimitados los colectivos que promueven la diversas formas de ser familia o los que ofrecen información para prevenir enfermedades sexuales, o grupos que piden el respeto y la tolerancia.
En la 40 edición de la marcha, los gritos de: “¡Qué perra!, ¡Qué perra!, ¡Qué perra, mi amiga”, se mezclan con el sonido de las trompetas y los gritos de: “¡México!, ¡México!”.
A poco menos de una hora de haber empezado este encuentro, ríos de personas vestidas de civiles, de hadas, de princesas, de unicornios, sadomasoquistas y un sinfín de doradas coronas de reyes y reinas, se reúnen en diferentes puntos de Paseo de la Reforma.
Las redes de Internet están a cada minuto más congestionadas, mujeres y hombres llevan el teléfono pegado a la oreja porque aún establecen puntos de encuentro con sus compañeros.
Los ambulantes se han sumado al jolgorio y venden sellos de 20 pesos para pintar las mejillas con la bandera gay; hay gorras, banderas y pulseras.
A diferencia de los otros años, en esta marcha es perceptible la hipermasculinidad, que es la tendencia a exagerar la masculinidad. Hoy hay capitanes, policías y superhéroes.
Los coloridos contingentes comienzan a desplegar sus mejores disfraces, desde barbas llenas de brillos hasta hombres vestidos sólo con minúsculas tiras de cuero que vienen simplemente a celebrar el amor.
Se prevé que durante todo el día continúen llegando ángeles, brujas y unicornios, y aun cuando no se sabía que México le había ganado a Corea de Sur, diversos colectivos invitaban a demostrar pluralidad, ante el temor de posibles afrentas entre las comunidades gay y futbolera.
Sin embargo, todos conviven en aparente estado de paz y alegría. Este sábado entre el proceso de encontrar a los amigos, de unirse a un colectivo, de caminar entre la luz y la sombra del clima, habrá un sinfín de contingentes que se congregarán en el Zócalo capitalino para escuchar a la cantante Fey.