Perdidos en Tokio

Perdidos en Tokio

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Querido amigo,
Más tardamos en llegar al hotel y establecernos como es debido, que en salir a devorar calles de esta gigantesca ciudad, tan llena de misterios y bellezas, una de las razones más importantes de nuestro viaje al Imperio del Sol Naciente.
Como te había comentado en una de mis misivas anteriores, Japón es un archipiélago compuesto de muchas islas. Pues bien, la capital de este país está ubicada en la porción centro-este de la isla de Honshu, para ser precisos en la región de Kanto, formando parte de una de las 47 prefecturas que constituyen este país. Esta inmensa ciudad es el centro neurálgico del Japón, pues aquí se manejan la política, la educación, la economía, la comunicación y la cultura popular. En esta urbe se concentran mayoritariamente las sedes corporativas, universidades, instituciones financieras, colegios, museos, teatros, establecimientos comerciales y esto no es por el simple hecho de ser la ciudad más poblada ni más grande, sino porque aquí reside su Majestad Imperial Akihito.
En Japón, la división geopolítica es un poco compleja y aun y cuando me la han explicado varias veces, sigo un poco confundido, pero lo he resumir de la siguiente manera: la ciudad capital se compone de 23 barrios especiales, 26 ciudades, 1 distrito y 4 subprefecturas, con una población de 13,784,212 habitantes solo en Tokio, pero que en toda su zona metropolitana alcanza el total de 35,682,460; así es que, como te has de imaginar, aquí es fácil perderse y no como en la película de Sofía Coppola y actuada magistralmente por Bill Murray y Scarlett Johansson.
La fundación de la hoy capital del imperio se remonta al 1457, cuando un vasallo del clan Uesugi, Ota Dokan, construyó el Castillo Edo, por lo cual el área que rodea el castillo se comenzó a llamar Edo, lo que significa estuario. En el año 1590, el castillo fue tomado por el shogunato Tokugawa, quien tenía el control absoluto del Japón, estableciendo así su sede de gobierno y consecuentemente dando inicio al Período Edo, pero en ese tiempo el emperador siguió viviendo con su familia en Kioto que siguió siendo de forma protocolar la capital del imperio.