Los sanfermines llegan a México

Los encierros al estilo de la Pamplonada española se celebran cada año en Huamantla, Tlaxcala

Los sanfermines llegan a México

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Huamantla, Tlaxcala.- Los tradicionales encierros de San Fermín, en Pamplona (España) cruzaron el charco y llegaron a México. Desde 1954 la comunidad de Huamantla, en el estado de Tlaxcala, celebra en sus fiestas patronales de agosto la denominada “Pamplonada” o “Huamantlada”.

Más de 100.000 personas disfrutaron de esta fiesta por las calles de Huamantla. En esta edición, 17 toros de casta corrieron por las calles de esta ciudad de tradición taurina.

El origen de la Huamantlada se remonta a 1954, cuando Raúl González, ganadero tlaxcalteca, viajó a España junto al matador Jorge Aguilar y conoció los encierros de San Fermín. A su regreso a México quiso iniciar en Huamantla esta tradición.

José Hernández Castillo, cronista de Huamantla, todavía recuerda aquel primer encierro: “Se arreglaron unos corrales a la entrada poniente de la ciudad al estilo de Pamplona”, señala a Efe.

Los toros corrieron libremente, sin burladeros ni protección hasta la plaza de toros, donde horas más tarde se llevaría a cabo la corrida.

Del típico encierro de escasos dos minutos que recorre la calle Estafeta hasta la plaza de toros de Pamplona poco queda al otro lado del charco.

En Huamantla se establecen 17 circuitos en 17 calles, con un toro en cada tramo. Con el estallido del tercer cohete se abren las compuertas y los toros salen a las calles repletas de gente.

El alcohol y la música inundan las calles, al igual que los puestos de comida típica conocidos como “antojitos mexicanos”.

No faltan los accesorios para el día como sombreros, gorras, peluches de toritos o pañuelos rojos para atarse al cuello.

El negocio redondo de la Huamantlada es para aquellos afortunados que viven en las calles del recorrido. Sus balcones, azoteas y ventanas se convierten en cotizados lugares para aquellos curiosos que acuden al evento.

Por un costo que oscila entre 80 y 200 pesos (entre 4 y 10 dólares), rentan el espacio, que habilitan con gradas o banquetas improvisadas.

Durante una hora los toros deambulan por las calles ante los gritos, jolgorio e imprudencias de los participantes.