Bolsas de plástico actúan en el escenario del Cervantino

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La imaginación es poderosa. Y la imaginación infantil, quizá, lo es aún más. La compañía canadiense Théâtre Puzzle lo sabe y consigue que sea su fuerza vital. No necesita de ningún artilugio para crear mundos y criaturas fantásticas.
Una historia, nos dicen los artistas Pavla Mano y Csaba Raduly, se pueden contar con las manos, con sonidos, con pañuelos, con cajas de cartón, con plástico. Théâtre Puzzle, fundada en 1996 en Bulgaria y establecido en Montreal en 2004, explora los distintos estilos escénicos en el teatro de objeto y marioneta con un sentido pedagógico.
En el marco del Festival Internacional Cervantino presentó la obra "Plástico", hecha con sólo bolsas de ese material, en diferentes tamaños y colores. Sólo una cosa tienen en común, tardarán en degradarse 400 años. La propuesta artística inicia con los titiriteros recibiendo al público. Observan con detenimiento a las personas que habrán de presenciar su espectáculo pensado para los niños. Decenas de ellos se han congregado en el Auditorio de Minas de esta ciudad.
Saludan en español y se dirigen al escenario para comenzar a contar que su trabajo tiene un proceso de creación. Sobre una pequeña mesa hay decenas de bolsas, Pavla toma una y cuenta que a partir de una bolsa que vio volando por las calles, tuvieron la idea de usar ese material para crear sus criaturas. Poco a poco van desenvolviendo una a una para crear, frente a nosotros, las posibilidades infinitas.
Una pequeña de color rojo es en un instante un pez que nada feliz por un mar construido en el aire, un segundo después es atrapado por una más grande y luce igual que los peces que se ponen a la venta con un poco de agua. El asombro es genuino y real. Decenas de niños lamentan su captura.
Y esto, es sólo el proceso. Pronto presentarán, en español, a los protagonistas de la obra, dos monstruos plásticos naranjas y grandes, de esas que se usan para la basura en cualquier hogar. Ellos habrán de emprender una lucha por sobrevivir en un mundo desconocido que tiene la forma que cada uno de los asistentes le quiera dar, porque en la escena sólo hay bolsas y dos personas, no hay nada, pero en la menta está todo. Comerán otras bolsas hasta su casi autodestrucción.
Esos seres son, gracias a la sus creadores, simpáticos, caóticos, detestables, tiernos, sin voz, sin rostro. Y son capaces de provocar risas, que los niños reaccionen con asombro, que comenten lo que está ocurriendo para reafirmar que están siendo testigos de una fantástica historia de lucha y sobrevivencia.
Un epílogo sella el deseo de los creadores, sin postura política, sin sentencia ideológica. Las bolsas, nos recuerdan, se comerán unas a otras durante los siguientes 400 años, el tiempo que tardarán en degradarse. ¿Quién desea eso? Nadie. Ojalá.