El Papa invita a almorzar a tres mil pobres y necesitados

El Papa invita a almorzar a tres mil pobres y necesitados

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Foto: EFE

Francisco invitó hoy a almorzar gratuitamente a unas tres mil personas, entre pobres, necesitados, refugiados y sin techo, con las cuales él mismo compartió el almuerzo en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Tras celebrar en la Basílica de San Pedro la misa con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres, que él mismo estableció y que en este 2018 llegó a su segunda edición, el Papa se trasladó hasta el auditorio más grande de la Santa Sede donde ya se encontraban los invitados sentados en decenas de mesas finamente adornadas.

La comida fue ofrecida por uno de los hoteles de lujo más importantes de la capital italiana, el Rome Cavalieri - Hilton Italia, junto con el Ente Moral Tabor. Formaron parte del menú: lasaña, pollo con puré y de postre el tiramisú, dulce típico italiano.

“¡Les agradezco tanto a todos ustedes por la compañía. Ahora me dicen que comienza la verdadera fiesta, y el Papa tiene que irse para que la fiesta sea buena!”, bromeó el pontífice al final de la comida, tomando el micrófono y saludando a los presentes.

“¡Muchas gracias! ¡Gracias a todos por la compañía! Gracias a los chicos músicos. Gracias a los que prepararon el almuerzo, a los que lo sirvieron y a los tantos chicos y chicas que ayudaron aquí con el orden. Y gracias a todos ustedes. Y recen por mí. Que el Señor los bendiga. ¡Gracias!”, agregó.

En torno a las 13:45 horas local (12:45 GMT), el Papa saludó a niños, pobres y personas que se arremolinaron en torno a él, se tomó una foto con los cocineros y regresó a su residencia en el Vaticano, la Casa Santa Marta.

La jornada de Jorge Mario Bergoglio había comenzado muy temprano este domingo, con una misa en la Basílica vaticana a la cual asistieron muchos de los participantes en la comida posterior.

En el sermón de esa celebración, el líder católico estableció que “la injusticia es la raíz perversa de la pobreza” y denunció que “el grito de los pobres se hace cada día más fuerte, pero cada día es menos escuchado, acallado por el estruendo de pocos ricos, que son cada vez menos y cada vez más ricos”.

“Ante la dignidad humana pisoteada, a menudo se permanece con los brazos caídos o bien se abren los brazos, impotentes frente a la oscura fuerza del mal”, constató.

Advirtió, empero, que el cristiano no puede quedarse de brazos caídos, indiferente, o con los brazos abiertos, en actitud fatalista, sino que el creyente debe tender la mano, “como hace Jesús”.

“No estamos llamados a hacer el bien solo a quienes nos quieren. Corresponder es normal, pero Jesús pide ir más allá: dar a quien no tiene con qué corresponder, es decir amar gratuitamente”, apuntó.