Ese día, don José salió de laborar a las 11:15 horas de la compañía Aguas Tratadas del Potosí, localizada en el Eje 104, en cuya organización ya tenía dos periodos de cinco años como empleado.
Sin conocer su futuro, alrededor de las 11:25 horas cuando circulaba por la lateral del referido bulevar con dirección a su casa ubicada en la colonia Simón Díaz, a la altura del fraccionamiento Puente del Sol, un carro Volkswagen Bora color negro salió “volando” de la parte superior del carril central cayéndole encima, cuyo impacto le causó una muerte instantánea.
Luego del accidente, arribaron elementos policiacos, de Tránsito Vial, del Servicio Médico Legal (Semele) y de la Fiscalía General del Estado (FGE); estos últimos se encargaron de notificar a su hijo Rosalío Meneses Bárcenas y su cónyuge María Lucía Bárcenas, que don José de 58 años de edad estaba muerto.
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HOMENAJE
El 21 de julio de 2018, 14 días después del fatal suceso, integrantes del colectivo Vida Sobre Ruedas, colocaron una bicicleta blanca, símbolo y homenaje a los ciclistas muertos en accidentes viales, en un poste de energía eléctrica para honrar a don José, pero también, para demandar mejoras en las infraestructura e inclusión a este sector de la población.
La organización sin fines de lucro ha colocado desde hace varios años decenas de biciclos de color blanco a lo largo y ancho de la Zona Metropolitana, a fin de visibilizar la problemática que sufren los ciclistas, que año con año perecen en calles, bulevares, glorietas y avenidas.
LA DIFERENCIA FUE UNA CONTENCIÓN
Meneses Bárcenas argumenta que el deceso de su padre es un accidente en toda la extensión de la palabra, sin embargo, pudo haberse evitado y no llegar a la pérdida de una vida, si el tramo de la vialidad “hubiera” tenido la contención completa
“Pasa y a lo mejor muere la persona que va en su vehículo, y la contención está hecha pedazos (...) Cuando te sucede a ti, dices: ‘¿Y por qué no estaba la contención?’. La contención lleva hecha pedazos 10 años”, afirma mientras charla con una seriedad.
Lamenta que exista falta de cultura entre los ciudadanos, es decir, si una persona tiene un automóvil que “levanta” 180 kilómetros por hora, a esa velocidad lo circula por las calles, sin tomar en cuenta los riesgos implícitos.
María Lucía Bárcenas, viuda de don José, comenta que debido a lo riesgoso que resulta transitar en biciclo por el sector periférico, siempre le preguntaba la ruta de su traslado, tanto de ida y regreso, y él le respondía que pasaba por la lateral para circular con mayor seguridad.
“Yo siempre me preocupaba porque al cruzar las vías a veces está el tren atravesado, y nosotros los mexicanos somos muy atrevidos. Decía yo: ‘¿Te brincas por arriba o por abajo o qué pasa?’ Ahí era donde nunca imaginanos que iba a caer”, refiere con un semblante triste y una lágrima que se asoma por su ojo derecho.
Sentada en el sillón de su casa y ya con una lágrima que cae por su mejilla, supone que el culpable de la muerte de su esposo iba manejando el automotor y al mismo tiempo texteaba en el celular, situación que potenció el suceso mortal.
“¿Con qué te van a pagar un cuerpo? Yo sí le dije al chavo: Te llevaste dos vidas, no una, dos…pero aun así nosotros…dice mi hijo ‘tienes corazón de pollo’. Yo no les deseo nada malo. Yo sí le dije (al culpable): ‘sigue adelante, pero con más cuidado. ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Ya no manejen con celular!’”, imploró doña María, que hasta hace unos meses todos los días se despedía y abrazaba a su esposo.
DESAMPARADOS
Ambos exponen que además de no desearle mal al homicida de su familiar, jamás quieren volver a saber de él, sin embargo, aducen que la justicia en este tipo de casos bien podría implicar prisión preventiva de por lo menos un mes para el culpable, a fin de que reflexione el delito que cometió.
Si bien los familiares del automovilista cumplieron a cabalidad con la indemnización, critican que después de presentar la denuncia ante el Ministerio Público de la FGE, nunca se les asignó un abogado de oficio ni el apoyo institucional.
“Nuestro abogado de oficio nunca se nos asignó uno; fuimos a buscarlo nosotros mismos y pareciera que no había nadie disponible”, lamentan la mala atención en la Fiscalía, sobre todo de un licenciado de apellido Carbajal, encargado de la querella, quien se supone la atendería, pero que hasta el día de hoy nunca apareció.
Antes de concluir la entrevista, exteriorizan que López Romero adquirió una motocicleta en diciembre de 2017, pues ya le pesaba un poco movilizarse en el velocípedo, por lo cual, en algunas ocasiones la utilizaba, pero para su desgracia el vehículo quedó en desuso.
“Ante la ley valemos muy poco. O sea, ellos dicen (FGE), ‘tu papá falleció, fue por un accidente y tienes derecho a tanto (…) Como fue imprudencial el joven (culpable) salió en libertad. El licenciado dijo que (con) las nuevas leyes no había cárcel para la persona. O sea, el muerto está muerto y tienes una cosa que para ellos no tiene valor”, criticaron los deudos.
El vástago de José Javier López Romero asume que la calle es de todos, donde ciclistas, automovilistas, transportistas, peatones o motociclistas deben respetarse unos a otros, porque todos quieren llegar con su familia.
Con una respiración profunda para concluir la charla, doña María Lucía Bárcenas concluye que su esposo no tenía otra ruta para ir de su hogar al empleo y viceversa, dado que si se iba por las colonias de Arbolitos los pandilleros lo agredían y asaltaban, y si pasaba por San Miguel sucedía lo mismo.
En pocas palabras resume: “Te cuidas del pandillero, te cuidas de asaltantes, pero te desgracia un carro…así fue (…) La vigilancia, la falta de alumbrado, la falta de contención son factores”.