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Oda al robo Los primeros respondientes

Robar, parece un término tan común, que un fiscal anticorrupción es incapaz de concluir una investigación por desvíos de recursos en la Auditoría Superior del Estado de José de Jesús Martínez Loredo, sí, la misma que nunca vio a Sandra Sánchez Ruiz, nombre que lleva una póliza con valor de sesenta millones de pesos, gastados por el Ayuntamiento de Ricardo Gallardo en no se sabe qué.

Robar: El término que acomoda perfectamente a quienes se llevan lo que no es suyo, y es de ciudadanos comunes, y a quien por ejemplo se enriquece de saquear el erario público, desde la administración pública o alrededor de ella, y hacer con ello una oda al robo.

Es probable que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se haya quedado corto con sus estadísticas oficiales de índice de robos según las carpetas de investigación abiertas. El robo es uno de los actos más comunes en casi cualquier escenario, y los buscadores de lo ajeno prefieren todo aquello que encuentren a su paso.

El robo empieza desde una mala costumbre. Ocurre por ejemplo en sitios públicos, donde algún distraído tira la cartera y el que va detrás la recoge y se la lleva. Sucede también cuando un ladrón de mano fría, toma el retrovisor de un vehículo, los conos que apartan carriles de circulación, o hasta una escoba olvidada en el exterior de un edificio público.

Apropiarse de lo ajeno sucede incluso en la administración pública. Un regidor de la alcaldía 2007-2009 decía que era fácil hacer las cosas con dinero ajeno y gusto propio. De sobrados testimonios, este lunes, el Ayuntamiento de San Luis Potosí discute la “Estafa con Gallardía” capítulo 2. Una revisión profunda al caos y visos de saqueo de la administración gallardista, al dinero obtenido del sueldo de
los potosinos.

Los robos desde cualquier ámbito, por sí solos, son hechos que tan rápido como lastiman, se apuntan a la lista de pendientes del Ministerio Público. Los diputados generan leyes que más bien parecen premiar la cleptomanía, y la cleptocracia en el poder. Robar parece una práctica que para las autoridades, ya no llama la atención, o es asunto de segundo término.

Es cierto que declaraciones inocentes de algunos han puesto al descubierto redes de corrupción para robar del erario público. La administración municipal navista encuentra progresivamente más indicios de saqueo al dinero público en la alcaldía capitalina, a un Ayuntamiento gallardista inmaculado para la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información, y de alcaldía impoluta, desde la óptica de los señalados por la “Ecuación Corrupta”.

Robar es cosa fácil, cuando una autoridad ministerial no puede concluir en el plazo establecido por un juez, una investigación a un ladrón por llevarse de una tlapalería una escoba, al que se llevó un vehículo para quitarle piezas de valor, a quien tomó el reloj de su compañero en un sitio público, o a quien “bolseó” a alguien mientras se encontraba ausente.

La Fiscalía General del Estado sostiene que por medio de la Universidad de Ciencias Penales y Forenses acelerará los procesos de investigación. Veamos si así sucede. Mientras, la falta de preparación de policías y agentes de Ministerio Público, los hace temerosos de ser los primeros respondientes en un hecho delictivo.

¡¡HASTA MAÑANA!!