Calentando la plaza política Piedra en el zapato
Es cierto que el gobernador tiene datos de que no hay problema con la escasez de agua para la zona urbana de San Luis Potosí. Lo dijo el presidente de México también. Sin embargo, que lo digan los titulares de los poderes ejecutivos tiene su riesgo: a veces los subordinados los engañan. En el intento por apuntalar el servicio de agua potable en la capital, hay un proceso que incluye perforación de pozos y la rehabilitación de otros equipos de bombeo, planes que no se dan de un día para otro o de semana a semana. Se necesita adquirir servicios de máquinas perforadoras y comprar o reponer equipos de bombeo.
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Se supone que a partir del 30 de mayo queda suspendido el servicio de la presa El Realito, a decir de las autoridades federales, con el fin de reponer la consistencia de la cortina y probablemente sustituir el acueducto. Lo cierto es que ni siquiera hay fecha para la intervención ni para el fondeo del proyecto de reposición de la fuente de agua. Ese es asunto de la Comisión Nacional del Agua. En la agenda local, tiene razón Ricardo Gallardo Cardona, al referir que las acciones para reponer el servicio del agua potable perdido en la zona de cobertura de El Realito, es cosa de Interapas.
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Sin embargo, se debe tomar en cuenta que desde el inicio de operaciones de El Realito han pasado cuatro administraciones capitalinas: las de Mario García Valdez, Ricardo Gallardo Juárez, Xavier Nava Palacios y la actual de Enrique Galindo Ceballos. El acueducto entró en funciones justo cuando Enrique Peña Nieto vino en enero de 2015 a San Luis Potosí a “abrir la llave” en la planta potabilizadora de Tierranueva, justo el día en que el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional elegía como candidato a gobernador a Juan Manuel Carreras López.
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De 2015 a 2016, la batería de pozos que daban agua subterránea a la zona cubierta por El Realito, fue desmantelada y sus equipos de bombeo quién sabe cómo fueron usados después. La primera falla en el acueducto dejó en evidencia que no había cómo volver a echar a andar los pozos. La explicación solo la debían tener Mario García y Gallardo Juárez. Lo cierto es que si los equipos de bombeo fueron usados en otros pozos, de todos modos es necesario reponerlos, y para eso se necesita dinero, tiempo y proveedores. Más que culpar a Interapas o a la Comisión Estatal del Agua, el propio gobierno estatal ya debería planear medidas para que por ninguno de los dos frentes, es decir el municipal o el estatal, haya vacíos de acción para cuidar que no falte agua. Otras posturas, solo contribuirán a calentar la plaza política en tiempos fuera de lo electoral, usando como argumento el agua.
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Desde el sexenio estatal 2003-2009 y hasta ahora, las condiciones de seguridad no han sido las mismas. Hay un antes y un después desde que San Luis Potosí fue inaugurado con delitos de alto impacto. El año 2007, de hecho, fue el primero que dejó para la cuenta historia, la llegada de grupos delincuenciales que romperían con el escenario de relativa tranquilidad, o de solo presencia de delincuentes comunes. Aparecieron brotes de violencia delincuencial de excesos, primero en la capital potosina, luego en la Zona Huasteca y desde principios de 2010, en Soledad de Graciano Sánchez. Hasta entrada la década de 2010, comenzó la violencia y el acoso delincuencial con mayor presencia en el Altiplano Oeste.
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Han pasado los años, y la violencia se va focalizando en lugares diversos, según las estrategias de los delincuentes. Poco a poco van apareciendo hechos que dañan la vida cotidiana y a veces se convierte en piedra en el zapato, sobre todo para quienes presumen combatir la delincuencia con acciones decisivas. Muertes casi de diario en Tamuín dan cuenta de que nada está bajo control, al menos, de las autoridades policiales y de procuración de justicia locales.
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¡HASTA MAÑANA!
