Reproches de propios y extraños

[gview file="http://pulsosanluisrm.blob.core.windows.net/uploads/2018/05/B04-3.pdf"]



Con tono apasionado, el asesor de Meade, José Ramón Martel lamentó en una entrevista la selección de candidatos impresentables en San Luis. No le van a aportar votos al candidato presidencial. Le pidieron que señalara un responsable y no fue muy lejos por él: Carreras, el jefe real del PRI.

Ante la perspectiva de que la contribución del priismo potosino a la campaña presidencial de José Antonio Meade sea de histórica penuria, las culpas empiezan a surcar el aire, escopetadas con frustración, con algo de coraje.
El viernes, José Ramón Martel López, asesor de la campaña de Meade, dio una de estas entrevistas radiofónicas a las que no les hace justicia la difusión posterior. Quienes lo oyeron en vivo, captaron lo que dijo y percibieron el tono apasionado como lo dijo.
La conductora, Erika Salgado, le pidió un balance. La respuesta sorprendió por

sincera, con muchos matices. Y demoledora en el enfoque particular sobre la contribución del priismo potosino al proyecto electoral todo. Aceptó que “los númertos son adversos, muy adversos” en las encuestas publicadas. No obstante, una y otra vez manifestó su fe en que la campaña de “voto parejo” de AMLO no se traduzca en cascada para Morena y en que el votante de las pondere la conveniencia de votar de manera diferenciada por proyectos racionales, inteligentes y con trayectoria sólida en el servicio público.

Habló de los candidatos cuestionables de Morena, pero también aceptó, “con vergüenza” que el PRI potosino tiene también sus impresentables, personajes con los que, confesó, “se me cae la cara de vergüenza, porque de verdad, hay candidatos impresentables”. Cuestionó la actuación promocional del candidato tricolor para la diputación federal por el segundo distrito, José Luis Romero Calzada: sus fotos con un burro, sus coreografías del ridículo. “Por eso yo soy incapaz de defender en general al priismo, porque de que los hay, los hay”, dijo.
Erika le pidió responsables de ese desastre de candidaturas escandalosas, burdas. “Yo me refiero a Martín (Juárez Córdova, presidente estatal del PRI) y a quien políticamente le corresponde asumir con responsabilidad la elección interna”.

Como no soltara nombres de esos responsables más allá de las oficinas del tricolor, fue a más en una segunda pasada al tema: “Martín Juárez es un buen hombre, pero para dirigir al partido no en la formalidad sino en el realismo se necesita algo más que buenos hombres”. Y cerró: “Dicen que no tiene la culpa el indio, sino quien lo hizo compadre”. No hace falta ir al estante por un código de alusiones retóricas para entender la referencia al jefe real del PRI en la entidad, el gobernador Juan Manuel Carreras López.

En cierto priismo conectado a mandos centrales, en la Ciudad de México, se habla ya de invertir fuerte en el Congreso y el Senado. Las encuestas publicadas ya no solo anuncian una marea de Morena en la elección presidencial, sino de un desastre para el PRI en el Legislativo, con menos de cien curules en algunas proyecciones. Si la casa ya está en llamas, hay que sacar los bienes que posibiliten sobrevivir y volver a empezar. Será muy difícil que un PRI arrinconado en San Lázaro pueda reverdecer. Martel no está en ese canal; no juega para el Legislativo y su apuesta en esta es Meade o Meade.

Pero además, priistas dolidos por exclusión, por desplazamiento de las cercanías al proyecto presidencial, anuncian cuchillos largos para después de las elecciones. Van por el PRI que les quitaron para sacar una candidatura pretendidamente “ciudadana”. Los priistas pueden perdonar los abusos, pero no la derrota, por algo los gobernadores corruptones en líos con la justicia son los que perdieron la elección de sucesor.

El reclamo de Martel al jefe real del PRI potosino, y de muchos otros priistas, va más allá de estos meses de proceso electoral. Y se extiende a otras fuerzas políticas y sectores de la sociedad. Es una colección de enojos con un mismo punto central común: la falta de compomiso en el juego de quedar bien con todo mundo, de no pelearse con nadie.

El asesinato de un joven a quien los panistas identifican como uno de sus brigadistas, es la primera campanada que los ha puesto de los nervios. No lo vieron venir.

El propio subprocurador Aaron Castro se enredó en su rueda de prensa: dijo que no hay elementos para encuadrar el ataque como un asunto político, pero no descarta por completo que haya móviles de orden electoral. Alegó que el crimen no ocurrió en una casa de campaña, ni en un mitin, como si solo en esos escenarios se dieran los asesinatos ligados a la política. De remate, su desafortunada descalificación: “Y además, era de oficio mecánico hojalatero”, con

lo que sea que haya tratado de resumir con ese dato.
No pudo el subprocurador convencer ni fijar por lo menos una postura cierta. No puede el gobierno carrerista dar certidumbre sobre este caso porque no tiene el control del escenario, se lo ha dejado irresponsablemente al libre juego de fuerzas políticas, la suya por cierto descabezada, desanimada y arrollada por la marea amarilla de los Gallardo.

Políticamente, el partido en el Gobierno del Estado y su gobernante han estado a la triste altura de sí mismos, pero no a la altura de las circunstancias. Les caracteriza una incapacidad para gestionar el desafío de una fuerza política que no sabe procesar la discrepancia y lo avasalla todo. No ha podido ni con el reto de sus propios militantes salidos del borde.

En el supuesto de una distancia con respecto de otros poderes e instituciones autónomas, dejaron por completo temas importantes en manos de todo tipo de intereses personales de quienes los encabezan. Permitió que los diputados pusieran en práctica formas de financiación escandalosas para sus fines personales, establecidas sin indicadores y sin transparencia. Lo mismo sacar recursos para ayudas que justificaron con facturas falsas, que vulgares “moches” por aprobar cuentas públicas.

Hoy, en el Congreso del Estado la desvergüenza y el cinismo se lo reparten entre todos los legisladores, del partido que fueren. El desprestigio es tal que si un perro muerde a un diputado, ponemos al perro en observación y sacrificamos al diputado, sin dudar. El San Luis que sentó a estos tipos en las curules merece irse al carajo, pero el jefe político que no movió nada para evitar sus excesos y escándalos está de llevarse su parte.

Tampoco quiso actuar con personajes que el Centro le impuso como delegados federales y resultaron voraces, inútiles e impunes. Permitió que se acumulara material para ilustrar hasta dónde puede llegar la impasibilidad ante la corrupción.

Con quién sabe qué idea, concedió el control del Tribunal de Conciliación y Arbitraje a una alcaldía que suma una cantidad irresponsable de laudos, para que haga y deshaga con las demandas de los despedidos.

Carreras limita la idea de la corrupción solo como un problema penal: aquello que se tipifica como delito es corrupto, nada más. Y se trata con procesos largos, lentos, inútiles, en la mira la meta del olvido más que la aplicación de la ley. No es capaz de advertir responsabilidad política. Con este alegato, sostuvo hasta el escándalo a un auditor superior que ya no estaba en condiciones mentales de hacer bien su trabajo; lo sacó cuando ya tenía el escándalo nacional encima por la llamada “Ecuación Corrupta”.

Como trae de serie la idea de no mojarse, echa sobre la justicia la responsabilidad de ordenar el sistema político. Sí, mucha división de poderes y respeto a instituciones autónomas, pero no está bien dejar de lado la responsabilidad de mantener a estos actores en la línea del bien por San Luis.

No es de extrañar que le reprochen sus propios correligionarios las candidaturas de priistas impresentables, ni que los adversarios le reprochen la inseguridad y el abuso. Los ciudadanos ya se hartaron de exigir el fin de la impunidad, que no se solucionen los casos relevantes, que las cifras de robos no bajen y que los asalten hasta en el camión.

Todo está conectado y todo canta lo mismo: no tienen los hilos, no tejieron el entramado correcto de relaciones y posibilidades de red.

 

LA TIRA DE LAS NETAS

NO HAY FORMA…

“Cómo defender al Tekmol, sí, cómo defender sus barbaridades, sus fotografías, sus burlas…”.

José Ramón Martel López, asesor de la campaña presidencial de José Antonio Meade Kuribreña, en entrevista-balance y en alusión particular sobre los impresentables que el PRI potosino hizo candidatos. WFM 100.1, con Erika Salgado (25/V).



 

SOBRE AVISO, DESPUÉS DE LAS URNAS

“Corruptos quienes abusaron del PRI en años recientes y comprometieron la campaña de Meade por el rechazo a los gobiernos que impulsaron. En julio vamos a Asamblea para volver el PRI a la militancia y por consulta para todos los cargos de dirigencia y de elección”.

Ulises Ruiz, ex gobernador de Oaxaca, en un tuit dirigido al líder del Senado, Emilio Gamboa Patrón, en respuesta sus declaraciones en una entrevista sobre la bocabajeada campaña presidencial. Gamboa dijo que “el PRI está muy repudiado” por “muy malos” ejemplos de militantes. (17/V).



 

DE CARA DOBLE

“Los empresarios que asistieron al desayuno para cuerpear a los Gallardo no podrán quejarse de que son extorsionados; ni de la inseguridad y corrupción que sufrimos los potosinos”.

Eduardo Martínez Benavente, notario y ex diputado local, sobre presencia afectuosa de empresarios como Carlos López Medina, Jacobo Payán, Fernando López Palau y Francisco de la Rosa Carpizo en el evento de los Gallardo para el ex jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera. Astrolabio (25/V).