Sorpresas inflamables

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Los comicios competidos se convierten a menudo en procesos de combustión que hallan material propicio para arrasarlo todo. El reciente dejó escenarios que se duda alguien haya previsto para reinvenciones y recomienzos, apenas se enfríe la tierra y se disuelva el humo.

 

Todavía en el intento de mantener la coalición federal para las candidaturas a diputaciones locales, el PAN recibió un desdeñoso “no” por respuesta del PRD.
La presión mayoritaria al interior del blanquiazul había conseguido que la imposición de la alianza con el PRD para diputaciones federales, presidencia de la República y Senado no llegara a la alcaldía capitalina.

Si ya de por sí poca gracia les hizo a los panistas potosinos compartir fórmula al Senado, la candidatura a presidente municipal de San Luis Potosí se convirtió en punto de quiebre. Ni siquiera había militantes interesados con verdaderas posibilidades de ser competitivos, pero sencillamente no querían extender ese matrimonio aliancista a palos hasta la postulación del alcalde Gallardo.

Los gallardistas no fueron impermeables al desprecio. Se dieron cuenta e hicieron esfuerzos a nivel de dirigencia nacional panista porque se mantuviera la alianza en la candidatura de Ricardo Gallardo Juárez.

Por el lado amarillo, percibían la seguridad de un triunfo solos, pero entendían los efectos de esa resistencia panista a sumarse al proyecto capitalino.

Pesaron finalmente más con Anaya las intervenciones en contra de Emilio Álvarez Icaza, Santiago Creel Miranda y Luis Felipe Bravo Mena: el PAN llevó su candidato en San Luis Potosí aunque no fuera propio, el no panista Xavier Nava Palacios.

Para disuadir resentimientos, y por sumas que calcularon ganadoras en los dos bandos, fueron aliados en algunos municipios y otros no. Así salieron las candidaturas del empresario Antonio Costa en Tamazunchale y del reelecto Ramón Torres en Rioverde. Pero ni Soledad ni San Luis en sociedad; antigallardismo en azul.

Los panistas calcularon que a la hora de hacer campañas para las diputaciones locales, iba a ser complicado lidiar con las tensiones de la competencia en lo individual por alcaldías. Las campañas para las curules locales fuera de la capital y Soledad a menudo hallan anclaje en las estructuras de los candidatos a alcaldes del distrito que toca. Eso lo saben también los candidatos a diputados federales, una gracia de la que es experto Óscar Bautista Villegas, ahora diputado federal electo gracias a su capacidad de negociar y amarrar votos con candidatos a alcaldes y diputados locales hasta de otros partidos. Mañoso, directo y hábil para la propuesta electoral indecorosa, resultó incombustible en esta ocasión.

Fueron esas tensiones de competencia las que impidieron, por ejemplo, que Ricardo Anaya hiciera campaña ya como candidato en San Luis Potosí capital, pues iba a ser imposible promoverse del brazo del candidato de su partido, Nava, sin consecuencias con sus “aliados” nacionales los Gallardo. Además, después de la exhibición de riquezas exprés del alcalde perredista y su familia en Televisa y Proceso, el staff de Anaya no quería una foto del queretano con los dueños potosinos del PRD.

Pero el PRD de los Gallardo rechazó la oferta de ir en alianza para el Congreso local, con una seguridad ganadora que veían sin socios. Al PAN le interesaban distritos específicos como el once, que ganó finalmente Cándido Ochoa Rojas como candidato PRI Verde, pero la suma hipotética de lo obtenido por las opciones PAN- PRD y MC lo hubiera superado.

Todavía directivo perredista, Luis Fernández Martínez no aceptó. La fuerza amarilla que entonces se creía arrolladora no veía necesario al PAN. Es más, preveían que de las seis diputaciones de la capital y Soledad, solos se llevaban cinco. Fernández Martínez dejaría la dirigencia para sustituir al candidato perredista en el distrito noveno, con sede en Soledad. Según el acta de cómputo estatal para efectos de asignación de diputados de representación, el PRD sumó 21 mil 313 votos y la candidata de la coalición Juntos Haremos Historia le ganó sumando 18 mil 425 de Morena, mil 677 del PES y 2 mil 359 del PT (22 mil 641 en total).

El pretendiente a aliado que el PRD rechazó para las diputaciones locales, el PAN, obtuvo en ese distrito noveno 8 mil 664 votos. Las sumas de votos PAN-PRD en las diputaciones de la capital brincan las de Morena-PT y el PES. Con Morena perdió también el ex titular de los programas asistenciales gallardistas. Pero Fernández Martínez ni se imaginó, porque entonces difícilmente alguien podía tenerlo claro, que pateaba su propia posibilidad de una curul local.

Faltaría, desde luego, considerar si una alianza a las diputaciones locales hubiera generado fugas de votos duros panistas, inconformes con esa rechazada sociedad. Con todo y eso, entre candidatos federales en alianza, sociedades parciales en alcaldías y campañas al Congreso local en solitario, el trabajo proselitista para el PAN fue toreo con naturales y tandas a pies juntos con un animal muy incómodo.

Las elecciones competidas suelen ser procesos de combustión no solo para partidos, gobiernos y figuras políticas distinguidas. Algunos resultan un calefactor agradable y llevadero, en otras se alborotan las llamas y si las lenguas de fuego hallan pasto seco y material combustible, el quemadero se vuelve de impredecibles consecuencias.

Apenas se enfría la quemadera a nivel nacional y local, todavía con humo y suelo caliente, los pasados comicios fueron un incendio mayúsculo que se llevó escenarios triunfales y figurones gigantes como si fueran de cartón.

A la chamusquina de una competencia enconada no escaparon incluso representaciones empresariales, organizaciones civiles, corporaciones policiacas y medios de comunicación. Hubo pasión y militancia. Como quema para abrir tierra al cultivo, el 1º de julio deja el mapa político en San Luis muy parejo; se moverá en cuanto el suelo enfríe y la humareda se disperse, con vistas a la próxima cita.

De los proyectazos al 2021 del PRD gallardista queda algo en pie, pero tan resentido que a lo mejor no resiste el empujón de una buena auditoría o el dictamen de un juzgado federal. Su verdadero líder moral, el ahora diputado federal Ricardo Gallardo Cardona, reunió a algunas huestes, parece que más con fines de ánimo, y dijo que van a estar atentos a reconfigurar fuerzas.

Los colaboradores más cercanos hablaron de “traiciones” y de venta de voluntades, algo que más bien suena como catarsis. El anuncio más interesante fue una todavía nebulosa referencia a “la gallardía” como fuerza política local: bases para un partido propio las tienen, así que falta dejar al tiempo.

El PAN recuperó alcaldías importantes y mantuvo la de Rioverde. Pero le espera una degollina interna, nacional y local, para pelear los muebles que le quedaron tras el desastre aliancista de Ricardo Anaya.

La Morena potosina todavía no acaba de festinar el arribo sorprendente como mayoría en el Congreso, y ya asomaron los pleitos y los reclamos por formas, transas y actitudes de sus dirigentes.

Y al priismo local la quema lo ha dejado desnortado y en cueros. Saben que las dimensiones de lo perdido a nivel nacional les constriñe el horizonte y los deja en una larga noche. Los priistas de tono más dramático son los más preocupados porque eso es una característica que estorba en escenarios de cambio.

El jefe real del priismo potosino, un caso de híbrido de la política, no se ve ni se oye preocupado. No es que sea unas campanillas, en parte no ha tenido ni tiempo de sentarse a lamentar pérdidas: el periodo de adaptación de los gobernadores al ejecutivo federal morenista va a tener que ser muy corto y con los menos traumas posibles. Adaptación como gobernantes de un partido distinto, no sometimiento. El gobernador y su partido tenían ya desde mucho antes de llegar a las urnas unos escenarios fatales, nacionales y locales.

Váyase a saber el porqué, pero los días inmediatamente posteriores a la elección, probablemente el gobernador priista Carreas haya sido la cara con mejor semblante en medio de un monte de cenizas.

 

LA TIRA DE LAS NETAS

DOLOROSA DESPEDIDA

“Yo no había renunciado (a la pensión presidencial) porque sí la utilizo para vivir, pero bueno, si se acabó se acabó; habrá que buscarle el chivo por otro lado”.

Vicente Fox Quesada, ex presidente de México, respecto de la eliminación de pensiones especiales a los ex mandatarios del país. Milenio TV (4/VII).



 

DIGNOS DE DESCONFIANZA

“Todo político está obligado a decir que no (ha deseado nunca tirar la toalla), pero o se miente a sí mismo o miente a los demás o es un tipo peligrosamente seguro de sí mismo”.

Felipe González Márquez, por catorce años presidente de España, en respuesta a una de las preguntas de un cuestionario por escrito que le envió una revista cuando estaba en el tercer año de su primer mandato. El viejo líder socialista es el primer ex presidente español en hacer públicos sus archivos. EPS (12/VII).

 



 

EL MISMO DE SIEMPRE

“Te sigo esperando con tu apoyo, jefe. Se ve que no sabes cuándo es 2018. ¿Por qué salieron tan culos ustedes? Yo tanto que los protegí, buen puesto y buen sueldo”.

Oscar Bautista Villegas, diputado local y diputado federal electo, audiograbado reprochando a un funcionario de Rioverde la tardanza en la entrega de un “moche” de cien mil pesos. La Brecha (12/VII).