And The Oscar goes to...

Guillermo del Toro es el favorito de mexicanos y muchos extranjeros para ganar el Oscar. La forma del agua (2017) es una cinta hermosa, con una bestia y una bella, de esas que roban el corazón. Claro que se lo merece: desde La invención de Cronos (1993) demostró que tiene un estilo y que las criaturas que fueron poblando su universo tenían vida, y sobre todo una personalidad.

De Blade 2 a El laberinto de Fauno, o de Hellboy a Pacific Rim, las películas del tapatío Del Toro son mucho más interesantes que las de otros cineastas. Y el que sea mexicano nos proporciona ese orgullo patrio como cuando vimos a los otros alegres compadres (Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu) ganar la estatuilla de la industria cinematográfica estadunidense o, en otro plano, como cuando gana la Selección de Futbol. Como cuando Rocky Balboa venció a Iván Drago. Lo que viene de Estados Unidos suele ser espectacular, de las guerras a los exabruptos de su presidente, o como por cierto promete serlo el Super Tazón de hoy, con su consumo extra de aguacate y cerveza mexicanos.

Del Toro es favorito. Casi toda la crítica está de su lado. Su película es “diferente” pero es hollywoodense, espectacular. Parece que ya lo tiene en la bolsa, porque ha ganado otros premios similares de Estados Unidos. Pero... y si no ganara, ¿qué?

Los concursos son ganados por méritos o por azar (algo comentábamos la semana anterior sobre las inexistentes convocatorias a escultores y otros artistas) según quién y para qué convoque, y quién responda a la convocatoria. En el Melate son ínfimas las posibilidades de ganar, en concursos artísticos se supone que es por el esfuerzo y la obra. En la vida y en el arte (en la política a veces) no siempre es así, como veremos a continuación.

Comparto algo de Gabriel Zaid, uno de los pocos autores de Letras Libres que sigo (sobre todo en ciertos temas). Habla de literatura pero bien puede aplicarse al cine, al arte en general:

“Una injusticia irremediable está en el sufrimiento de los que sienten el llamado a las letras, pero no logran escribir algo importante. ¿Por qué las musas despiertan el deseo, y luego se resisten? Hay algo triste en los amores no correspondidos. Pero qué se va a hacer. Muchos son los llamados a la dicha de lo bien dicho y pocos los afortunados con ese encuentro feliz. Hasta los afortunados pueden acabar fuera del paraíso. No hay leyes ni cuidados que puedan reparar esa injusticia.

“Para los afortunados, el premio está en la obra misma (el encuentro feliz), especialmente si resulta memorable, aunque el autor se pierda de vista. Antonio Machado exaltó esa consagración invisible que reciben los autores anónimos de coplas, refranes y metáforas memorables. Desear eso es preferir la gloria de las palabras a la gloria del autor. Recrearse en la obra (hacerle justicia) es más importante que reconocer a su creador (hacerle justicia)”.

Hay películas magníficas (y directores y actores) que no han obtenido la estatua que premia a lo mejor del cine... hecho en Estados Unidos. Se premia al mejor largometraje, con los votos de personas que pertenecen a esa industria. Hay una categoría para el resto del planeta, pero lo fundamental es lo que pertenece a esa comunidad de habla inglesa.

Para un artista un premio no significa mucho cuando la obra es buena, pero ayuda a sobrevivir. Los premios suelen ser en efectivo, y eso ayuda. Pero hay obras y autores deconocidos, o que de plano murieron en la miseria, como Franz Kafka o Vincent Van Gogh.

En el cine holliwoodense, recordemos que Pandillas de Nueva York perdió contra Chicago, o Gente corriente venció a Toro salvaje. Y de las ganadoras, hay muchas que ha valido la pena olvidar, como El paciente inglés o Corazón valiente, por citar solo dos. De actores, recordemos como “bullearon” a Leonardo DiCaprio por no haber ganado premio a mejor actor durante buena parte de su carrera.

En lo literario, ¿alguien que no sea del “mundillo cultural” recuerda quiénes han ganado el nacional Aguascalientes o el local Manuel José Othón? ¿O quién venció (es un eufemismo) en la pasada Bienal Nacional de Pintura?

Esta semana se anunció un premio internacional para Jorge Volpi, funcionario cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), surgido de los autollamados Generación del Crack. El premio lo otorga la editorial multinacional Alfaguara, y se supone que Volpi, autor de esa editorial, fue seleccionado “a ciegas” de entre más de 500 autores. Muchos jurados conocen la obra del participante, o el jurado de “preselección” junta en realidad la obra de los amigos. Lo que recomiendo: desconfiar, leer con ojos críticos, buscar obra (lectura, cine) en los mercados no oficiales.

El artista crea porque le nace, si es leído, visto, apreciado, mejor, mas no es lo único. No es el número de la taquilla lo que da el valor a una obra; o los ejemplares vendidos. Existen (y podemos ver en la red) películas de otros idiomas que valen la pena, que deberíamos ver para tener un punto de comparación. A veces la Cineteca Alameda tiene buenos ciclos, y hay que estar al pendiente hasta de YouTube.

Hay concursos a modo, quizá la mayoría. Y sin embargo, comento con amigos y talleristas, hay que intentarlo. Hay que escribir, corregir, editar (autoeditarse o buscar editorial), volver a corregir, buscar nuestro público. Es como la lotería. En una de esas podría haber en un concurso un jurado de primera. Sigo con Zaid:

“Ningún premio mal habido, ninguna reseña favorable para quedar bien, ninguna antología descuidada o complaciente, ninguna historia de la literatura con más oído para los nombres que ojo para los textos, ninguna claudicación editorial, engañará a los buenos lectores. Pero destruyen la fe pública, desorientan al público lector y hacen perder el tiempo”.

No sé si lo merezca por esta película en particular, pero ojalá ese Oscar lo gane el paisano. Se lo merece por trayectoria, por esa fijación en el trascender, en lo que nos hace “raros”. El artista ha de seguir lidiando con sus monstruos con o sin reconocimiento, y Guillermo del Toro los ha lidiado bien.

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