Añoranzas de la participación ciudadana municipal

En los últimos años las formas de gestión de los gobiernos municipales entraron en conflicto, debido principalmente a su incapacidad para dar respuesta a las demandas de servicios públicos de la sociedad; por lo que sus formas de organización están en crisis, y su mayor preocupación ha sido elevar sus niveles de eficiencia, eficacia y efectividad. Para hacer frente a esta problemática se ha recurrido a la participación ciudadana, lo que ha implicado un giro esencial en las formas de distribución de funciones de los actores involucrados en la gestión municipal.
Las formas de organización basadas en la jerarquía y la centralización, se caracterizan por su autosuficiencia, una estructura rígida y vertical, un rol pasivo de la sociedad, lo público como exclusivo del Estado, son espacios donde confluyen múltiples intereses particulares, pero cuya solución es de manera selectiva y a partir de políticas públicas implantadas solo desde las estructuras gubernamentales. Es un modelo cuestionado por la falta de transparencia, ausencia de rendición de cuentas y falta de legitimidad en las decisiones.
La implantación de formas de gestión basadas en la participación ciudadana, representa la decadencia de las formas organizativas del gobierno municipal basadas en la jerarquía y la centralización, las cuales respondían a la existencia de una sociedad con cambios lentos, predominio de un partido político en el gobierno, y una sociedad con poca información disponible. Desde principios de los noventa, el contexto de la gestión municipal se transformó, existieron profundos y rápidos cambios, alternancia política y, la presencia de una sociedad más informada.
Con la participación ciudadana, la sociedad pasa a cumplir un rol activo en la definición, implantación y evaluación de las políticas públicas municipales, las relaciones entre el gobierno municipal y los actores sociales dejan de ser verticales para ser un tipo horizontal. Sin embargo, la participación ciudadana, según el Banco Mundial, tiene ventajas competitivas, por lo que su falta de implantación acarrea costos de oportunidad y genera costos directos, que afectan el cumplimiento de las metas de los programas de los gobiernos municipales. Los más relevantes son: incremento en los costos de operación de los servicios públicos; reduce las posibilidades de continuidad de los programas; se incrementa la dependencia del gobierno estatal y federal.
El principal logro de la apertura de la participación ha sido que se cuenta con gobiernos más legítimos, aunque el principal obstáculo ha sido la carencia de una cultura participativa de la comunidad. En lo que se refiere a sus insuficiencias, las principales críticas a la participación ciudadana, han girado en torno a que esta genera lentitud en la toma de decisiones, incrementa los costos de los programas y obras del gobierno municipal, no mejora la calidad de las decisiones, incrementa los conflictos y se descuidan las perspectivas de mediano y largo plazo. Por sus efectos negativos, su principal reto es lograr la inculcación entre participación y eficiencia, para lo cual la adopción de estructuras organizacionales flexibles y adaptables a los diferentes problemas públicos es un punto de partida importante.

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