Astronautas frustrados



En 1856 fueron descubiertos en el Valle del Neander, en lo que hoy es territorio alemán, restos fósiles que pronto fue claro pertenecían a una especie humana hasta entonces desconocida. Diez años después, el biólogo alemán Ernst Haeckel propuso el nombre “Homo stupidus” para esta nueva especie, dando por descontada su inferioridad intelectual. Para suerte de los neandertales –como hoy conocemos a los miembros de la especie descubierta en el Valle del Neander–Haeckel no tuvo éxito con su propuesta y prevaleció en cambio el nombre “Homo neanderthalensis”, publicado dos años antes por el geólogo británico William King.

Desde una perspectiva europea del siglo XIX, no sorprende demasiado que Haeckel haya prejuzgado la capacidad intelectual de la especie neandertal y haya asumido que tendría que haber sido por necesidad inferior a la de nuestra especie. De hecho, Haeckel era racista y sostenía que la raza europea era superior a todas las demás, que estaban en un estadio inferior de desarrollo. Así, si entre las razas humanas, según Haeckel, existen rangos de capacidad intelectual, entre especies las diferencias en este sentido tendrían que ser abismales.

Con el transcurrir de los años, no obstante, nuestras ideas acerca de los neandertales y sus capacidades intelectuales han evolucionado de manera considerable en su favor, y hoy en día se considera que éstas no eran muy diferentes de las nuestras. Así, los neandertales podían hablar, y fabricar herramientas y adornos corporales. También tenían la costumbre de enterrar a su muertos, lo que indica que podían pensar de manera simbólica. Y por si fuera poco, tal parece que también hubo neandertales artistas.

Esto último es lo que concluye un estudio publicado esta semana en la revista “Science” por un grupo internacional de investigadores encabezado por Dirk Hoffmann del Instituto Max Planck en Leipzig, Alemania, en el que reportan el fechado de pinturas rupestres descubiertas en cuevas de España. Los investigadores encuentran que las pinturas estudiadas fueron hechas en una época sorprendentemente lejana, cuando los hombres modernos no habían aun arribado a Europa, la cual estaba habitada sólo por neandertales.

La investigación de Hoffmann y colaboradores se llevó a cabo en tres cuevas: La Pasiega, en el norte de España, cerca de Bilbao, Matravieso en el occidente, y Ardales en el sur, cerca de Málaga. No se fecharon las pinturas mismas sino de los grumos de carbonatos depositados sobre las mismas, los cuales se formaron después de que fueron realizadas. De esta manera, se determinaron edades mínimas para las pinturas. El fechado se llevó a cabo mediante una sofisticada técnica que mide las composiciones de los elementos radiactivos uranio y torio en los carbonatos, las cuales varían de una manera característica a lo largo del tiempo.

En La Pasiega las pinturas incluyen una figura en forma de escalera cuya antigüedad es de más de 64,800 años. En Maltravieso se puede ver la silueta de una mano realizada apoyando una mano sobre la pared de la cueva y rociando pintura por medio de la boca. Se encontró que esta figura tiene una antigüedad de más de 66,700 años. Finalmente, en Ardales, la pared de la cueva tiene depósitos minerales que le dan la apariencia de una cortina vertical y que han sido pintados de rojo. En este caso, la pintura tiene una antigüedad mínima de 65,500 años.

En todos los casos, las pinturas fueron realizadas cuando menos 20,000 años antes de la irrupción del hombre moderno en la Península Ibérica y esto descarta que los autores de las mismas hayan pertenecido nuestra especie. La conclusión inevitable es que fueron elaboradas por neandertales, que se sabe eran los únicos humanos que poblaban España en la época por la cantidad de restos fósiles que se han encontrado. Así, la mano que dejó su impresión en la cueva de Maltravieso habría pertenecido a un neandertal que vivió hace más de 60,000 años –lo que no deja de ser fascinante.

De este modo, resulta que las capacidades intelectuales de los neandertales –que podrían haber llegado a ser conocidos como los “estúpidos” de haber tenido éxito la propuesta de Haeckel– fueron definitivamente menospreciadas por los prejuicios raciales europeos del siglo XIX. Dichos prejuicios fueron alimentados por el éxito que tuvo Europa en la conquista del mundo en los últimos siglos. En este contexto, el hecho de que nuestra especie haya sobrevivido y que los neandertales se hayan extinguido, fue para algunos prueba más que convincente para demostrar la inferioridad de estos últimos.

No obstante, los resultados de Hoffmann y colaboradores, al igual que los de otros investigadores, demuestran que las cosas no son tan sencillas, y que si bien es cierto que los neandertales se extinguieron hace unos 30,000 años, las causas por lo que esto ocurrió no están relacionadas con su supuesta inferioridad intelectual. Así, hay incluso quien especula que de no haber desaparecido, los neandertales podrían quizá haber llegado hasta la Luna.