Congruencia

Una cosa que me ha quedado suficientemente claro, es que nadie de los que rodean al señor López, así como muchos de sus votantes y seguidores, conservan a la razón como eje esencial de su conducta. Tal vez exagero con el “nadie” y, para ser yo mismo más razonable, deberé decir “la aplastante mayoría de los que rodean al señor López”.
Leo y escucho a personas que, hoy, contrarían sus convicciones sostenidas por años, claudicantes hoy bajo la seducción de López y lo que, suponen de buena fe, será el renacimiento de un México mejor. Así lo esperamos todos, pero los indicios de lo que parece venir luego del primero de diciembre, son bastante preocupantes.
¿Qué México estaba mal?, sin duda; ¿qué México requería una transformación?, por supuesto; pero, ¿es la dictadura la solución?, no lo creo.
López ha logrado sectarizar al país, ha logrado dividirlo en un “ellos y nosotros”, en “buenos y malos”; los requisitos para estar en uno u otro bando son simples: si apoyas a López eres bueno, eres “de nosotros” y si lo criticas, aunque sea con razones, fundamentos y argumentos, eres “de ellos”, de los malos.
¿Es en serio que, quienes cuestionaron ampliamente la presencia del ejército en las calles, en labores de seguridad pública, hoy defiendan la guardia nacional propuesta por López, bajo mando operativo militar y con conformación castrense? ¿De verdad es tan fácil que Olga Sánchez Cordero haya cambiado tanto luego de su salida de la Suprema Corte, donde tuvo un destacado papel como Ministra, para convertirse en heraldo de aquello que combatió, justificando lo injustificable y defendiendo lo indefendible?
Ya ha habido importantes pronunciamientos contra esta propuesta, tanto de Amnistía Internacional como de Human Right Watch; poco les va importar a López y amigos, pues han demostrado que, de eso de escuchar argumentos sólidos y ciertos, no hay mucho. Recuerdan al personaje de aquel corrido, Gabino Barrera, que: “…no entendía razones andando en la borrachera”, esa embriaguez provocada por el triunfo aplastante de un pueblo que les pidió un cambio, no un sometimiento autoritario.
La prueba la da la comedia de consulta sobre el aeropuerto de Texcoco o la que viene sobre algunos proyectos, como el tren maya o sembrar árboles frutales; consultas a modo, pantomimas sin rigor y solo justificantes de pantalla. Con esas consultas hace creer que se toma en cuenta a quienes, de siempre, habían sido marginados, hoy comparsas involuntarios de un siniestro juego de poder de López y los suyos.
Dijo Alfonso Durazo, durante la presentación de la estrategia de seguridad pública de López que habría cero tolerancia al influyentismo; ¿cómo explica entonces que se asigne directamente el proyecto del aeropuerto en Santa Lucía a un ingeniero Samaniego, socio de José María Rioboó, ese superasesor de López y “genio” de la aviación que dice que “los aviones se repelen”? ¿Cómo se explica que, en el Congreso de la Unión, vayan a reformar la Ley Federal de Entidades Paraestatales, solo para que pueda ser director del Fondo de Cultura Económica ese lúgubre sujeto que es Taibo II? ¿No es justo de lo que se quejaban los seguidores de López, las leyes a modo? ¿No dicen nada hoy que, entre posibles candidatas a ser Ministras en la Suprema Corte que propondrá López al Senado, están la esposa de Rioboó o la hija de Olga Sánchez Cordero? Carnalas y carnales, sin más.
¿Por qué los votantes por la cuarta transformación, que no querían que eso siguiera sucediendo, hoy justifican en López lo que cuestionaban de sus antecesores?
¿Acaso la constitución moral que pretende López, ese documento que será el instrumento de adoctrinamiento ideológico desde el Poder y el parámetro de formalización del sectarismo social, no contiene a la congruencia como un valor?

@jchessal