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Contenidos y apariencias

Por Alfredo Oria

Abril 14, 2023 03:00 a.m.

A

Es muy grato cuando la vida nos pone delante una fasta sorpresa, especialmente cuando ésta se convierte en la rectificación de un prejuicio. El otro día, por ejemplo, me presentaron una botella de vino cuya apariencia era más la de una de perfume... “Otro vino de diseñador gráfico sin contenido”, pensé. Era muy atractiva, al decir verdad, pero los aficionados estamos vacunados contra esa legión de botellas muy bonitas y adornadas, pero de líquido mediocre: parece que en el vino hay una relación proporcionalmente inversa entre decorado y calidad, pensemos en la parquedad de las etiquetas de los grandes vinos franceses. En fin. Los malos agüeros se contrapusieron con las referencias que fueron apareciendo en mi búsqueda: una variedad de uva muy rara, una denominación de origen muy seria, aclamación crítica unánime y producción minúscula. Decidí que habría que decantarlo y esperar.

Acerqué la nariz a la copa luego de unas tres horas de reposo en el decantador. Madre mía. Un escalofrío recorrió mis antebrazos. “Ese aroma... ¿dónde he percibido ese aroma?” Sin poder creerlo aún, volví a aspirar ese aire misterioso, sutil y profundo a la vez. Ole: miraba, boquiabierto, a mi combibel. Me atreví por fin a sorber un poco del vino... el escalofrío volvió, poniéndome esta vez de punta los vellos de los antebrazos y haciéndome apretar los ojos para intentar contener la explosión que durante cuarenta largos e intensos segundos se irradiaba desde mi paladar hasta mi cabeza y mi pecho... ¿Dónde, dónde he sentido algo así? El vino era profundísimo, desde sus destellos carmesí, su inefable elegancia en la nariz, hasta esa impetuosa experiencia en el gusto, todo potencia y suntuosidad.

¿Dónde había yo catado algo así? Por fin lo recordé. 

No me atrevo a escribir, por pudor, ni el nombre del vino que intento describir, ni los de las etiquetas que me trajo a la memoria. Aparte ese no es el punto. Mi intención es trasmitir una vivencia que puede llegar con otro vino, con otra expresión gastronómica, con otra manifestación estética, con una persona. Sobre todo con las personas. La lección es por demás simple y tópica, pero no por ello inútil ni falsa: pronto se arrepiente el que juzga apresuradamente. Mi deseo es que en su camino, caro lector, se cruce con una sorpresa como ésta, cualquiera que sea su procedencia.  

P.D. Si la duda te carcome el alma, caro lector, escríbame y con gusto le revelaré las identidades de estos vinos extraordinarios.

@tusimposiarca

aloria23@yahoo.com

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