De cánidos e inquietudes

“Me gustan quienes son leales, y en estos tiempos ya ni los perros lo somos”, le dice Mórtimer el perrito cazador al protagonista que se había presentado así: “Nací mestizo, cruce de mastín español y fila brasileña. Cuando cachorro tuve uno de esos nombres tiernos y ridículos que se les ponen a los perrillos recién nacidos, pero desde aquello pasó demasiado tiempo. Lo he olvidado. Hace mucho que todos me llaman Negro”.
Las citas vienen de un breve y entretenido libro que leí estos días, en el cual varios perros nos muestran sus sentimientos y cierta inteligencia en sus empeños o aventuras, con pensamientos a veces claros y una comunicación entre ellos a través de ladridos en traducción simultánea al lenguaje de los humanos (Arturo Pérez-Reverte, Los perros duros no bailan, Alfaguara, 2018).
El Negro se lanza en busca de sus amigos desaparecidos, Teo y Boris el Guapo, con la atención o participación de muchos otros: un filósofo, una mexicana, el dogo guardián, Dido la novia de Teo, y así… Se vuelve una epopeya enternecedora de giros interesantes y un final de triste
a animado.
En su viaje el luchador retirado se arriesga, y aparte nos dice que “un perro no es más que una lealtad en busca de una causa”, al tiempo que todo lo van tomando con filosofía. Miren, siempre habrá algo que aprender de los animales.
Ya, en El coloquio de los perros, Miguel de Cervantes nos refería: “Desde que tuve fuerzas para roer un hueso, tuve deseo de hablar para decir cosas que depositaba en la memoria”. Entendamos o no a estos cánidos, pienso que el hombre es el mejor amigo del perro aunque a veces nos convertimos en un enemigo que viene a ser indigno de su lealtad.
Con todo, los nietos de los lobos son capaces de muchas cosas cuando se ponen en plan de mírame y no me toques. Y, ojo, es preferible no abusar de ellos.
* LA ANSIEDAD Y LAS discusiones se centran hoy en los temas de una transformación que para México sería tan necesaria como compleja. Todo esto, si nos fijamos, no tiene por qué volverse una cuestión de ideología ni odios o amores personales, y tampoco es cosa de echarle aquí más leña a las ardientes inquietudes de una parte relevante de la población.
El nuevo gobierno no quiere contrapesos que estorben sus buenas intenciones, pero así igual evita advertencias oportunas sobre sus costosos errores. Se trata de que no descalifiquen tan fácilmente a quienes se organizan en marchas para protestar, ni que los reclamos de éstos sean contestados con aún más de lo mismo.
Sólo piden que no consulten al aventón disyuntivas que resultan demasiado complejas e implican numerosos intereses, sino que hagan foros de opinión con expertos y afectados acerca de asuntos graves y trascendentes. Me parecen súplicas o sugerencias tan razonables como respetuosas.
En anteriores artículos hemos insistido en que la democracia es mucho más que un gobierno de la mayoría. Debe incluir la salvaguardia de los derechos del individuo y de las minorías, así como diversas restricciones a los equívocos y los excesos de poder.
¿Quiénes integran “la gente” o “el pueblo”? Bueno, algunos populistas no ven allí a los ricos ni a quienes tienen más estudios o a los empresarios que se han fortalecido con sus éxitos… ellos vendrían a ser “fifís o pirruris”. Y ni siquiera les gustan los conceptos de “sociedad” o “ciudadanos”, que no sólo engloban a sus partidarios sino también a sus adversarios derrotados en la última elección (47%)… Mexicanos somos todos.
Para esos líderes populistas consultar a sus seguidores y a las masas que les son afines y confiables, viene a ser mucho mejor que tomar en cuenta a la técnica, los mercados y los inversionistas. ¡Un grave contrasentido!
“Yo ya no me pertenezco, estoy al servicio de la nación”, exclamó Andrés Manuel López Obrador en una gira al sureste la víspera de su reciente cumpleaños. Sólo recordemos aquí que el 13 de febrero del 2009 Hugo Chávez expresó literalmente: “Ya no me pertenezco, yo le pertenezco al pueblo de Venezuela”.
Ni se inmutaron ahora los gobernadores de los estados donde se contempla la inversión del Tren Maya, que estaban presentes allí en Mérida. Tampoco parecen haberse turbado sus fieles colaboradores que lo felicitaban poco después con expresiones como “A los 65 años está revolucionando la democracia y todo lo poético que puede ser la política” o “Qué mejor regalo para nuestro Presidente Electo, que el apoyo y cariño de toda una nación”.
Eso sí, ya les digo, hay que rechazar cualquier indicio de violencia física contra AMLO. Claro, los perjuicios o diferencias entre él y algunos de nosotros no tendrían que ser una cuestión de odios ni doctrinas o sectarismos. Debemos respetar la investidura presidencial y, hasta donde sea posible, unirnos para apoyar en temas significativos que vengan al caso (ante Trump, por ejemplo), sin dejar de ser críticos en todo aquello que a nuestro juicio vaya mal.
Bien, oigan, frente a tantas discusiones e inquietudes, nos queda la posibilidad de ejercer una crítica informada y constructiva. Aún más, cuando tenemos el privilegio no sólo de que nos publiquen en un periódico impreso o en diarios digitales, sino también de que nos consideren o lean damas o caballeros como cada uno de ustedes.
* FUE ALENTADOR VER A Xavier Nava y Juan Manuel Carreras en un importante evento de Alcaldes con la ONU-Habitat y el Infonavit en la capital del país, relativo a la ‘Nueva Agenda Urbana’ para las principales ciudades de la República Mexicana. Mediante índices precisos de prosperidad se debe pugnar por ascender en un conjunto de factores pertinentes.
El presidente Peña destacó una serie de logros en cuanto a crecimiento y empleo a partir de las mejores cifras “en los últimos 48 años”, lo cual significaría: desde 1970, al final del desarrollo estabilizador de Díaz Ordaz, y el inicio de la docena trágica del populismo con Echeverría y luego López Portillo. ¿Esperará EPN que, al avanzar el nuevo sexenio, se aprecien otra vez esas referencias de logros, colapsos e intentos posteriores de recuperación?
Y, en fin, lo escuchaban personajes tan cuestionados como Luis Videgaray y Rosario Robles. Ésta incluso intercambió con EPN emotivos elogios y recibió de él otro espaldarazo. Se encontraban ahí también funcionarios exitosos y honestos como David Penchyna, el Director General de Infonavit.