De casta le viene al galgo…

Óscar G. Chávez

En el proceso electoral 1916-1917 para la gubernatura de San Luis Potosí, resultó triunfador el general Juan B. Barragán Rodríguez (1890-1974). Su llegada derivó más bien del apoyo proporado por Venustiano Carranza, que de los méritos propios.

Según el decreto emitido por la XXV Legislatura del Estado Libre y Soberano de San Luis Potosí, Juan B. Barragán debería tomar posesión el 10 de junio de 1917 y permanecer en la gubernatura hasta el 25 de septiembre de 1919, dando continuidad al periodo iniciado el 26 de septiembre de 1915.

Dista mucho su gubernatura de poner en práctica los legados revolucionarios y, por ende, constitucionalistas; si bien pretendió pacificar al estado, persiguiendo gavillas de inconformes, entre ellos los hermanos Cedillo, su gobierno se caracterizó más bien por desmedidas corruptelas y actos de rapiña entre hacendados y propietarios urbanos. La extorsión, fue la práctica recurrente en ese periodo; quizá siguiendo la enseñanza paterna.

Es Victoria Lerner, quien señala cómo el padre, Juan Francisco Barragán Anaya, gestionando una aparente recuperación de los bienes de Mariano Arguinzóniz (su primo), escribía a Carranza: ese viejo avaro tiene millones con qué responder, afloje 50000, 100000, 200000 pesos o más. Barragán Rodríguez, pretendiendo un saneamiento de las finanzas públicas del estado, puso como tesorero a su primo Juan Barroeta Barragán.

Este tipo de actividades, la propia Lerner las considera como un indicio de fracturas económicas que existían entre la élite lugareña –incluso entre parientes– desde el porfiriato. Es pertinente agregar sin embargo, que estas fracturas se incrementaban por encima de los vínculos familiares, según el grupo político al que pertenecieran los principales actores, y de acuerdo a los intereses de los mismos.

La cosa no para allí; siguiendo las enseñanzas de los gobernadores porfiristas, de cuyo grupo familiar formaba parte, durante sus múltiples licencias dejó a cargo del ejecutivo a sus allegados, y luego de su renuncia, ya que no concluyó el periodo, impone como gobernador a Severiano Martínez.

La llegada de Martínez, lejos de apaciguar las aguas más las enturbió; Rafael Nieto ex secretario de Hacienda, el otro contendiente en la burda farsa electoral, se declaró triunfador, al igual que su legislatura, y el día 26 de septiembre de 1919, ambos tomaron protesta como gobernadores, Martínez en la ciudad de San Luis Potosí, y Nieto en la hacienda de Bledos.

Luego de ires y venires y desconocimientos mutuos entre ambos gobernadores, Nieto, respaldado por el plan de Agua Prieta que señalaba que las elecciones no como resultado de la voluntad popular [sino como] consecuencia de la intervención indebida del poder público y esta intervención fue la causa del actual movimiento revolucionario, tomó posesión como gobernador constitucional el 20 de octubre de 1920. Duro revés para Barragán y su grupo, ya debilitados tras el asesinato de Carranza.

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Ocho décadas más tarde Esteban Moctezuma Barragán, nieto materno de Juan Barragán y ex secretario de gobernación y Desarrollo Social de Ernesto Zedillo, pretendió infructuosamente contender por la gubernatura del estado. Quizá alentado por la potosinidad de su padre, el arquitecto Pedro Carlos Moctezuma Díaz-Infante, y de sus dos abuelos, sus aspiraciones quedaron en sueños guajiros, no pudo alcanzar ni la precandidatura.

Después del fracaso labstidista en la derrota por la presidencia de México, en el año 2000, se retiró de la escena política por casi 16 años; luego de los cuales se incorporó al equipo de campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Abro un extenso paréntesis, para acotar que en diversas publicaciones, bibliográficas y periodísticas, electrónicas e impresas, serias en apariencia, se ha pretendido emparentar a Barragán Rodríguez y por ende a los Moctezuma Barragán con el héroe de Churubusco y ex presidente de México, el general Pedro María Anaya Álvarez; nada más falso. Ficticia también resulta la supuesta descendencia en línea recta del héroe de la rendición de Ulúa y también presidente de la República, general Miguel Barragán y Ortiz de Zárate; no hay tal, sus dos hijos de apellidos Barragán y Trebuesto, murieron sin descendencia.

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La farsa en la imposición de puestos a personajes de un mismo clan es algo propio de los grupúsculos políticos pueblerinos que se empecinan en no delegar el poder entre miembros ajenos a su grupo; así, a semejanza de Saturnino Cedillo, en las décadas de los veinte y treinta, que otorgó las concesiones de transporte público y del abasto de carne a sus hermanas, el grupo gallardista reparte con total impunidad varas y fueros.

Guarda además cierta semejanza con Santos en el autoritarismo detentado en su vara de preboste; su voluntad es ley, no se discute; sin embargo, mientras a aquellos les viene bien el calificativo de caciques, por constituir un mediador entre su entorno y el centro, éste ejerce un papel de mandamás.

Nos guste o no, mientras el gallardismo aglutina, el navismo divide; abundan en redes sociales los comentarios a favor y en contra de dos de los contendientes también a la alcaldía: Xavier Nava Palacios y Leonel Serrato. El primero nieto del líder cívico, el segundo participante activo en el movimiento de principios de los noventa.

Así, mientras al primero –que es el más vapuleado– lo asiste un derecho de sangre, opacado por su burdo tránsito por el perredismo gallardista para alcanzar una diputación, y su pantomima para participar en la contienda mediante una candidatura ciudadana; al segundo lo fortifica su tránsito y actuación en el navismo, que aunque matizado por su cercanía con el priísmo horacista, el partido que lo postula lo fortifica en las posiciones.

Enrique Krause, apologista del navismo, precisa que su base de poder no estaba arriba sino abajo, pero en esta ocasión pareciera que a la inversa, a semejanza del grupo panista en el poder estatal, centra sus atenciones en las élites, descuidando la participación popular que bien ha sabido capturar Gallardo.

Los parentescos no transmiten liderazgos, éstos se alcanzan mediante el ejercicio constante de un apostolado social. El galgo en esta ocasión no resultó rabilargo; la casta le quedó grande.

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Dicen los que saben, y los que no, repiten: que hoy es domingo de resurrección. Ya está permitido comer carne y beber mezcal; disfruten el pecado pero no se excedan.