La cultura popular nos trae, en buena medida, reflexiones interesantes que, desde alguna canción, película o programa de televisión, puede darnos una guía de pensamiento tan buena como el libro de algún añoso filósofo. Es el caso de la producción cinematográfica “Ever After: a Cinderella Story”, cuyos guionistas Susannah Grant, Andy Tennant y Rick Parks ponen en boca de uno de sus personajes la siguiente frase, aplicable en toda su extensión para reflexionar en nuestro país sobre el sistema de justicia penal: “Vos, toleráis que vuestro pueblo esté mal educado y sus modales corruptos desde la infancia, y después los castigáis por los crímenes a los que su primitiva educación les ha abocado, se llega a la terrible conclusión señor de que primero los hacéis ladrones y los castigáis después”.
En efecto, cuando las voces se levantan para objetar, desde el poder público, las liberaciones y absolutorias dictadas por los jueces, como es el caso de Gobernadores que, en el seno de la Conferencia Nacional de Gobernadores, entre otros, claman por regresar a los abyectos tiempos de la prisión preventiva como regla general (personas privadas de su libertad mientras se les dice que son inocentes), habría que revirar a esas voces preguntando: ¿Hay que detener sin pruebas, violar derechos humanos, quebrantar el debido proceso, para decir que se hace justicia? ¿Qué han hecho para evitar y prevenir la delincuencia, las ejecuciones callejeras y los servidores públicos corruptos?
Solo como un botón de muestra, está esta declaración de Omar Fayad, Gobernador del Estado de Hidalgo, que opta por privar de la libertad a las personas señaladas como presuntos responsables, solo para que las víctimas no piensen mal del Ministerio Público y las autoridades: “Queremos prisión preventiva justificada para que la víctima no se quede con la sensación de que se le pone en libertad (al imputado) por corrupción del Ministerio Público o del juez” (http://pulsoslp.com.mx/2017/07/04/conago-propondra-reformar-el-sistema-penal/).
Valdría la pena preguntar a Fayad y a la CONAGO ¿la libertad es cosa de raiting y popularidad? Tal vez a Fayad le afectó su cercanía (mucha) con el ambiente de la televisión.
Cierto es que el sistema de justicia penal tiene serios problemas que deben revisarse, pero también hay una responsabilidad de fiscalías, jueces y gobiernos, cuando, en un intento de legitimar su actuar privan de la libertad a personas sin pruebas objetivas, acusan aun en contra del sentido común y llevan hasta el final procesos absurdos, castigando con prisión preventiva a inocentes, quienes, al obtener por fin su libertad, carecen de algún medio de exigir al Estado se les indemnice por el daño causado.
Sí, revisar conceptos como prisión preventiva o flagrancia puede ser importante, pero también lo es equilibrar las cosas para que las autoridades respondan por sus errores o acciones maliciosas. Esa relectura del sistema de justicia debe pasar por el establecimiento de medidas de sanción y resarcimiento a los afectados, por parte de las autoridades que se excedan y actúen arbitrariamente.
También debe pasar por el tener jueces valientes e independientes, que no duden en aplicar la ley y la justicia; para lograrlo, la principal urgencia es restablecer el fuero en el Estado de San Luis Potosí (y evitar que desparezca en lo federal), que los proteja contra acciones indebidas de fiscales contrariados que pretendan imputar a quienes no favorezcan con sus sentencias los intereses políticos o de imagen pública del gobernante.
Recordemos el documental “Presunto Culpable”, de Layda Negrete, Roberto Hernández, Martha Sosa y Yissel Ibarra, que caló hondo en la opinión pública mexicana, poniendo en la gran pantalla las fallas que llevaron, precisamente, a cambiar el sistema de justicia penal, abandonando lo inquisitivo para transitar a un mayor respeto del ser humano y sus derechos. Muchas voces, hoy críticas, lo fueron igualmente para lo de los tiempos de antes.
Kant dejó asentado en la Crítica de la Razón Práctica la síntesis del imperativo categórico: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal”; en lenguaje llano, no hagas lo que no quieres que te hagan. ¿En serio quieren los críticos que se meta la policía a su casa sin orden de cateo, que detengan a algún familiar sin orden de aprehensión o que sometan a un sobrino a tortura, para extraerle una confesión de un hecho inexistente? ¿Han hecho algo para que sea funcional el sistema, antes de querer regresar al tenebroso proceso penal tradicional?
Cierro con un texto de Sor Juana Inés de la Cruz que muy claro pinta a quienes quieren desandar el camino, cuando nada han hecho para que le mismo se entienda por la población y se haga eficiente desde su interior: “¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro?”
@jchessal
En efecto, cuando las voces se levantan para objetar, desde el poder público, las liberaciones y absolutorias dictadas por los jueces, como es el caso de Gobernadores que, en el seno de la Conferencia Nacional de Gobernadores, entre otros, claman por regresar a los abyectos tiempos de la prisión preventiva como regla general (personas privadas de su libertad mientras se les dice que son inocentes), habría que revirar a esas voces preguntando: ¿Hay que detener sin pruebas, violar derechos humanos, quebrantar el debido proceso, para decir que se hace justicia? ¿Qué han hecho para evitar y prevenir la delincuencia, las ejecuciones callejeras y los servidores públicos corruptos?
Solo como un botón de muestra, está esta declaración de Omar Fayad, Gobernador del Estado de Hidalgo, que opta por privar de la libertad a las personas señaladas como presuntos responsables, solo para que las víctimas no piensen mal del Ministerio Público y las autoridades: “Queremos prisión preventiva justificada para que la víctima no se quede con la sensación de que se le pone en libertad (al imputado) por corrupción del Ministerio Público o del juez” (http://pulsoslp.com.mx/2017/07/04/conago-propondra-reformar-el-sistema-penal/).
Valdría la pena preguntar a Fayad y a la CONAGO ¿la libertad es cosa de raiting y popularidad? Tal vez a Fayad le afectó su cercanía (mucha) con el ambiente de la televisión.
Cierto es que el sistema de justicia penal tiene serios problemas que deben revisarse, pero también hay una responsabilidad de fiscalías, jueces y gobiernos, cuando, en un intento de legitimar su actuar privan de la libertad a personas sin pruebas objetivas, acusan aun en contra del sentido común y llevan hasta el final procesos absurdos, castigando con prisión preventiva a inocentes, quienes, al obtener por fin su libertad, carecen de algún medio de exigir al Estado se les indemnice por el daño causado.
Sí, revisar conceptos como prisión preventiva o flagrancia puede ser importante, pero también lo es equilibrar las cosas para que las autoridades respondan por sus errores o acciones maliciosas. Esa relectura del sistema de justicia debe pasar por el establecimiento de medidas de sanción y resarcimiento a los afectados, por parte de las autoridades que se excedan y actúen arbitrariamente.
También debe pasar por el tener jueces valientes e independientes, que no duden en aplicar la ley y la justicia; para lograrlo, la principal urgencia es restablecer el fuero en el Estado de San Luis Potosí (y evitar que desparezca en lo federal), que los proteja contra acciones indebidas de fiscales contrariados que pretendan imputar a quienes no favorezcan con sus sentencias los intereses políticos o de imagen pública del gobernante.
Recordemos el documental “Presunto Culpable”, de Layda Negrete, Roberto Hernández, Martha Sosa y Yissel Ibarra, que caló hondo en la opinión pública mexicana, poniendo en la gran pantalla las fallas que llevaron, precisamente, a cambiar el sistema de justicia penal, abandonando lo inquisitivo para transitar a un mayor respeto del ser humano y sus derechos. Muchas voces, hoy críticas, lo fueron igualmente para lo de los tiempos de antes.
Kant dejó asentado en la Crítica de la Razón Práctica la síntesis del imperativo categórico: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal”; en lenguaje llano, no hagas lo que no quieres que te hagan. ¿En serio quieren los críticos que se meta la policía a su casa sin orden de cateo, que detengan a algún familiar sin orden de aprehensión o que sometan a un sobrino a tortura, para extraerle una confesión de un hecho inexistente? ¿Han hecho algo para que sea funcional el sistema, antes de querer regresar al tenebroso proceso penal tradicional?
Cierro con un texto de Sor Juana Inés de la Cruz que muy claro pinta a quienes quieren desandar el camino, cuando nada han hecho para que le mismo se entienda por la población y se haga eficiente desde su interior: “¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro?”
@jchessal