De tiburones, sirenas y mojarritas

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En vísperas de que se formalicen los acuerdos para el reparto de las comisiones y la asignación de los principales cargos administrativos del Congreso del Estado, subsiste claramente el riesgo de que tres o cuatro lagartones, entre ellos Eugenio Govea, Cándido Ochoa y Sonia Mendoza, impongan sus intereses, visiones y ambiciones a los restantes 23 o 24 diputados.

De ser ese el caso, la nueva Legislatura potosina será tan mala o peor que su antecesora.

Los integrantes de lo que ingeniosa y acertadamente la columna Bitácora del San Luis Hoy ha denominado La Fracción Tiburón ya hizo un exitoso ensayo de sus alcances con la elección de Sonia Mendoza como presidenta de la Mesa Directiva para el primer año de ejercicio.

Oficialmente la elección de la ex senadora se hizo por unanimidad, pero en términos reales se impuso por el acuerdo previo de 15 diputados: los 6 de Morena, los 2 del PT, los 2 del PVEM, 2 del PAN (de 6 que integran su fracción), el del PES, el del MC y el de Conciencia Popular.

Los 12 restantes (5 del PRI, 4 del PAN, 2 del PRD y una del PANAL) se sumaron al final en la votación del pleno para no marcar con el divisionismo su primera sesión solemne, pero por diferentes razones (falta de línea y pleito interno de fracciones, principalmente) no estaban de acuerdo ni con la forma como se llevaron a cabo las negociaciones ni con el resultado de las mismas.

La presidencia de la Mesa Directiva es un cargo de alta exposición mediática, sobre todo porque además de encabezar las sesiones le corresponde la representación oficial del Congreso en toda suerte de eventos públicos, pero no es ni política ni administrativamente la de mayor importancia. El verdadero centro de poder en el Congreso local es la Junta de Coordinación Política, que se integra con los coordinadores de cada fracción y con los diputados que solamente son uno de su partido. Ahí es donde se reparte el dinero, se disponen las adquisiciones, autorizan o niegan contrataciones, se acuerdan nombramientos relevantes, se construyen los consensos políticos de importancia, etc.

En la JUCOPO el voto es ponderado, de manera que con la composición actual bastaría que dos fra cciones que sumen catorce o más votos se asocien y se constituyen en mayoría. En esta perspectiva, a la alianza MORENA-PT-PES con sus nueve integrantes -en tanto no se divida- le bastaría aliarse con el PRI para sumar catorce. Teóricamente sería mejor todavía con el PAN que tiene seis diputados, pero están irreconciliablemente divididos en cuatro y dos. Supuestamente, dados sus “amarres” nacionales, Morena debería contar también con los dos votos del Verde para de arranque tener 11, pero los dos diputados del tucán no son para nada de fiar. Ellos van a lo suyo y lo demás les vale.

De hecho, la JUCOPO ya está integrada y definidos los alcances de su voto ponderado. Los acuerdos para formar mayoría se darán sobre la marcha y seguramente las alianzas que se hagan al inicio se irán modificando conforme los asuntos a resolver despierten intereses encontrados.

Entre el centro de comando que es la JUCOPO y el aparador que es la Mesa Directiva, hay un ancho espacio de trabajo sustantivo -las comisiones- que al paso de los años se ha convertido en un archipiélago de pequeños núcleos de poder, de negocios, de tráfico de influencias, y, en suma, de ganancias monetarias nada despreciables.

Baste recordar que la tristemente célebre (¡e impune!) Ecuación Corrupta la formaron los integrantes de la Comisión de Vigilancia; que desde la presidencia de la Comisión de Justicia la diputada Xitlálic Sánchez acomodó hasta a sus mascotas en las nóminas de la Procuraduría y el Poder Judicial, y cómo utilizando la presidencia de la Comisión de Seguridad el insaciable y torvo Manuel Barrera hizo pingües negocios con la Secretaría de Seguridad (donde su enlace era su hoy sucesor en la diputación, Edgardo Hernández Contreras) vendiéndoles hasta calcetines.

LAS CUENTAS DE LA LECHERA
Un tanto mareados por su éxito en juntarle quince votos a Sonia para hacerla presidenta de la Directiva (lo cual, por cierto, no le da acceso a la Jucopo), desde la mañana del jueves 13 los integrantes de la Fracción Tiburón se sentaron a repartirse las principales comisiones.

Así quedó la lista que elaboraron entre Govea, Cándido, Sonia y algún otro: Comisión de Vigilancia, para Cándido Ochoa (mejor conocido como Nalgapronta); Justicia, Sonia; Hacienda del Estado, Govea; Seguridad, Edgardo Hernández; Desarrollo Social, Vianey Montes Colunga (la única panista que jala con Sonia; fue su suplente en la diputación federal). A la alianza mayoritaria de MORENA-PT-PES, le cedieron Educación a través de María del Consuelo Carmona; Desarrollo Territorial, Edson; Gobernación, con Marité Hernández Correa y Puntos Constitucionales, a Paola Arreola, aunque en realidad sería para su papá y manager Jorge Arreola, quien fue expulsado del PRI por robarse el dinero del partido. Salta a la vista cómo Cándido, Govea, Sonia y Edgardo se repartieron las rebanadas más grandes del pastel: al PRI nada, e igual para la fracción panista propiamente dicha.

En esas andaban los Tiburones cuando alguien en Morena, el partido, se enteró de los desastrosos “acuerdos” y van para atrás. Eugenio Govea en lo personal dedicó largas horas de jueves a lunes tratando de convencer al coordinador de la fracción morenista, el muy joven pero, ya se vio, nada tonto Edson Quintanar, para que ratificara esa lista pero topó con pared.

Tiene sentido narrar una breve anécdota: en la asignación original de las curules del salón de plenos, Govea, diputado único de Movimiento Ciudadano, quedaba en el área de los panistas, lo cual tenía lógica por la alianza de sus partidos. La víspera de la sesión de instalación se hizo presente en el recinto y con modales encantadores exigió que lo cambiaran de lugar. Pero no a cualquiera, sino al lado de Edson. Eso es lo que se llama marcaje personal.

El lunes pasado se retomaron las negociaciones, pero ya en un contexto muy diferente: Morena y sus nueve votos se alianzó con los cuatro de la fracción panista llamémosle oficial, y con otro legislador que no tenemos muy claro quién es, con lo cual suma los 14 necesarios para ser mayoría. Ya para en la tarde, había un principio de acuerdo con el PRI, cuyos cinco votos alcanzan hasta mayoría calificada (que para esto de las Comisiones no es necesaria).

Todo parece estar en que no se venga abajo el entendimiento hasta ayer alcanzado entre MORENA-PT-PES, el PRI y los cuatro panistas que escuchan a su dirigencia estatal, contra la cual Sonia y Vianey están insuperablemente bronqueadas. Así es Sonia.

Para cerrar este apartado, dos comentarios sueltos:
Uno, si Paola Arreola hubiera insistido en abandonar la fracción petista para irse a la de Morena (como lo planeaba su señor padre), se habría topado con un impedimento. La Ley Orgánica del Poder Legislativo prohíbe esos trasvases. Si un diputado renuncia a su fracción partidista, se convierte en independiente pero no se puede sumar a otro (artículos 57 y 58).

Esa norma puede ser combatida en tribunales, pero no hay ninguna certeza de obtener un fallo favorable.

Dos, en el transcurso del lunes, varias de las diputadas morenistas recibieron una atenta llamada de la dirigencia nacional de su partido. El mensaje, palabras más palabras menos, fue breve y simple: Van comenzando, muchachas; no echen a perder su futuro tan pronto.

COMPLIMIDOS

Ahora que está de moda lo de aplicar medidas de austeridad en el servicio público, la atención se centra excesivamente en los elevados sueldos de la alta burocracia, sus privilegios tipo seguros de gastos médicos, vehículos lujosos, choferes, guardaespaldas, aviones y helicópteros, viáticos generosos y cosas por el estilo, me parece que se dejan de lado otros abusos y excesos verdaderamente escandalosos.

A escala local, cómo olvidar que en la administración municipal de Victoria Labastida por lo menos dos de sus integrantes -un regidor y un director- se hicieron operaciones de bypass gástrico para quitarse lo panzones, y pagó el Ayuntamiento. Y lo mismo pasó con varias damas a quienes les practicaron cirugías estéticas para quitarles un poco lo feas.

En días pasados dos medios de comunicación huastecos -El Mañana y Emsa Valles- dieron cuenta de que el todavía delegado de la SCT federal en estas tierras, el siniestro y súper recaudador César García Coronado, presumió entre sus cercanos que recién se había entrevistado en la Ciudad de México con el líder morenista en el Senado, Ricardo Monreal, con quien habría “arreglado sus pendientes” y que ya podría irse tranquilo a su natal Tamaulipas.

El asunto llamó la atención de una de las figuras más importantes de Morena en esta entidad, quién se comunicó a las oficinas de AMLO para comentar el tema.

Ahí le dijeron que lo platicara con gente del área de la futura Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, hecho lo cual le pidieron antecedentes, fichas biográficas y otros datos.

Días después, le respondieron que lo más probable es que se tratara de una balandronada de García Coronado, y que en todo caso Monreal no tenía ninguna vela en esta clase de entierros.

José Mario de la Garza Jr. me hizo favor de enviarme documentación que da cuenta de un cambio en la metodología que a partir de este año aplicará la organización Congreso Calificado para evaluar el desempeño de los diputados locales.

Se le ha restado peso específico a los renglones de las iniciativas y puntos de acuerdo presentados, pero continúan ahí. Sigo convencido de que es un error.

A final del día, en su conjunto, estamos frente a una calificación básicamente cuantitativa y no cualitativa. Si para alcanzar las mejores notas no basta presentar las iniciativas sino conseguir su aprobación, podría alentarse un quid pro quo entre legisladores para intercambiar votos a favor.

Pasaríamos de la acumulación de iniciativas chatarra a la avalancha de leyes, reformas y puntos de acuerdo inservibles.

Insisto en que a los diputados hay que juzgarlos por la pertinencia, utilidad, trascendencia y calidad de las leyes o reformas que aprueben; por su eficaz o ineficaz fiscalización del gasto público, por su trabajo en comisiones, por su respeto a la tribuna, a la ciudadanía y a sus compañeros; por su transparencia y por su conducta en general como representante popular.

Dicho con otras palabras: hay que medirlos, evaluarlos y calificarlos por la calidad de su representación.

Hasta el próximo jueves.