Debate, debate y más debate

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Algunas consideraciones a propósito del debate entre los candidatos a la Presidencia de la República celebrado el pasado domingo.

1.- Toda campaña electoral, debates incluidos, tiene un objetivo real e insustituible: conseguir para su candidato los votos suficientes que le permitan ganar la elección. Lo demás, son minucias. Si los debates entre los contendientes no impactan de manera significativa, primero, en la intención de voto de los electores y, después, en el total de sufragios que cada uno obtenga en las urnas, esos eventos podrán haber sido ilustrativos, reveladores y hasta entretenidos, pero al final del día no habrán sido definitorios.

2.- En esa lógica, lo más aproximado a “resultados” efectivos del debate dominical nos los revelarán los datos de las encuestas que deben estar levantándose en estos días y que probablemente comenzaremos a conocer la semana próxima.

Hablamos de las encuestas que gozan de mayor credibilidad y margen de confianza: las que realizan empresas serias, en vivienda, cara a cara, con boletas y urnas simuladas; con un tamaño de muestra no menor a mil entrevistados y realizadas en domicilios seleccionados mediante principios metodológicos válidos. Hasta ayer, ningún trabajo de este tipo había sido dado a conocer. Las que próximamente se hagan públicas, permitirán básicamente saber si cualquiera de los candidatos ganó o perdió intención de voto; si esa eventual ganancia o pérdida es significativa, tanto como para alterar el posicionamiento con que llegaron los abanderados al debate, o por lo menos para ampliar o reducir distancias.

3.- Según datos del Laboratorio Nacional de Políticas Públicas, del Centro de Investigación y Docencia Económica, solamente el debate de 1994 entre Diego Fernández de Cevallos, Cuauhtémoc Cárdenas y Ernesto Zedillo tuvo efectos significativos en la preferencia electoral: le incrementó en 14 puntos porcentuales su promedio a Fernández de Cevallos, aunque los perdió en el resto de la campaña y terminó ganando Zedillo con un cómodo 49 por ciento. En los restantes debates -2000, 2006 y 2012- las mediciones más confiables apuntan a que no hubo ningún incremento en intención de voto, para ninguno de los candidatos, que rebasara los 4 puntos porcentuales.

4.- Massive Caller es una empresa que realiza encuestas telefónicas continuadas, mediante llamadas robot. De entrada, su metodología es cuestionada por otras casas encuestadoras.

A su favor tiene que no hace estudios demoscópicos por encargo, sino que los publica e internet y se puede acceder a ellos mediante una aplicación que cuesta en promedio 100 pesos mensuales. A los candidatos a la Presidencia los mide diariamente. Con la reserva necesaria en cuanto a su grado de confiabilidad y margen de error, su última encuesta previa al debate indicaba: López Obrador: 35.72%; Anaya: 27.31%; Meade: 12.19; Margarita: 7.76% y El Bronco: 1.94%. Su medición un día después de efectuado el encuentro entre los candidatos, arrojó: López Obrador: 35.60% (menos 0.12); Anaya: 29.00% (subió 1.69); Meade: 12.15% (menos 0.04); Margarita: 6.45% (menos 1.31), y El Bronco: 1.65 (menos 0.29). Conclusión: variaciones mínimas, infinitesimales. La más significativa es el incremento de 1.69 punto porcentual de Anaya, que si se observan con detenimiento los números parece habérselo quitado casi todo a Margarita y al Bronco.

(Estos saldos son brutos. Hay un 15 por ciento de no sabe/no contesta).

5.- Los intentos, que no dejan de ser entretenidos, por encontrar un “triunfador” del debate, o respuesta a la pregunta “¿quién lo ganó?, son ejercicios muy subjetivos y precarios.

Subjetivos, porque salvo unas pocas excepciones, la mayoría de los analistas u opinadores (y no se diga los representantes de los candidatos) razonan a partir de sus filias y sus fobias.

Seguramente usted ya los vio, escuchó o leyó en todos lados y a todas horas. Precarios, porque en opinión de un servidor, un parámetro sólido para sustentar valoraciones al respecto tendría que ser el conocimiento puntual, exacto y veraz de lo que se proponían los contendientes. Pero eso nunca lo sabremos a ciencia cierto. ¿Qué quiero decir? Que si minutos antes del debate hubiéramos sabido que el objetivo fundamental de AMLO era no enojarse, que no lo sacaran de quicio y lo hicieran vociferar, al concluir el diálogo podríamos decir que triunfó. Pero si su objetivo confesado hubiera sido que se proponía hacer propuestas novedosas y atractivas, verse rejuvenecido, relajado y moderno, es obvio que nosotros concluiríamos sin dudarlo que fracasó estrepitosamente. Y así con todos los demás.

6.- Resultados de encuestas y previsión de saldos en las urnas aparte, hay un ámbito en el que creo que el debate celebrado tuvo ya un efecto positivo, que es de esperarse se refleje en una mayor participación ciudadana el día de las elecciones. Según datos proporcionados por el Instituto Nacional Electoral, el evento dominical fue observado por la cifra sin precedentes de casi 20 millones de mexicanos: 11.5 millones en televisión y 7.7 millones en internet y otras plataformas digitales. Un porcentaje más elevado de ciudadanos en las urnas siempre será positivo: legitima los resultados cualesquiera que estos sean; reduce el margen de conflictividad poselectoral y acota los márgenes de manipulaciones de cualquier tipo. En 2012, salieron a votar 50 millones 323 mil 153 ciudadanos, equivalentes al 63.34 por ciento de la lista nominal. Seis años antes, en 2006, votaron 41 millones 791 mil 322, que representaron el 58.55 de los ciudadanos con credencial para votar. Si la tendencia se mantiene, este año podría esperarse una participación de entre el 65 y el 70 por ciento, o sea de entre 58 y 62 millones de mexicanos y mexicanas. La lista nominal al día de hoy es de 89 millones 434 mil 997 credencializados.

7.- Coincido con la inmensa mayoría de los comentaristas que han expresado su punto de vista al respecto: el nuevo formato para el debate fue todo un acierto. Sin duda es susceptible de mejorarse, y en esas andan el INE y los candidatos de cara a los dos que faltan. Por lo pronto, el del domingo pasado casi eliminó por completo el acartonamiento aburridor de los ejercicios anteriores. La libertad que se dio a los moderadores/conductores para formular preguntas sin complacencias ayudó mucho al interés del evento, que a su vez se tradujo en que los espectadores no cambiaran de canal o apagaran la TV a la media hora de iniciado.

8.- Quienes, como su servidor, asumimos que durante el debate el blanco al que iría dirigida la mayor parte de los ataques y cuestionamientos sería Ricardo Anaya, nos equivocamos. El razonamiento era que Meade se le iría encima para tratar de alcanzarlo en el segundo lugar; que a Margarita le conviene que le vaya mal no tanto por alcanzarlo sino para que pierda y luego ver si ella y su marido se hacen del control del PAN, y que a AMLO no le vendría mal ampliar su ventaja. La verdad es que la diana se la pusieron a López Obrador, aunque el breve intercambio de cuchilladas entre Anaya y Meade fue quizá el más sañudo.

9.- Si como tanto se especula, Andrés Manuel fue al debate con el claro y fundamental propósito de no engancharse en una riña callejera, de evitar que lo sacaran de quicio y lo hicieran mostrar en vivo y a todo color su irascibilidad e intolerancia, si, en suma, no iba a ganar nuevos adeptos pero tampoco a perderlos, es probable que lo haya conseguido en buena medida, pero no totalmente. Tengo para mí que si algo lo dañó fue esa imagen de viejito encorvado, gruñón, maleducado, que se fue sin despedirse, un poco sin saber bien a bien por dónde, y trastabillando.

10.- La ley estatal electoral obliga al Ceepac a organizar debates únicamente entre candidatos a Gobernador, siempre y cuando haya más de dos interesados en participar. Como esta vez no hay elección de titular del Ejecutivo, no aplica la obligación legal. Esa es la mala noticia. La buena es que entre los consejeros del órgano electoral hay interés en organizar varios debates entre candidatos a presidentes municipales. Uno sería en esta capital y dos más en otros municipios de los más grandes. Precisamente hoy sesiona la Comisión de Comunicación del Ceepac, que se ha echado a cuestas la tarea.

Ojalá tengan éxito y veamos dos o tres buenas confrontaciones entre los aspirantes a alcaldes.

COMPRIMIDOS

  • Según el último informe conocido de Nielsen IBOPE, la empresa dedicada a verificar los ratings televisivos, el promedio de audiencia diaria del noticiero En Punto que conduce Denise Maerker es de 2 millones 50 mil espectadores, pero tiene días que alcanza los 2 millones 600 mil (sin contar los cientos de miles que lo ven por internet y otras plataformas digitales). La emisión del lunes, primera después del debate, debe haber andado cerca de sus máximos. Todo lo cual, por supuesto, ninguna inquietud produce en los señores Gallardo, sólidamente blindados con sus propios medios. ¿Que qué dijo Maerker? Que a los jefes del gallardismo les ha ido requetebién en los últimos nueve años.


 

  • Pero quien sí creo que debe andar muy pero muy preocupada es Denise, con todo y su muy alta audiencia en televisión y la de su noticiero radiofónico. Nada de eso le servirá, nada la salvará, caerá abatida por El Chiquilin y sus 100 millones de seguidores en redes sociales. ¡Pobrecita!


 

  • El próximo domingo arrancan las campañas locales a diputados y presidentes municipales. Hasta donde nos ha sido posible saber, hay muy pocas encuestas recientes sobre preferencias electorales en esta capital, y casi todas están guardadas bajo llave. Con todo, tuvimos conocimiento de una según la cual el candidato de Morena a la alcaldía capitalina, Leonel Serrato, trae casi el 20 por ciento de intención de voto. Nos detenemos en este punto porque hace tres años el abanderado morenista a duras penas sacó el 2 por ciento. Lo interesante es que los nuevos y abundantes votos para Morena tienen un origen abrumadoramente mayoritario en el PRD, que aquí quiere decir gallardismo.


 

  • A todo mundo llamó la atención el muy fugaz paso de Gerardo Arredondo por la Dirección General de Gobernación, donde no alcanzó a cobrar ni la semana completa. Les cuento qué paso: Margarita Hernández Fiscal, su antecesora en el cargo y actual candidata a la alcaldía de Soledad, fue corriendo a ver a Juan Manuel Carreras para exigirle la remoción de Arredondo. La razón esgrimida fue que estaba hostigando mucho a los antreros, quienes le habían prometido hacerse cargo del financiamiento de su campaña. La verdad es un poco distinta: en las primeras de cambio al ocupar su nuevo cargo, Arredondo descubrió anomalías muy graves, asuntos de Ministerio Público y estaba decidido a actuar. Las irregularidades involucran a Margarita, a un familiar suyo de los más cercanos y al que era su brazo operador, Alejandro Cantú. Lo del financiamiento de la campaña fue cuento.


Hasta el próximo jueves.