Factor humano

“En México la tortura era generalizada y comenzaba desde
la detención hasta la puesta a disposición del Ministerio Público, es lamentable informar que las cosas no han cambiado”
Juan Méndez
(Relator especial de la ONU sobre Tortura y otros Tratos Crueles)

En esta semana que termina, me llamó mucho la atención el atinado reproche del Comandante Sr. Miguel Naya Guerrero sobre la ausencia de representantes empresariales, de organizaciones sociales, o del clero, en los mismos, es decir, la indiferencia de la sociedad.
Desde luego, la fraternidad es un valor que como sociedad debemos de rescatar, en eso coincido plenamente con el Comandante, resulta hasta cierto grado chocante el individualismo exacerbado propio de las sociedades consumistas, por ejemplo, no nos sentimos obligados como miembros de una comunidad a voltear a ver las necesidades de otros sectores o grupos, sobre todo los vulnerables, tales como, indocumentados/as, presos/as, trabajadoras domesticas, etc, sino más bien, la lógica es algo así como, “mientras yo esté bien o mi familia lo esté”, total, reduciendo la convivencia social a una simplicidad burda de una foto en traje de baño por las vacaciones de semana santa al facebook.
Y reitero mi reconocimiento al reproche del comandante, porque, resulta hasta ignorante la ausencia de fraternidad, no sólo me refiero, mi estimada lectora mi estimado lector, al hecho de que todas y todos somos mexicanas y mexicanos miembros de una gran nación, sino, también incluyendo a los que están avecindados por decisión o en tránsito a su destino a otro país.
Decía, ignorancia plena o desconocimiento total de las teorías contractualistas que justifican la existencia del Estado mismo, inconsciencia a los postulados de Rousseau, Locke, etc, quienes brillantemente nos hacen ver que era imposible la existencia de un individuo solitario fuera de la comunidad.
Es más, inclusive, los propios contractualistas son los que justifican la existencia de una de las funciones más básicas y primarias del Estado, la seguridad pública, es decir, ese monstro que resulta imprescindible o Leviatán, su trabajo no sólo consistirá en defender a la comunidad de las amenazas externas, sino en garantizar la sana convivencia internamente armoniosa entre la comunidad. Es por ello, que ha sido enormemente cuestionado el Estado mexicano por su mal desempeño, por su política criminal errática que ha costado la vida de miles y miles de mexicanos y mexicanas, algo así, como lo que yo llamaba, en mi colaboración para Pulso, Leviatán fallido (24 mar. 2017).
No obstante, el comandante Naya, también reconocía que: “elevan sus críticas acertadas y justas hacia la policía, pero no se ve solidaridad de ellos en instantes críticos para los policías caídos, hacen críticas con muy justa razón, pero me parece poco solidario en estos casos”.
Y es esta parte de su entrevista, la que me motivó a debatirlo en mi columna, primero porque el Comandante retirado, ha hecho algo que los demás en activo no, ser autocrítico -y al mismo tiempo reprochar precisamente a los críticos, cosa muy válida-. Porque me queda el “saco”, como usted sabe amiga lectora amigo lector, una de las líneas de opinión de esta columna es precisamente la seguridad pública y la prevención del delito, pues, en lo personal esta materia la imparto en mis actividades de docencia universitaria, claro, desde una mirada o enfoque de derechos humanos pues es mi perfil académico.
Es por eso, que aplaudo la ocasión de poder debatir este aspecto, las generalidades siempre se deben de tomar con mucha cautela, decir que, todos los policías en México son corruptos o están coludidos al crimen organizado, pues en muy aventurado, y por ende injusto, cierto es, que hay casos como el de la colonia División del Norte, donde el Sr. agente Arturo N. fue cobardemente asesinado a balazos con su propia arma, un acto ignominioso sin duda. Aprovecho este espacio para mandarle mis más respetables condolencias a su familia.
Cierto es, que existe un divorcio entre la sociedad y su policía, quienes le temen y le desconfían, pero eso es entendible en alguna medida la indiferencia social, pero, de esta situación la gente es la menos responsable, son años (y quizá décadas) de ir mellando la imagen de la corporación. So pretexto de la poca confiabilidad a la policía es que ahora al ejército se le permite hacer esta función preventiva.
Precisamente, la semana pasada, la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación se percató de lo polémica de su decisión, el permitir a las policías hacer inspecciones a las personas y a sus vehículos, quizá entendible desde un punto de vista teórico- legal, pero jamás, desde otro basado en las ciencias empíricas, pues, basta la prueba de, que en el municipio de Tonalá, Jalisco, en un lapso de 30 días hubo desaparecidos forzadamente por agentes policiacos, primero una familia de tres italianos, y ahora, tres jóvenes mexicanos estudiantes de cinematografía. Según el INEGI (2017) casi la mitad de los agentes de las policías municipales, en México, no acreditan las pruebas de control y confianza.
Más bien, lo que pasa es que tenemos que recuperar la figura de un agente de la policía digno de respeto por la sociedad, pero, esto es como hablarle en chino a nuestros políticos que no entienden ni jota de planeación pública.
La y lo espero con el gusto de siempre el próximo viernes.

carloshernandezyabogados@hotmail.com