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Familia y escuela Capítulo 157: Insuficiencia educativa

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Abril 12, 2023 03:00 a.m.

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Tal y como hemos venido insistiendo, la educación es un proceso social que compete precisamente a todos sus integrantes; luego entonces, lo que se vive y se les encomienda a las escuelas, personal docente, directivo y administrativo, es solo una parte del “gran rompecabezas de mil piezas”.

Se aprende de todas formas, en todos los lugares y momentos; hasta de las situaciones y experiencias más inverosímiles; sin embargo, ante todos los síntomas de descomposición social  a los que estamos expuestos y somos, directa o indirectamente partícipes, vale la pena revalorar el sentido y rumbo del proceso educativo. 

Encontramos que las propias instituciones que encabezan el esfuerzo por fomentar y brindar la educación, como una de las principales prioridades nacionales; me refiero principalmente a los sectores gubernamentales federales, estatales y municipales; a las dependencias educativas, familias y medios de comunicación, se han visto rebasadas ante la imposibilidad de dotar de este servicio a toda la población en edad de recibirlo obligatoriamente.

Una pequeña muestra de lo anterior, lo constituye sin duda las cifras que el INEGI arroja en el último censo de población y vivienda en el país, en donde las personas de 15 años y más tienen 9.7 grados de escolaridad en promedio, lo que significa un poco más de la secundaria concluida de donde se desprende que de cada 100 habitantes de 15 años y más, 5 no tienen grado de escolaridad, 52 tienen apenas la educación básica terminada, solo 22 finalizaron la educación media superior y finalmente en este corte, solo 21 concluyeron la educación superior. 

De igual forma, el presupuesto del PIB nacional asignado al rubro educativo, entre el 2022 y principios del 2023, ha estado solamente alrededor del 3%, quedando muy lejos del mítico 8 % recomendado desde hace ya varias décadas por organismos internacionales.

Desde luego que, como atenuante y explicación de una parte de la incapacidad para atender todas las demandas educativas, tenemos la fragmentación que provocan los cambios políticos sexenales, así como la gran diversidad geográfica, dispersión y concentración demográfica, las características culturales que se muestran en la población nacional y, más recientemente, el gran impacto que dejó la pandemia en toda la educación mundial.

Pese a todo, el tema de la insuficiencia educativa persiste, pero no es solamente un aspecto cuantitativo, sobre todo a partir de las medidas de aislamiento que el COVID 19 trajo consigo, al otorgarle a las redes sociales y a los medios de comunicación en general el lugar de privilegio como medio y recurso para la enseñanza, quitando la venda de los ojos a muchos acerca de que la presencia física del maestro y la escuela era la única institución de donde provenía el conocimiento.

El avance de la ciencia y la tecnología en las comunicaciones, ha venido a imponer un nuevo paradigma en lo referente a la transferencia y apropiación del conocimiento, sobre todo por la creación y dispersión de contenidos con presencia y reformulación de toda la visión educativa integral de un pueblo: nuevas costumbres, actitudes, valores, formas de ver y vivir lo cotidiano; quienes no lo hayan entendido todavía, estarán confusamente dirigiendo sus esfuerzos empleando métodos y estrategias que están desfasadas con las generaciones que viven en mundos paralelos, digitales y virtuales.

De este modo, la realidad es clara: la descomposición o como dicen algunos: la recomposición social que estamos vivendo, tiene a uno de sus orígenes en el hecho de que ya no es suficiente lo que estamos haciendo en educación, primero, como hemos visto, de forma cuantitativa al prevalecer la falta de resultados efectivos; pero después, cualitativamente, resultando insuficiente el fomento de una educación que no se adapta a realidades paralelas, no de las futuras generaciones, sino de las actuales.

Tenemos entonces una educación insuficiente, hemos sido rebasados y más vale que maestros, padres de familia, instituciones educativas y gubernamentales, así como medios de comunicación en general, apresuremos el camino para usar esa misma virtualidad a nuestro favor: recreando valores, actitudes, creencias y costumbres proactivas, adaptadas a mundos paralelos.

La insuficiencia educativa en un plano real, debe necesariamente ser aprovechada en planos virtuales para generar otras formas de educación.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx