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Familia y escuela Capítulo 159: El rompecabezas de mil piezas

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Abril 26, 2023 03:00 a.m.

A

Todas las piezas se parecen, en tamaño, forma y hasta en el color, pero hay que aprender a diferenciarlas, porque cada una es distinta; solo unas cuantas de ellas son diferenciables a simple vista y hasta por lógica se ubican por la imagen que representan y de la que forman parte.

Es muy probable que el nombre no sea tan motivante para quienes lo escuchan, pero representa todo un reto, puesto que para quien emprende la aventura de formar un rompecabezas, de esos de muchísimas piezas, lo primero que debe de poseer es paciencia, porque este oficio, diría casi ciencia, no es para desesperados. 

Se debe de contar con una buena base sobre la cual construirlo, sólida y firme que permita colocar cada una de las piezas de manera adecuada; además, tener presente que si alguna de las piezas, por más que se parezca o se crea que embona en algún lugar y se le coloca forzadamente, con el tiempo puede provocar que toda la obra colapse y se destruya el avance logrado.

No todos los rompecabezas son iguales, algunos representan mayor grado de dificultad, otros mayor cantidad de tiempo a invertir para conformarlo; algunos más, proceden a armarlos mediante ensayo y error, pudiendo retroceder y quitar algunas piezas para colocarlas en su lugar adecuado y los hay aquellos en los cuales a la primera y sin tanto esfuerzo se logran armar.

Al final, después de muchos esfuerzos y contratiempos, cuando la obra está terminada, es posible admirarla en toda su magnitud y belleza; muchos la enmarcan o la fijan permanentemente; pero hemos de decir que éstas no solo están para contemplarse, sino para que sirvan de guía y ejemplo para otros que habrán de construir su propio rompecabezas; incluso, los hay quienes al final, lo desbaratan y vuelven a emprender el reto una y otra vez.

Por su parte, Educar, me refiero a ese proceso social que llevan a cabo las instituciones escolares, familiares, comunicativas y otras más, tienen ante sí el reto de enseñar y aprender, como si se pusiera una pieza de rompecabezas cada día; en efecto, educar se equipara totalmente a construir esa obra conformada por mil o más piezas.

La familia, es una de las bases más sólidas sobre la cual se puede colocar cada día, pieza por pieza, todos y cada uno de los puntos que habrán de conformar la personalidad de hijos y de los mismos papás; diferentes fragmentos a ubicar y embonar pertenecientes a las habilidades, actitudes, conocimientos, valores, consumo cultural, recreativo y muchos más que conformarán la gran obra.

Desde luego que esta creación no es nada fácil, porque durante el trayecto y el tiempo invertido para ello, se colocan piezas que se pueden confirmar y reforzar, en cambio otras que se tuvieron que quitar, cambiar de lugar o dejar para mejor momento.

Al final, el resultado debiera ser la imagen completa, de alguien listo para emprender su camino y construcción  de su propio rompecabezas; o alguien que sigue en constante creación y renovación de todas las partes que integran su persona. 

Otra de las instituciones importantes para el armado de partes en la conformación personal, sin duda es la escuela. Las piezas que aquí se colocan, continúan con el proceso que se inició en casa, permitiendo aumentar las partes que, en conjunto con medios de comunicación, redes sociales y la interacción social, realizarán cotidianamente.

Los maestros y maestras, no solo colocan “piezas lógicas”, es decir, se tiene la falsa idea que solo se asiste a una escuela a aprender lo que los libros de texto, los programas de estudio y lo que dictan los docentes en una clase de cualquier nivel educativo; en los espacios escolares, se adquieren y acomodan piezas clave del rompecabezas, algunas como la convivencia con compañeros, promoción y fortalecimiento de valores, actitudes, habilidades y, desde luego, un cúmulo de conocimientos, que si bien es cierto que se podrian haber obtenido de forma autónoma, no se compara con el ambiente que brinda el aula.

Es cierto, el proceso educativo tiene una entera similitud con armar un rompecabezas de mil o más piezas; es cierto también que este proceso no es para desesperados, que se requiere de una buena base para armarlo, de no forzar y colocar piezas equivocadas, pero que a final de cuentas, al terminarlo, la obra es hermosa y se vuelve una y otra vez a iniciar su construcción.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx