Hawking: divulgación de la ciencia

Stephen Hawking murió esta semana. El astrofísico británico que hablaba desde una silla de ruedas teorizó y propuso posibles soluciones para el qué somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos como seres humanos, como planeta, como galaxia o universo. “La ciencia puede ser tan popular como el sexo”, dijo, y mediante estas y otras frases acercó a muchas personas a la ciencia.

El autor de Breve historia del tiempo tuvo errores y aciertos. En una época en la que todo se daba por sentado buscó respuestas y cuestionó lo ya asentado como la teoría de la relatividad. Escribía, proponía. Tras su doctorado en Física obtuvo doce doctorados honoris causa. Fue titular durante 30 años de la Cátedra Lucasiana de la Universidad de Cambridge, la misma que hace más ayeres fue de Isaac Newton, y recibió el premio Príncipe de Asturias en 1989.

Fue una gran mente, propositiva y provocadora, en un cuerpo que no lo obedecía, y ello lo llevó a ser icónico. Salió en series como The Big Bang Theory y Los Simpson, tuvo su película y hasta un par de canciones. La esclerosis lateral amiotrófica lo llevó a una silla de ruedas y le auguraron tres años de vida. Pero no se rindió y fue entonces cuando profundizó en las teorías de los agujeros negros, la relatividad y los límites espacio-temporales del universo y hasta se dio el gusto de experimentar la falta de gravedad durante un vuelo en los que su mirada lo decía todo. “La inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios”.

“No puedes permitirte estar discapacitado en espíritu a la vez que físicamente”, dijo. Y es que él, que no podía hablar, se comunicó a través de la tecnología: usaba sensores en la mejilla y en sus anteojos para seleccionar letras y mediante teclado predictivo formaba palabras que al ser leídas y aprobadas como texto salían con esa voz robótica que al principio fue la única posible y después fue adoptada por Hawking, ya como una elección.
Sus palabras sobre la comunicación son geniales:

“Por millones de años, la humanidad vivió justo como los animales. Entonces algo pasó que desató el poder de nuestra imaginación. Aprendimos a hablar. Y aprendimos a escuchar. Hablar nos permitió la comunicación de ideas, permitiendo al ser humano empezar a trabajar unidos. Para construir lo imposible. Los más grandes logros del ser humano vienen por hablar. Y los más grandes fracasos por no hablar. ¡No tiene que ser así! Nuestras grandes esperanzas pueden llegar a ser realidad en el futuro. Con la tecnología a nuestra disposición, las posibilidades son ilimitadas. Todo lo que necesitamos hacer es asegurarnos de seguir hablando”.

Stephen Hawking consideraba importante que los científicos expliquen su trabajo, y aprovechó su don mediático para hacerlo. Si bien se ha hablado en estos días de los errores que cometió, o de lo que omitió y nunca se desdijo, las teorías ahí están. Podría comparársele con Noam Chomsky, a quien también le han refutado sus teorías sobre el lenguaje. Apuntaron flechas y dispararon, quizá no hicieron diana pero parece que lo hicieron en la dirección correcta.

Otra cosa sería si más personas apuntáramos y nos animáramos a proponer teorías, armar modelos, a experimentar. En otros casos, al menos, a darle forma al conocimiento, o simplemente a tener curiosidad por el mundo, sus realidades y sus historias.

La divulgación científica nunca ha sido de las profesiones más populares, y los científicos suelen ser personas que, por gusto o por necesidad, se dirigen más a sus pares. Hace falta más inversión en divulgación, y planearla a mediano y largo plazo. En México, el Sistema Nacional de Investigación da más puntos a los artículos en revistas arbitradas (especializadas) que a los que se publican en revistas de divulgación o en los diarios y eso ocasiona que muchos académicos solo escriban con lenguaje complicado, rimbombante o pedante. Los hay muy buenos divulgadores, que buscan interlocución y nos sorprenden, enseñan y divierten, pero casi siempre se necesita de personas que sean mediadoras con el público.

Hace poco vi algunos carteles “explicativos” en un museo: atascados de texto ininteligible por su lenguaje técnico solo para iniciados. La mayoría de quienes queremos leerlos para saber algo sobre la exposición desistimos y nos quedamos con “cara de what”. Difusión no es lo mismo que divulgación. Se requiere que el científico y quienes manejan la información sean conscientes de que el conocimiento debe llegar a personas de todas las edades y todas las clases sociales. Deben provocar, hacer que la mente juegue o que casi estale como en esos memes donde se muestran brillos de colores en un cerebro humano.

Eso hizo Hawking. Propuso y logró emocionar con la ciencia. Hizo que otros lo refutaran y avanzaran en el camino correcto. Vio el caos y los peligros de la deshumanización: “Einstein había rechazado la idea de que Dios jugara a los dados. Sin embargo, todas las evidencias indican que Dios es un jugador impenitente”. Así, apuntó, las posibilidades son infinitas, las probabilidades menos, pero el caos que es la realidad es maravilloso.

Si antes advirtió que a la humanidad le quedaban unos mil años en el planeta, luego fijo un máximo de 500 años, cuando el planeta se convertirá en una gran bola de fuego. “El peligro radica en que nuestro poder para dañar o destruir el medio ambiente, o al prójimo, aumenta a mucha mayor velocidad que nuestra sabiduría en el uso de ese poder”.

Para sobrevivir hay que migrar a otros planetas, no limitarnos a nuestra tierra sino ver de cerca el universo del que apenas percibimos las estrellas como lucecitas en la noche. Podemos viajar en el espacio, incluso en el tiempo. Vámonos, aconsejó a los dirigentes de la tierra. Pero mientras, deberíamos preocuparnos del entorno, de ser conscientes de que coexistimos y si al otro (persona, animal, planta, entorno) le va bien, a todos nos irá bien.

¿Han visto Hombres de Negro, las películas donde hay universos en una canica o planetas en un locker? Así. Desconocemos mucho, casi todo, y nos conformamos con las sombras que llegan del exterior. Es irónico que en la tierra solo a un concurso de belleza femenina se le atribuya la palabra universo. “El universo no solo tiene una historia, sino cualquier historia posible”, dijo Hawking. Por eso me río cuando me hablan de lo que es real y lo que no. Todo, casi todo, es posible.

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