Incapacidades

En el mes de julio de 1765 investido de poderes casi totales otorgados por el rey Carlos III, José de Gálvez desembarca en las costas de Veracruz; detentaba el carácter de visitador real. Su función era observar, informar y resolver, la mayoría de los problemas –principalmente los de corrupción– que aquejaban al virreinato de la Nueva España, y por consiguiente a la real hacienda española.
Al poco de desembarcar, Gálvez inició con sus pesquisas e informes, descubriendo que, si bien, los informes recibidos en la península ibérica eran alarmantes, distaban mucho de ser lo que se decía: la administración de la Nueva España era catastrófica. No era pues gratuita, la considerable merma de las arcas reales.
Un año después de su llegada, tras organizar las defensas y milicias provinciales, formar el estanco (monopolio real) del tabaco, establecer un gran número de impuestos, y destituir al virrey Joaquín de Montserrat y Cruillas, que fue reemplazado por Carlos Francisco de Croix; puso en marcha la división política y administrativa del país en 12 intendencias.
Con motivo de la expulsión de los jesuitas decretada por la corona española en 1767, ocurrieron una serie de amotinamientos en las poblaciones de Guanajuato, San Luis de la Paz, Michoacán, y San Luis Potosí. Estos levantamientos, conocidos en la historia como tumultos, requirieron de la presencia del visitador Gálvez, quien reprimió con excesos a los tumultuarios.
Disolución de ayuntamientos, encarcelamientos, destierros, ahorcamientos, y desmembramientos, fueron parte de los castigos impuestos por José de Gálvez a la población levantisca. Mientras algunos de los desterrados fueron enviados a las tinajas de San Juan de Ulúa, otros más afortunados fueron enviados a la congregación de ranchos denominada de la Soledad.
De aquí, Gálvez continuó para el norte, llevando como encomienda la pacificación de los seris y apaches remisos, que asolaban la región de Sonora y Sinaloa; misión que fue muy desgastante no sólo por el tiempo que implicaba el traslados de la fuerza militar, sino también por las temperaturas y la compleja orografía de la zona.
Quizá la inexperiencia en el campo de lo militar; la ausencia de resultados y las presiones físicas y emocionales de esta campaña, fueron lo que provocaron ataques de locura en Gálvez, quien tuvo que ser trasladado a la Ciudad de México, donde la cordura y el entendimiento le volvieron, a mediados de 1770.
* * *
Y no es que se pretenda ser ave de mal agüero, tampoco deseamos la locura de ningún prójimo, bastante tenemos con los ya existentes en el entorno, pero la designación todavía no oficial, aunque ya casi en puerta de los próximos delegados lópezobradoristas, amenaza con trastornar los cabales –si no es que ya están un poco– de algunos de los agraciados con esta encomienda, casi de visitador.
Pongamos el caso de Gabino Morales, quien al parecer pertenece a la estructura formada por Ricardo Monreal como coordinador de la región noreste, durante la campaña. No obstante, por mucho que el joven se regodee –como lo ha hecho en redes sociales– con su licenciatura en Administración Pública, dista mucho de tener experiencia alguna en la compleja administración de recursos federales. Tanto como pedirle a mi jardinero que dé mantenimiento al parque Tangamanga.
Tampoco es una figura conocida fuera del ámbito de su partido, sólo me viene al recuerdo aquel episodio de intolerancia contra el periodista Jaime Nava Noriega, cuando éste evidenció la muy anémica concurrencia a algún mitin morenista, en la campaña de 2015.
Como sea, y esperando que no acabe como el gobernador Vicente Chico Sein, nada sabemos aún del encargo, sigue siendo un misterio su funcionamiento; la única claridad que se tiene es en que han sido los propios militantes de Morena, los primeros en inconformarse con la posible designación.
Recordemos de cualquier forma, que la figura no es novedosa; los panistas de la docena aciaga fueron los primeros en poner banderilla a gobernadores priístas, con delegados que tenían interés o posibilidad de hacer carrera política local.
La sustitución de los delegados de dependencias federales en cada entidad federativa, concentraría la representación federal en una sola persona. Asumiendo que los aparatos de cada dependencia federal quedan igual, pero ahora bajo un mando único en cada estado, los nuevos delegados serían mucho más fuertes que los actuales delegados federales.
Suponiendo sin conceder la presumible acumulación de poder, ésta podría ser matizada con la figura de un mediador entre el centro y el estado, un personaje que goce de cierta cercanía con el propio presidente o con alguno de los miembros de su gabinete. Si bien no abundan en el entorno, se puede pensar en alguien como Carlos Pérez García, quien al margen de la experiencia en la alta burocracia federal, cultiva antiguas relaciones laborales y de amistad con Esteban Moctezuma Barragán, próximo secretario de Educación.
* * *
A propósito de políticos de altos vuelos vinculados con San Luis Potosí, no olvidemos que la ya nominada como próxima embajadora de México en Estados Unidos de Norteamérica, Martha Elena Bárcena Coqui, tiene fuertes vínculos familiares con algunos potosinos; como que sus padres aquí nacieron. Aunque en un inicio los malquerientes gratuitos de AMLO –y los no, también– hablaban de un fuerte caso de nepotismo, por ser ésta tía política de la esposa de López Obrador, está demostrada la gran capacidad y trayectoria de la diplomática, embajadora ya en Turquía y Dinamarca.
Nos encanta dramatizar, nadie dijo algo, cuando Felipe Calderón hizo embajador en Filipinas, al primo de su esposa. Hay de nepotismos a nepotismos, éste no había sido ni embajador del navismo.
* * *
Ya que andamos en dramas, son los que ha emprendido Javier Azuara al interior de su partido; lo iniciado más como cacería de brujas o purga estalinista, buscando recuperar el control del partido, pasando guillotina al padrón de todos los traidores, ya va en la posibilidad de romper alianza con los otrora amiguitos de fórmula. Esperemos no le resulte contraproducente y el pobre acabe purgado; hay otros que –ya conociendo el camino de la ruptura de alianzas– se la pueden aplicar desde la alcaldía.
Son estos terrenos municipales, los que ya emanan azufre; el demonio en forma de equipo de recepción se le está apareciendo al actual alcalde. A ver qué ocurre durante el proceso, porque los enviados de Nava son especialistas en exorcismos.
A la que no le vendría mal, si no una excomunión, al menos una plática sobre caridad cristiana y tolerancia, es a la niña mimada del sexenio carrerista, la mediocre secretaria de Medio Ambiente, Ivette Salazar, quien al tiempo que argumenta violencia de género porque le solicitan información de su muy pusilánime labor al frente de la dependencia, despide a una trabajadora de la dependencia que se encuentra en estado de buena esperanza. ¿Habrá quien diga que mañas no le aprendió a su ex marido? Aquí nada dijimos de nepotismos.
Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social; disfrútenlo pero no se excedan.