Indepes, una burla

El Instituto Nacional Electoral INE dio a conocer ayer los pormenores del tortuoso proceso para participar como independiente a la presidencia de la República.
No quiero dejar pasar desapercibido que la figura legal que permite la participación sin registro de partidos políticos, y a la que se le ha dado en llamar “independiente” es una creatura de los propios institutos políticos, y como tal está diseñada para que no haya verdaderas candidaturas independientes, si acaso remedos, por eso les llamo “indepes”, porque les falta un larguísimo tramo para servir realmente.
Y en palabras del clásico etílico, “aiga sido como aiga sido”, resulta curiosísimo que se diga que sólo la señora Margarita Ester Zavala Gómez del Campo de Calderón pudo colarse a la boleta electoral, el resto de los aspirantes, que llegaron a ser varias decenas, no lo lograron, pero por variadas razones, mire Usted:
Primeramente hubo una enorme dificultad material, porque la cantidad de firmas requeridas, más el criterio que le llamaron “dispersión”, que no es otra cosa que cierto número de firmas en la mitad más una de las entidades federativas del país, desde el principio mostraron que era absolutamente inviable lograrlo, se requería una infraestructura de proporciones aún mayores que las que deben tener los partidos políticos.
Para la colosal tarea de recabar casi novecientas mil firmas, el INE dispuso que se utilizara una aplicación informática para equipos portátiles con acceso a la red celular, es decir teléfonos inteligentes y tabletas con esa tecnología, que huelga decirlo, no está al alcance de toda la ciudadanía, porque se trata de equipos costosos, y por qué no decirlo, también de uso complicado para un buen número de personas.
La aplicación permitía tomar una fotografía con ciertas características de metadatos de la credencial para votar de cada ciudadano que quisiera expresar su apoyo para los aspirantes, y acto seguido “firmar” en la pantalla del aparato; como Usted podrá imaginar, la cobertura de la telefonía es limitada, y en prácticamente todos los casos lastimosa.
La aplicación no permitía la validación inmediata de la credencial ni tampoco de la recepción, porque sería el propio INE quien determinaría –vaya Usted a saber con qué clase de programas de cómputo o procedimiento físico– si los datos eran correctos y válidos.
Las quejas respecto de la aplicación de marras fueron muchas, y eso sin contar que la misma fue actualizada en pleno periodo de obtención de apoyos ciudadanos; en esas, por ejemplo, la aspirante indígena del movimiento zapatista quedó literalmente varada, excluida y discriminada.
Luego vinieron los señalamientos –nunca desmentidos o confrontados por parte del INE– hechos por el aspirante Pedro Ferriz de Con, quien desde muy temprano cayó en cuenta que todo el procedimiento era una farsa, reitero, era materialmente imposible lograrlo, no políticamente, sino físicamente imposible.
Entonces, se preguntará Usted, ¿Cómo es que los señores Margarita Ester Zavala Gómez del Campo de Calderón, Jaime Rodríguez Calderón y Armando Ríos Piter lograron obtener millones de firmas?
Pues he ahí el detalle, no lo lograron, aunque a una le dieron vía libre.
A reserva de que esto, algún día en la historia de nuestro país, llegare a aclararse, los aspirantes citados falsificaron los registros, o utilizaron en forma indebida e ilegal la base de datos del padrón electoral mexicano, que como bien se sabe, se comercializó por Internet al mejor postor, obviamente ante la inacción y complacencia de las autoridades electorales.
Lo que los aspirantes Zavala, Rodríguez y Ríos presentaron fueron registros y apoyos apócrifos, si no falsos en cuanto a los datos, sí en cuanto a que las personas realmente hayan expresado su voluntad libre de sustentar su aspiración electoral.
Buena cosa sería que pudiéramos saber los nombres de las personas que firmaron los tales apoyos, porque seguramente serían cientos de miles los de inmediato reaccionarían diciendo que nunca firmaron, que ni siquiera tuvieron contacto con algún aspirante a la candidatura independiente o a alguno de sus auxiliares.
Los independientes a diputados y senadores que obtuvieron el visto bueno del INE para participar estaban dentro de la franja de lo materialmente posible de obtener, son harina de otro costal.
Estamos pues en presencia de una maquinación, de un auténtico fraude que demerita la figura jurídica, la pervierte y la lanza de lleno al desprecio de la sociedad, siendo como es, una necesidad democrática.
Los partidos políticos no sólo se cercioraron que sería muy difícil participar como independiente, sino que además tomaron las providencias para que los pillos de siempre se apuntaran para destruir la posibilidad cívica mediante un escandaloso fraude.
Visto cómo obtuvieron las firmas para sus pretensiones es cuando cobra especial relevancia la biografía de los aspirantes, porque se trata de personas que no cupieron en sus partidos, como el caso de la señora Zavala y del señor Ríos, o que han llevado la ficción de la supuesta independencia hasta el cinismo de poner a trabajar en ello al aparato gubernamental del estado de Nuevo León, con dinero público y tiempo de funcionarios y empleados que les cuestan a los neoleoneses; esos aspirantes no eran ciudadanos sin partido, sino personas echadas de sus partidos, o simuladores aliados del régimen que nos gobierna.
Lograron su objetivo malsano: pervertir una institución necesaria para nuestra vida democrática, manchar a todas las personas limpias, de buena fe y de buena voluntad que se inscribieron creyendo que era en serio; simularon para enlodar y enrarecer aún más el clima político nacional; en San Luis, para la causa independiente las cosas fueron un poco peor, si cabe, pero eso Usted ya lo sabe, hubo de todo, desde atentados y robos a aspirantes, hasta deserciones, y desprecio oficial a los que reunieron las firmas.

Ingenuidades
La Plaga Pajiza lo volvió a hacer, por alguna razón que no sabremos, en forma súbita e inopinada regresaron al esquema original de una mujer propuesta por el Partido de la Revolución Democrática para primera fórmula al Senado, y un varón panista a la segunda. En el camino tiraron aceite, se tragaron orgullos, y escupieron a sus aliados azules; la paridad de género está probando ser una forma sofisticada de humillar a las mujeres, lo que no deja de ser una felonía, una franca violencia de género; ¿O cómo califica Usted lo que pasó?

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