Justicia penal cuestionada

Siguen escuchándose voces que cuestionan el sistema penal acusatorio, integrado a nuestro orden jurídico en dos mil ocho mediante una profunda reforma constitucional; estas nuevas formas de la justicia penal, ya en plena vigencia a partir de dos mil dieciséis, han sido, cuando no incomprendidas, ignoradas. Dijo el poeta español Antonio Machado que “todo lo que se ignora, se desprecia”.
En esta pasarela de críticas se incluyen políticos, académicos, profesionistas y más, que, simplemente, quisieran regresar a los años dorados de la secrecía, el juzgamiento tras bambalinas, la edificación de falaces expedientes y sentencias a modo.
El acercamiento a la justicia penal, su comprensión, nunca fue tarea de los gobernantes desde el surgimiento del nuevo sistema de justicia y hasta el día de hoy, donde las Procuradurías y Fiscalías siguen siendo campeones en cosechar resoluciones adversas, atribuibles en la realidad más a sus deficiencias que a la ley en sí. Pocos recursos humanos y económicos, falta de preparación, de autonomía y, en algunos casos, dureza de entendederas hacen que las acusaciones se caigan, buscando afanosamente culpables en todas partes menos en casa.
La añoranza de los años idos, donde se usaba a Ministerios Públicos y Juzgados como aliados aviesos para crear historias y mitos, lleva implícita la creencia que en México, eso de los derechos fundamentales, es más un obstáculo que una forma de enaltecimiento del Estado al reconocerlos, protegerlos, promoverlos y garantizarlos. Vamos, que no merecemos tener un verdadero Estado de Derecho, que somos segundones en eso de ser humanos.
Vale la pena recordar que hay perlas enormes, gigantescas, que demuestran como el viejo sistema penal se manipulaba al antojo; como la justicia era lo único ausente de los tribunales, porque su lugar lo ocupaba la perversidad, el interés político y la corrupción.
Uno de estos casos ejemplares es el de Raúl Salinas de Gortari.
Acusado de una serie de delitos, entre otros, de ser el autor intelectual del asesinato de su ex cuñado José Francisco Ruiz Massieu, Salinas estuvo en la cárcel diez años aproximadamente, en tanto que se llegaba a una sentencia definitiva, la cual resultó ser absolutoria, lo que lo regresó a su vida ordinaria, trastocada por ese intermedio forzoso en el que, con esfuerzo y ahínco, el poder público hizo lo posible para seguir adelante con un asunto que llegó a extremos de absurda teatralidad, como fue emplear los servicios de una vidente.
Raúl Salinas de Gortari, como todo mundo, gozaba de ser presuntamente inocente hasta en tanto no se le probara lo contrario. Sin embargo, ser hermano de un ex Presidente, villano favorito del pueblo mexicano gracias a las negras artes comunicativas que desde lo alto del Poder se pusieron en marcha para convertirlo en responsable de todo lo que pasaba, había pasado y pudiera pasar en México, tenía su precio: se juzgó y sentenció popularmente aun antes de que se diera inicio al proceso penal, en nuestro país nada malo podía estar desvinculado de la familia Salinas de Gortari.
A lo largo de diez años, una pléyade de excelentes abogados fue desgranando uno a uno los errores, las pifias de la Procuraduría acusadora y, finalmente, se concluyó que nada de lo que había en el expediente demostraba la culpabilidad de Salinas, por lo que fue puesto en libertad. ¿Y luego? ¿Se tuvo el mismo ánimo desde el Poder para restituirlo en el pleno goce de sus derechos, incluido su patrimonio moral, con el mismo ahínco que se le destrozó, haciendo uso de medios de comunicación?
Al margen de lo que el lector opine, pues se que en algunos subsisten las fobias absurdas que no nacen de la reflexión de la mente sino de alguna otra entraña, creo que un sistema de justicia que permite el manoseo y la manipulación para labrar culpables es deleznable y debe ser inmediatamente modificado. Un sistema que permite privaciones de libertad sin sentencia, por tiempos prolongados, no puede existir. Debería costarle caro, muy caro, al Estado, acusar sin fundamento.
En la actualidad, la falta de información, la ausencia de una campaña que explicara en su momento, clara y sencillamente, a la población el funcionamiento del nuevo sistema de justicia penal genera suspicacias que pretenden ser aprovechadas por quienes quieren regresar al pasado, señalando las supuestas deficiencias de un sistema que ignoran, no saben o no comprenden; que quieren engrosar sus estadísticas con inocentes presuntamente culpables.

@jchessal