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Los debates y las políticas públicas

Por José Ramón Jiménez Martínez

Abril 18, 2024 03:00 a.m.

A

“Los políticos son iguales en 

todas partes. Prometen construir 

un puente incluso donde no hay río”. 

Nikita Kruschev.

Ya encaminados en el proceso de las campañas políticas “más grandes de la historia en México”, con el primer debate entre las candidatas y el candidato a la presidencia nacional como telón de fondo del escenario actual de las campañas, los representantes de las candidatas solicitan cambios al formato para el siguiente debate (el segundo) del próximo veintiocho de abril.

Lo que se percibe es el interés de involucrar a la ciudadanía ante un proceso electoral que parece resuelto con bastante anticipación; esto es, lo importante parece ser ya no la disputa entre contendientes sino, el poco interés entre la ciudadanía que tal disputa motiva y el riesgo de un bajo nivel de participación electoral.

La candidata oficial tiene contendientes tan a modo que, a estas alturas nadie en un sano juicio cree que exista posibilidad de que pueda perder la elección… tan es así que, mientras los contendientes de la candidatura oficial buscan recursos para atender los compromisos de campaña, el oficialimo estructura su próximo gabinete y anticipa los perfiles para la hacienda pública y la cartera de relaciones exteriores en un evidente guiño a los organismos económicos nacionales e internacionales.

Así las cosas, lo que los estrategas políticos dibujan ahora como importante es la legitimación del proceso a través del índice global de participación electoral que, bien a bien, no se proyecta sino de forma sesgada pues, al recibir información de cómo se dividen las intenciones de voto que las candidatas logran según las empresas encuestadoras, no observamos cuántos electores desdeñan el proceso frente a quienes sí se muestran interesados. Esto es, no atendemos “el lado oculto de la luna”.

Es lógico que, ante lo evidente, ya no sea necesario interpretar las intenciones que las candidatas tienen de llegar a ocupar el poder ejecutivo federal, sino, de construir o impedir las condiciones necesarias para implementar las políticas concebidas dentro de los compromisos políticos entre los grupos de poder, donde, la participación electoral juega un papel relevante de legitimación (no sólo para quien obtenga el triunfo sino para todo el complejo sistema de elecciones en nuestro país y el gran costo económico que representa para la sociedad y los beneficios para “los políticos”). 

Ante esta interpretación, recordemos que los debates-televisivos tienen como sustento histórico el alto nivel de impacto social que la televisión desarrolla a partir de la década de los 70´s y su vinculación a los procesos electorales como vehículo de penetración política.

Desde las instituciones, tanto gubernamentales como no gubernamentales (v.gr., INE), los debates tienen el sentido de “conversación pública” en un proceso de comunicación política dentro del fenómeno democrático.

En tal entendido, consideramos que, ante la tremenda desacreditación mutua entre las personas candidatas así como de los partidos contendientes y la baja motivación del electorado ante un proceso definido, los subsiguientes debates estarán encaminados en gran medida a motivar la participación electiva restando sentido a la confrontación que, desde las teorías de la comunicación, motivan el desinterés del electorado frente al conflicto.

Tal es el sentido de los cambios solicitados ante el INE para que las candidatas obtengan más espacio para exponer sus proyectos antes de dar lugar a las preguntas filtradas de los actores sociales (ciudadanía).

En tal contexto, consideramos pues que se pretende proteger el piso de participación electoral que, según el INE, es de entre el 54 al 60% sobre un padrón de cien millones de electores; evitando que, ante lo evidente de los resultados de la elección, se corra el riesgo de una baja participación y, por consiguiente, de la legitimación del régimen.

Por lo antes dicho y entendiendo que las políticas públicas son producto del diálogo entre ciudadanía y gobernantes, afirmamos que, en el escenario actual del proceso electoral, muy lejos se encuentran los debates por el poder ejecutivo de poner sobre la mesa las políticas públicas que los retos sociales demandan.

La estrategia política actual es una lucha más sofisticada, desde los medios de comunicación, por el poder público para, posteriormente, dirimirse en el poder legislativo y judicial las políticas públicas.

Dicen en mi pueblo: “pal baile vamos” ….

joseramonuhm@hotmail.com