México debe hacer la diferencia

La caravana migrante que ha llegado a la frontera sur del país plantea un enorme desafío para México que pone a prueba los principios humanitarios del país, así como la fortaleza de su solidaridad y de su compromiso de respetar y proteger los derechos humanos.
Pone a prueba también un principio de congruencia, pues si el gobierno mexicano no da muestras concretas y eficaces de su voluntad y capacidad de garantizar la dignidad, seguridad e integridad física y psicológica de los migrantes, perderíamos toda autoridad moral al reclamar para los nuestros esta misma garantía en Estados Unidos.
La desesperación de miles de migrantes ha propiciado que hayan incurrido en hechos lamentables en la frontera entre Guatemala y México. Nada ganan entrando por la fuerza, porque su fuerza no está en el asalto masivo, sino en su legítimo derecho a la justicia social y a buscar seguridad, trabajo y calidad de vida. Si con su ansiedad se equivocaron, antes se equivocó el gobierno mexicano al colocar allí a la PF.
Seguramente habría sido diferente si se les deja pasar en orden y se hacen las revisiones migratorias respectivas y se da comienzo, en su caso, a los procedimientos de asilo y otras figuras de protección.
Por otro lado, el presidente estadounidense, Donald Trump, presiona al gobierno mexicano para que “pare la arremetida”, al tiempo que aprovecha para hacer campaña.
Pero al margen de los intereses y de la presión del mandatario estadounidense, México tiene, debe tener, una clara línea de actuación: garantizar el respeto y la protección de los derechos humanos de los migrantes, recibir y resolver solicitudes de refugio, crear albergues, dotarles de condiciones dignas de estancia, y salvaguardarlos de cualquier riesgo, especialmente a las miles de mujeres y de niñas, niños y adultos mayores que forman parte de la caravana.
No hubo interés de prevenirlo, de evitarlo, de gestionar la migración con inteligencia y solidaridad. Ahora lo que procede es estar a la altura y demostrar que México quiere y puede ser solidario y capaz de proteger, por encima de cualquier consideración, los derechos humanos de los migrantes.

Mauricio Farah
(Especialista en derechos humanos)