Mirador

-¡Que viene el lobo!
A la voz del pastor corrían sus compañeros a proteger sus hatos.
Pero el lobo no venía.
Por primera vez en la historia de las fabulas voy a decir por qué no venía el lobo.
No es que el pastor fuera mentiroso e inventara su venida, no.
Es que el lobo era vanidoso, y antes de entrar en el relato se maquillaba, peinaba cuidadosamente su pelaje, se arreglaba las uñas y ensayaba ante el espejo los gestos de ferocidad que iba a hacer para asustar a los pastores.
Así, cuando el lobo llegaba a la fabula ya los pastores se habían ido con sus rebaños.
Es mentira, entonces, lo del pastor mentiroso.
El que ha engañado a varias generaciones no ha sido él. Ha sido
el fabulista.
Devolvamos, pues, su crédito al pastor.
Y antes de condenar a alguien investiguemos por qué no viene el lobo.
¡Hasta mañana!...