No reelección

Seguro Usted recuerda con absoluta claridad el lema del Apóstol de la Democracia, el Presidente Francisco I. Madero, “Sufragio Efectivo. No Reelección”, puesto que no sólo fue el grito de batalla que hizo rugir al país en 1910, y que enarboló la primera revolución social del siglo XX, sino que además fue la enseña de todos los gobiernos tras el movimiento armado, y hasta que los tecnócratas lo fueron olvidando, suprimiéndolo.
El reclamo de todo el pueblo de México se sintetizó en varias poderosas frases, la del Caudillo del Sur, el General Emiliano Zapata, “La tierra es de quien la trabaja”, o la de Ricardo Flores Magón, “Tierra y Libertad”, por cierto frecuentemente atribuida a Zapata, pero preconizada por ese gigantesco oaxaqueño, ideólogo liberal y precursor revolucionario.
Al paso del tiempo, con la Revolución Mexicana muerta –o asesinada por los que se apoderaron del Partido Revolucionario Institucional PRI y del gobierno– el último vestigio de esa gesta pretende ser tirado por los suelos este 1 de julio, puesto que bajo premisas falsas ha quedado autorizada la reelección de nuestra corruptísima clase política.
La efectividad del sufragio, y ahora la reelección, siguen siendo piedras de toque de nuestra pobre, precaria e insuficiente democracia.
Con excepciones que puede Usted contar con los dedos de la mano –y le sobrarán– se presentan llenos de desfachatez a la reelección políticos absolutamente impresentables, lamentables y corruptos, mire si no al de la capital del Estado, el exedil soledense, Sumo Pontífice de la Plaga Pajiza.
¿De qué méritos echará mano ante el electorado capitalino para obtener su voto, y por ende la confianza en que siga al frente del ayuntamiento los próximos tres años? De ninguno, lo dijo él mismo.
No hará propuestas, tampoco las discutirá, porque, dice, “la gente ya me conoce”, de lo cual no tengo la menor duda, bien que lo conocemos.
“Desde ahorita les digo que para mí no va a haber debates”, soltó; y desde luego que se esperaba una posición así de obtusa, lo de él, lo de él, no es un intelecto lúcido y un discurso claro, sino los negocios, las dádivas y el autoritarismo.
La administración que pretende prolongar es opaca, improvisada, clientelar, como de mafiosos. El gasto público del ayuntamiento capitalino es todo lo oscuro y secreto que puede hacerlo su titular, como si se tratara de la Cosa Nostra. La discusión de las cosas y asuntos públicos es nula, como si la que gobernara fuera la Omertà y no las leyes de nuestro marco republicano.
En una república todo se cuestiona, debate y analiza, porque es de todos, a todos afecta e importa, y máxime si se trata de dinero, de ejercicio del poder público y de garantizar las libertades.
Erigido en dictador, el reeleccionista con pinta de Malverde, expresa su desprecio por la gente, por el concepto de ciudadanía, y por la mucha sangre derramada a lo largo de la historia de nuestro país, y es que no podía ser de otra manera, porque no existe autócrata humilde.
La soberbia es el pecado favorito del demonio, porque el pobre diablo es un amargado total, se sabe inferior; aunque hay quien diserta que no es la soberbia, sino la vanidad, y puede que también lo sea, en ambos casos se trata de un espíritu breve, castrado, preso de ilusiones vanas.
El Pueblo Potosino tiene frente a sí a su némesis, exactamente el lado contrario del espejo, votando la reelección se flagela a sí mismo en un actitud difícil de comprender si no conociéramos nuestra historia.
Nos sentimos culpables por las pobres cuentas que como sociedad podemos rendirle a la Patria, mire Usted:
Cuna que fuimos de la Revolución Mexicana, cuyo plan lleva el nombre de nuestra centenaria y aurífera ciudad, y luego de la lucha cívica que transformó a todas las instituciones para ciudadanizar a nuestra democracia electoral, hoy nada tenemos, y nos sentimos culpables.
Aquí se gestaron y libraron las grandes luchas que demandaron el respeto a la dignidad ciudadana, y tenemos un gobierno de mafiosos, elegido por pura abulia, por puras ganas de autocastigarnos.
Diario observamos como las calles, avenidas y puentes están hechos pedazos, pintado todo de amarillo, y lo sufrimos como el flagelante al cilicio, para expiar una vergüenza.
Todos los días asistimos atónitos al baño de sangre en que se haya sumida nuestra ciudad capital, impávidos, porque sabemos que cada asesinato, sobre todo de mujeres y jóvenes, es un castigo a nuestra gravísima falta de haber permitido que llegaran delincuentes a regir nuestras instituciones.
El que apenas ayer estaba sentado en la Silla del Alcalde capitalino ni de broma sabe lo que eso significa, él está ahí para castigar curros, para erigirse en Señor en donde toda su vida fue servidumbre.
La sociedad, la ciudadanía, debe recordar con claridad quiénes somos, de donde venimos, e imaginar con todo el poder de su historia propia, a dónde vamos.
Somos la capital imperial de Maximiliano, al mismo tiempo que el pódium desde el que la República Restaurada sentenció a muerte a los invasores; en el Cabildo de San Luis despachó Juárez, y se inspiró Madero, no puede ser un retrete, no puede heder como una cloaca.
La Silla del Capitán Caldera, que ocupara don Juan de Oñate, y Fray Diego de la Magdalena, es la misma silla de don Agustín Olivo Monsiváis, de doña Socorro Blanc Ruiz, del doctor Salvador Nava, de don Antonio Benavente; es el solio desde el que despacharon don Javier Silva Staines, el doctor Hernández Muro, don Guillermo Fonseca, don Antonio Acebo, don Félix Dahuahare, don Miguel Valladares, y doña Lupita Rodríguez Carrera; es el heroico sitial que ocupó el Pueblo de San Luis cuando eligió a Guillermo Pizzuto, y que consolidó con Alejandro Zapata, es el símbolo perene de nuestra potosinidad y de nuestra capacidad de resistir, debe volver a manos de la gente honrada.

Ingenuidades
Felicito con el afecto y respeto de la amistad, pero sobre todo con el que genera la admiración profesional y cívica, a la licenciada Angelina Acosta Villegas, ayer concluyó una formidable gestión en la entrañable Barra Mexicana de Abogados capítulo San Luis, le sucede un amigo también admirado, don Jorge Barrera Portales, del mismo calibre, de la misma valía. Mi aplauso como abogado y potosino, que seguro se replica en el de muchos más.

leonelserrato@gmail.com