logo pulso
PSL Logo

Positivo

Por Marta Ocaña

Abril 21, 2023 03:00 a.m.

A

Día 0

En medio del sueño, entre dormida y despierta, siento que empieza a caminar dentro de mi garganta. Se esparce, aprieta, reseca y me hace toser y producir lágrimas aún casi dormida.

Día 1 

Por la mañana lo recuerdo en voz alta, lo platico y espero que no llegue a más, pero por dentro sabes que has sido tocada. Hago una prueba casera y resulta negativo. Mi cuerpo dice lo contrario.

Corren las primeras horas entre el medio día y la hora de despertar y actúo como si nada, aún con el antecedente: ellas salieron positivas y ayer mismo pasé la tarde acompañándolas... era inevitable.

Voy y vengo a donde debo y necesito estar e ir y por ahí de las 5 de la tarde, en un acto irresponsable, me despido de mis amigos y me regreso a casa…

Ya en la privacidad, el cuerpo está a punto de experimentar los efectos del contagio: la temperatura sube, no mucho afortunadamente, pero lo suficiente para querer si no morir, al menos, desmayar y despertar ya que haya pasado la ola de fiebre, dolor de cuerpo, zumbido en los oídos, cefalea y la sensación de que por dentro se queman las piernas, los brazos y la energía se esfuma.

Así, aislada para detener el contagio, entre el paracetamol y el jarabe para la tos, me pongo en los zapatos de los niños que padecen lo mismo y no puedo imaginar cómo resisten. Pienso además en la gente que no tiene para el paracetamol o una cama para recostarse y agradezco la mía y mi buró con un vaso con agua y los medicamentos necesarios.

Paso una noche de perros en luna llena.

Día 2 

Amanece y es el día al que temía llegar: los síntomas están en su cúspide y mi cuerpo y mi cabeza quisieran estallar o sumergirse en un pileta de agua tibia que limpiara y sacara al huésped que me habita y me recorre. Desparece el apetito y aparece la náusea… “m-m no estoy bien... pero lo estaré”. Apenas bebo el agua de las medicinas, tomo bicarbonato y se disuelven las náuseas, aunque queda el sabor amargo que provocan.

Duermo sin dormir, dejo que el día pase sobre mí, esperando que la noche empiece a mitigar el malestar tan perturbador y desordenado: parece como si fuera a dejar de ser quién soy: quizá deliro, pero sé que mi cuerpo, mi cabeza y yo, vamos de salida. Quiero creer que así será.

Día 3 

Es lunes y la semana inicia sin mi o conmigo sin mí. Poco a poco me vuelve la energía para hablar y comer también. Buena señal al parecer. Mis piernas y brazos han perdido los escalofríos y ahora solo están inquietas por el reposo: las muevo constantemente como si quisiera exprimirlas y sacarles todo lo que llamamos mal pero que no es más que esa discordancia entre seres vivos invadiendo a otros seres vivos. Me tocó a mi esta vez. Segunda prueba: positivo

Día 3 

De madrugada muy de madrugada despierto después de pocas horas de haberme quedado dormida y se me ocurre escribir esto, mientras ahuyento las náuseas que han vuelto a aparecer. Sigo con mi huésped dentro, pero sus días están contados, se marchará o parecerá que se marcha dejando en mí una especie de fragilidad que se traduce en una tos aparatosa. 

Estoy a punto de cerrar la computadora y buscar que el sueño me tome y me recupere. 

Entiendo que una vez que te atrapa, el cuerpo luchara para salir de esto lo más pronto posible o quizá solo hay que conocer el ciclo de incubación y perturbación que estar contagiada conlleva.

Da igual: a tomar los medicamentos, dejar que las defensas hagan su trabajo, ponerse en modo covid, resistir un par de días más y evitar pasarlo a alguien más. Parece fácil, mas es una batalla personal que nadie lucha por ti.

Es declaradamente martes, queda el barullo en la cabeza, las piernas inquietas y la tos, pero en cambio ya casi estoy lista para lo que traiga la vida el día de hoy.

Lo platico aquí para terminar de expulsarlo, para decir que no se puede minimizar la fuerza del contagio y de los estragos que tu cuerpo puede padecer si te descuidas, y crees que a ti no te va a pasar. El covid no se fue, aquí anda y si te acercas, seguro entrará por ti.

Día 4

Después de una tarde de sentir la resistencia de este fenómeno viral, creo que mi cuerpo se reconoce: está ahí, completo y casi listo para lo que la mañana traiga consigo. Agradezco y bendigo la salud y la vida, esperando que también hoy, el mundo amanezca sano y feliz.