Recomendaciones para las fiestas patronales y patrias

Ha comenzado la temporada de festejos locales y nacionales, lo que resulta en un buen pretexto para consumir vino mexicano. Sin embargo, confieso que nunca he considerado pertinentes los regionalismos ni los nacionalismos vitícolas: si bien creo que el vino debe de ser una expresión particular de una región y de un terruño, me parece que los límites geopolíticos y las manipulaciones patrioteras no son materia concerniente al arte ni a la enología ¿Por qué limitar entonces las posibilidades?

Quizás, por ejemplo, si quisiéramos tener cierta coherencia histórica, deberíamos de acompañar las conmemoraciones con un vino “criollo”, quizás un tempranillo hecho en México, o servir una creación propia de la maravillosa gastronomía mexicana, fusión de las dos columnas que sostienen nuestra identidad, con un vino español.

Ya sumergidos en esta especie de lógica lúdica, me permito sugerirle, caro lector, para acompañar las festividades, algunos maridajes que hacen honor y memoria a los artífices de nuestra fundación o emancipación:

Chiles en nogada + Don Leo Pinot Noir. Aunque nadie se pone de acuerdo en cuanto a la sociedad indicada para el platillo criollo por excelencia, recomiendo en esta ocasión uno por contraste: los dulces y salados del chile, la carne, la crema y los frutos secos se potencian con el insospechado pinot noir de Coahuila.
Pozole + Pozo de Luna sauvignon blanc.

El ancestral maíz y el cerdo ibérico combinan tan bien como los aromas de hortalizas verdes de este vino potosino con la lechuga y el orégano que se añade al caldo. La frescura de la sauvignon blanc soporta muy bien lo picante, si es añadido, y su frutalidad proporciona un elemento de contraste para lo salado del guiso.

Tamales huastecos + Protos rosado. El mejor tamal de México se acomoda perfectamente a la riqueza en matices de este muy serio Ribera del Duero, que sobrelleva apropiadamente también los chiles y la grasa. He aquí una experiencia digna de la Raza Cósmica.

Jabalí adobado + Rolu tempranillo. La potencia de un asado como este requiere de un vino igualmente muscular: quién mejor que uno de los enólogos del famoso Caymus de Napa Valley, Luis Rodríguez, para asumir el papel de ensamblador de tres elementos singulares: tierra y alma mexicanas, variedad autóctona española y técnica californiana, que tan bien han absorbido nuestros paisanos afincados en los EUA.

Enchiladas de mole + Espuma de Piedra. La salsa más compleja y deliciosa de la cocina iberoamericana no puede armonizar con nada mejor que con un vino espumoso seco. De hecho, todos los platillos aquí sugeridos van de maravilla con las burbujas mexicanas o con el cava español, que puede usted encontrar de distintos precios y estilos, de Querétaro a Ensenada, de Cataluña a Badajoz, y, en general, son de superior relación calidad/precio.

Salud, pues, y a disfrutar.

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