Un visitante interestelar



 

El 19 de octubre de 2017, Robert Weryk, un investigador posdoctoral en el observatorio astronómico Pan STARRS de la Universidad de Hawái, avistó en el firmamento a unos 30 millones de kilómetros de distancia un objeto por demás inusual. Tanto que resultó ser el primer objeto conocido proveniente de algún lugar fuera de nuestro sistema solar. Dadas las circunstancias, fue bautizado como ´Oumuamua, un nombre de origen hawaiano que aproximadamente significa “primer mensajero distante”.
Se estima que ´Oumuamua tiene una forma de cilindro unos 230 metros de largo y 35 metros de ancho. De esto, sin embargo, no hay seguridad pues no tenemos una imagen visual suya por la gran distancia a la que fue avistado.
¿Cómo sabemos que ´Oumuamua es un objeto interestelar? Lo sabemos por la gran velocidad a la que viaja que no es propia de los objetos del sistema solar. Por esta velocidad no puede ser retenido por la fuerza gravitacional del Sol, por lo que de manera inevitable nos abandonará después de su breve visita.
Sabemos que orbitando alrededor del Sol, aparte de planetas, hay asteroides y cometas. Estos últimos tienen usualmente órbitas muy excéntricas que los alejan y acercan al Sol de manera periódica. Sabemos también que los cometas pueden llegar a ser muy vistosos durante sus acercamientos al Sol, cuando desarrollan una cola que puede abarcar buena parte del cielo. Dicha cola está formada por gases y partículas de polvo expulsados de la superficie del cometa por el calentamiento que experimenta al acercarse al Sol. Los asteroides, en contraste, no desarrollan una cola dado que están formados por materiales que no se vaporizan por el calentamiento por la radiación solar.
Si bien en un primer momento se clasificó a ´Oumuamua como cometa, al no haber desarrollado una cola al acercarse al Sol se le reclasificó como asteroide. Un artículo aparecido el pasado mes de julio en la revista “Nature”, sin embargo, ha arrojado dudas al respecto.
En dicho artículo, publicado por un grupo internacional de investigadores encabezado por Marco Micheli de la Agencia Espacial Europea, se reporta que ´Oumuamua sufrió una aceleración mayor a la esperada sólo por la fuerza del Sol. Para explicarlo, Michel y colaboradores postulan que, después de todo, ´Oumuamua se comporta como un cometa y que sufrió una fuerza adicional a la del Sol por la vaporización y emisión de sustancias de su superficie. Esto, por un mecanismo similar a como un cohete se impulsa por los gases que escapan de sus motores.
Una explicación alternativa, que vuelve a colocar a ´Oumuamua en la categoría de asteroide, es ofrecida en un artículo aparecido esta semana en el repositorio ArXiv de manuscritos, alojado por la Universidad Cornell. Los autores de dicho artículo –que ha sido aceptado para publicación en la revista Astrophysical Journal Letters– son Samuel Bialy y Abraham Loeb de la Universidad de Harvard.
De acuerdo con Bialy y Loeb, la causa de la aceleración adicional experimentada por ´Oumuamua es directamente la radiación solar, la cual, al “chocar” con el asteroide, lo frena cuando se acerca al Sol o lo impulsa hacia delante cuando se aleja del mismo. Se sabe que la fuerza ejercida por la radiación solar sobre un objeto es un efecto real, análogo a la fuerza ejercida por el viento en contra de la vela de un barco. Bialy y Loeb especulan que ´Oumuamua tiene la forma de una delgada lámina con espesor de una fracción de milímetro, lo que le permitió aprovechar el impulso de la radiación solar al igual que lo hacen los veleros.
Bialy y Loeb, sin embargo, no se limitan a ofrecer una explicación alternativa para la aceleración adicional experimentada por ´Oumuamua y especulan –mas no aseguran– que pudiera tratarse de una estructura artificial construida por una civilización alienígena fuera de nuestro sistema solar. De acuerdo con esta hipótesis, ´Oumuamua podría corresponder a los desechos de un ingenio espacial fuera de operación, o bien podría ser una nave plenamente operativa que utiliza la radiación de las estrellas para impulsarse.
Esta es una explicación exótica –a la vez que atractiva– que de manera natural ha provocado reacciones negativas de la comunidad de expertos. Así, por ejemplo, Marco Micheli hace notar que la hipótesis sobre el impulso de la radiación solar fue considerada en su artículo de Nature, llegando a la conclusión de que es altamente improbable debido a que esto implicaría que el peso de ´Oumuamua, dado su volumen aparente, tendría que ser de mil a diez mil veces más pequeño que el de otros asteroides del sistema solar con tamaños comparables. Otros expertos son igualmente escépticos, pues no se detectaron emisiones de radio que delataran la presencia de alienígenas en la supuesta nave espacial.
La discusión entre científicos sobre hipótesis y resultados, por lo demás, es algo normal y parte de su práctica profesional. En último término, para ser aceptada una hipótesis tiene que ser validada por los resultados de experimentos diseñados para tal fin. En el caso de ´Oumuamua, hay que reconocer que esto será difícil de lograr pues hace muchos meses que ya desapareció en el firmamento. No obstante, de ocurrir la visita de otro objeto similar –esperando que reciba un nombre más fácil de recordar–, ´Oumuamua nos servirá de referencia y estaremos mejor preparados para entender su significado. Por lo pronto, habría que entender que la hipótesis sobre el origen alienígeno de ´Oumuamua es eso, una mera hipótesis sin sustento firme. Y, no obstante, tan valiosa como lo puede ser una hipótesis científica.