Uno o, a la mejor, dos o tres

Acabo de checar la prensa y confirmo que cada día crece la confusión alrededor de la contienda presidencial, así como de muchas otras para legisladores y alcaldes… ¡Nomás imaginemos lo que está pasando —y va a pasar— con la mayoría de los ciudadanos!
Miren, aún no inician las campañas y un candidato ya habla de fraudes e inestabilidad, además de insistir en que él no es un peligro para nadie y que sus presupuestos se equilibrarán al recuperarse enormes cantidades por la desaparición de la corrupción a partir de que asuma el cargo de presidente. Parece que este personajazo casi no ha cambiado a lo largo de años.
Y, fíjense, tienen razón quienes afirman que las ideas de él son del siglo XX para problemas del siglo XXI: nuevas refinerías, protección comercial, buena fe, sentido común sin técnica, voluntad, creación de empleos en el sector público… Reconocemos, en fin, a un nostálgico del pasado.
El evento más significativo en lo que va de las precampaña y la intercampaña, tal vez sea el de las comparecencias de los candidatos en la reciente Convención Nacional Bancaria de Acapulco. Los reportes destacan un éxito de Meade en el aplausómetro, lo cual es lógico al estar en su elemento como economista que ha sido dos veces secretario de Hacienda.
Pero, ojo, Anaya resulta un excelente conferencista y causó un buen impacto con sus temas de competitividad y futuro a pesar de los limitados aplausos que recibió, mientras que Amlo dejó ver que su edad y experiencia no han modificado sus conocidas ideas, si bien en esta ocasión se concentró más en asegurar que no va a nacionalizar bancos.
Todos se fueron en contra de la corrupción, sin ninguna sincronía en cuanto a cómo enfrentarla, y 5 de un total de 6 estuvieron a favor de trasformar el modelo económico, más por la finta del cambio y aún con menos idea sobre cómo hacerlo. Llegaron también los 3 independientes… con más pena que gloria. Digamos, el Bronco tomaba ocurrencias facilonas de Vicente Fox, que ya no convencen a nadie (R. Fuentes, Diario Ejecutivo, 12/III).
Vimos allí que Amlo advirtió que si no gana la elección será por un fraude y se va a soltar “el tigre” de la violencia, al cual no lo habrá de detener o amarrar. Y lo dijo cuando todavía no arranca esta campaña, si bien tras años de recorrer el país tiene el mayor reconocimiento entre la gente, además de que su evaluación tan negativa se ha atenuado ante el aumento de la del PRI y EPN.
Leo y escucho a ciudadanos que se preguntan si se trata de un dicharacho, o más bien de una amenaza muy anticipada en caso de que los datos actuales vayan cambiando. En una carta abierta le piden: “no ande amenazando con el tigre, por favor… no es nada gracioso”, e igual me informan que algunos banqueros se enojaron al ponerse el saco del fraude.
Parecería que el pueblo aguarda a su mesías y si no llega se va a encabronar. Así, ya sería innecesario llevar a cabo campañas y debates o esperarse a las elecciones, como lo daba a entender un promotor de Amlo, Mr John Ackerman, quien habló hace un mes de “chingadazos” si no se reconoce el “triunfo irreversible” de su jefe.
Por otra parte, un crítico severo de los diversos aspirantes, lo considera un “Trump tropical” a la espera de sentarse en el despacho presidencial para resolver, con la chispa de su voluntad unipersonal, los problemas nacionales cuya complejidad demanda diagnósticos profundos, estrategias bien diseñadas e implantadas y, de manera especial, esfuerzos de años (A. Acle, New Press, 11/III).
Sus “promesas populistas —agrega— extraídas de un mágico recetario con el que se cura todo, sin dolor, ni costo alguno, evidencian la siembra de la carnada en busca de votos. Sin embargo, más que su populismo, lo que preocupa es lo letal que puede resultar al país la suma de ignorancia, ineptitud y megalomanía”.
Bueno, señalaba el recién fallecido Stephen Hawking: El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión de que ya tenemos el conocimiento. Esto nos lleva a que, como con Fox, el problema de Amlo viene a ser que “no sabe que no sabe” aunque es tan ladino que, creo yo, en ocasiones se hace el tonto.
A su vez, oigan, en medio de bromas o socarronerías él no desea que pase nada de aquí al 1 de julio. ¿Ni siquiera más encuestas, ni verificaciones sobre la posibilidad de que haya o no cambiado (que no sea el mismo que perdió en 2006 y 2012), ni debates que exhiban su ignorancia, su intolerancia y sus graves equivocaciones? Ni modo, pues.
Los banqueros aún no deciden por quién van a votar, pero ya saben por quién no lo harán, y los mercados serán muy sensibles si el actual puntero mantiene cierta ventaja en los meses de campaña. El peso y la bolsa podrían debilitarse porque, aparte de la incertidumbre, los inversionistas le tienen pánico y no le creen a él ni a su gente (R. Riva Palacio, El Financiero, 12/III).
En lo electoral suelen pesar más las ideas o narraciones atractivas que mueven las emociones del votante. En vez de analizar propuestas concretas, éste quiere saber por quién votar o no a partir de temas cercanos a su actividad diaria y que además lo incluyan (M. Schettino, El Financiero, 12/III)… Dentro de “un pasado mítico (inexistente)”, como con Amlo, o “un futuro mejor”, como intenta Anaya.
El arriba firmante les aventura a ustedes, amables lectores, lectoras, que hacia el final quedarán dos o hasta tres contendientes con ciertas posibilidades al desperdigarse los votos potenciales. Claro, si no sucede algo grave.
* ME INDICAN QUE LA opinión pública (no tanto la opinión publicada) siempre será heterogénea e inestable, con lo que los procesos electorales pueden dar vuelcos de acuerdo a distintos factores y a su amplia diversidad. Sobran ejemplos… Igual y habrá que ver.
* SE CONFIRMA QUE LA candidatura del PRI a la Alcaldía de la capital del estado, podrá ser testimonial pues no se espera que vaya a derrotar al apellido Nava y, aun menos, al engañoso y dispendioso populismo del señor Gallardo. Es lo más probable hoy, pero alguien tendría que participar y resulta grato que se lance con ¿valor de mujer? a pesar de que no tuviera mucho que perder.
Hubiera sido ideal que los gallardos y tekmoles no le hubieran entrado aquí, aunque resultaría demasiado bueno evitarnos las carnadas o locuacidades de estos dos empresarios que han incursionado en la política. Recordemos que, de origen, don Amlo encumbró a los Gallardo en el PRD… y ahora los llama “mafiosillos”.
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