Urge un partido de oposición fuerte y democrático

En los países democráticos del mundo, los partidos de oposición desempeñan una función de primera importancia, como contrapeso a las deficiencias o corruptelas del partido que está en el poder en un momento dado, porque tienen la obligación de señalar esos errores y ofrecer otras opciones de gobierno, otras posibles soluciones, para que el ciudadano pueda reflexionar, normar mejor su criterio y tomar una decisión cuando llegue el momento de la siguiente elección. Es un principio elemental de toda democracia la libertad de decidir e influir en el rumbo que se quiere para el país y de permitir que continúe en el poder el mismo partido o decidir un cambio en la ruta a seguir y en los criterios para tomar las decisiones de política pública.
En México, una ciudadanía harta, fastidiada de corrupción gubernamental, de impunidad y de la degradación de los partidos políticos que se rindieron al poder del presupuesto público, del exceso de recursos públicos a su disposición, de los privilegios y del apetito por el dinero fácil, hizo uso de su libertad de decisión el pasado 1 de julio y votó por una opción política que prometía acabar con la lacra de la corrupción y del derroche criminal del erario en burocracia, en privilegios de todo tipo y en una autocomplacencia francamente odiosa. Y decidieron llevar al poder a quien les prometió combatir esas terribles lacras y ese nivel de violencia y criminalidad que tanto daña la vida de la sociedad; una opción que además de ganar la presidencia del país, ganó el control casi absoluto del poder legislativo federal, con amplias mayorías en ambas cámaras del congreso, pero que ya a punto de asumir el poder, el 1 de diciembre próximo, durante el periodo de transición, ha ido dando una pobre exhibición como estadista realmente comprometido con el Bien Común de la nación, con un discurso y acciones cambiantes e incoherentes con las promesas de campaña.
El país está viviendo un status político, que ni siquiera imaginábamos hace algunos meses, en el que el triunfador de la contienda se llevó prácticamente el carro completo y un control casi total del poder, que plantea riesgos muy grandes de que entremos a una etapa que puede ser nefasta, de hegemonía completa que cierre los espacios a la crítica, a la disidencia y a las prácticas democráticas.
De ahí que es muy clara y evidente la necesidad de la nación de que el PAN, por el momento 2ª fuerza política, retome su papel histórico de genuina y sólida oposición, con fuerte estructura que le devuelva a los mexicanos la posibilidad de un cambio hacia la recuperación de una mayoría legislativa en el 2021, que restablezca un equilibrio político y que pueda recuperar también la confianza ciudadana que se perdió en gran medida por la conducción de sus actuales dirigentes que le cerraron el paso a la contienda democrática interna y establecieron alianzas con un partido, el PRD, que en la historia ha sido un adversario enconado del PAN, pero que a estas alturas ha perdido gran parte de su fuerza y de su militancia, y ya emigró hacia Morena, buscando no perder su cercanía y disfrute del presupuesto público.
El PAN, que es, a pesar de sus múltiples errores, primera minoría en el congreso, elegirá nuevo presidente nacional, y podrá retirar con el voto de sus militantes, al grupo que lo controla, encabezado por Ricardo Anaya y D. Zepeda, que llevó al partido a uno de sus mayores fracasos desde su fundación, debido a estrategias que causaron división y justa irritación entre su membrecía.
Retomo aquí a continuación algunos de los puntos centrales que ofrece el candidato Manuel Gómez Morín, nieto de uno de los fundadores distinguidos de ese partido, que cabe esperar, cuente con la aprobación de la mayoría de sus miembros activos, para reencauzarlo en la ruta del pleno respeto a sus estatutos y a sus valores y principios doctrinarios y pueda ser nuevamente una opción política sólida, confiable y verdadera para el pueblo de México.
El PAN, debe ser:
1.- Un partido capaz de rescatar en el diálogo interno el debate de las ideas, la vida orgánica sana y las decisiones colegiadas. El retorno a la Democracia Institucional, a las Asambleas y Convenciones de miembros activos, es indispensable.
2.- Un partido abierto a los mexicanos; que no sea rehén de burocracias parasitarias ni de cúpulas; que se nutra de los ciudadanos, que los escuche y que nuevamente busque a los mejores hombres y mujeres para México, de entre la propia comunidad.
3.- Un partido subordinado a sus Estatutos y Reglamentos, que, en el apego irrestricto a la normatividad y a las leyes nacionales, actúe con JUSTICIA y jamás anteponga intereses personales o de grupo por encima de estos.
4.- Que conserve y cuide su IDENTIDAD y que viva su CULTURA DEMOCRÁTICA y sea respetado por su congruencia. Que tenga claridad y certeza de rumbo.
5.- Que vaya al REENCUENTRO de su gente. Debemos ir por quienes fueron excluídos o se fueron decepcionados. Entender sus razones, aceptar los errores institucionales, corregir los procedimien tos y traerlos de vuelta a casa.
6.- Un partido CONFIABLE para los mexicanos, que sea FIRME, RESPONSABLE Y EXIGENTE, para preservar el estado de Derecho y el Orden Constitucional.
7.- Un partido SENSIBLE con el dolor de su pueblo, que vaya en busca de los mexicanos en estado de marginación y de aquellos que han sido olvidados. Que se empeñe en reducir la desigualdad y la injusticia.
8.- Que garantice equidad en todos sus procesos y que denuncie, ataje y sancione el engaño y la corrupción.
9.- Un partido que utilice con HONESTIDAD y eficacia sus recursos y que desarrolle todas sus actividades sin derroches ni gastos excesivos. Y
10.- Un partido que aporte SOLUCIONES y ALTERNATIVAS reales para México, a través de mujeres y hombres de bien, que escuchen a la gente y actúen en congruencia.
Creo que si Gómez Morín alcanza la presidencia del PAN y aplica estos 10 pronunciamientos, creo que empezará a recuperar la confianza y podrá aspirar a la conducción del país.