Votar con los pies

“Votaron con los pies.”
Atribuido a Lenin

Cuando los discursos de los políticos o de los generales se agotan, el pueblo vota con los pies. Lo dijo supuestamente Lenin cuando en 1917 los soldados rusos empezaron a desertar de una guerra que no comprendían. Lo hemos visto cuando quienes no encuentran oportunidades emigran para buscar mejores condiciones de vida. Ahí están los trágicos ejemplos de Honduras y Venezuela.
Hay mucho de teatro político en la caravana migrante que ingresó a México el 19 de octubre. Quien busca emigrar para mejorar su vida lo hace de manera callada y no en una marcha rodeada de policías y reporteros. Los organizadores de la caravana buscan mandar un mensaje político y por eso irrumpieron violentamente por la frontera mexicana, mandando a las mujeres, los niños y los ancianos por delante. Querían mártires antes que llegar a salvo a Estados Unidos.
Algo hubo de dramático, pero también de paradójico, cuando estas cuatro mil personas cantaron con lágrimas el himno nacional de Honduras antes de lanzarse con sus arietes humanos a romper las rejas del cruce fronterizo entre Tecún Umán, Guatemala, y Ciudad Hidalgo, México. El desplante de patriotismo contrasta con el hecho de que Honduras es el país que quieren dejar atrás.
Otra paradoja es que el destino soñado por este grupo, y por millones más, es un país en el que prevalece ese sistema de libre empresa que sus líderes políticos deploran. La Unión Americana tiene un perverso sistema económico, dicen los dirigentes. pero es el destino al que quieren llegar los migrantes. Éstos escuchan discursos que promueven una economía estatista, pero sueñan con vivir en un país con libertad económica y empleos bien pagados.
“Votar con los pies -afirma Ilya Somin, académico nacido en Rusia que llegó de niño a los Estados Unidos-es una herramienta para ampliar la libertad política, la habilidad de la gente para escoger el régimen político en el que quiere vivir.” Siempre hay una mayor migración de países pobres a ricos, pero otras consideraciones pesan también sobre el ánimo de los migrantes. A pesar de las buenas estadísticas de educación y de salud en Cuba, la emigración en los tiempos de la revolución ha sido enorme y la inmigración, en cambio, inexistente. A pesar de que Venezuela vive hoy un paraíso socialista, los flujos migratorios se han revertido: cuando el país vivía la explotación del capitalismo, era un receptor neto de inmigrantes; hoy, alrededor de 2.3 millones de venezolanos, de una población de 32 millones, han salido del país.
México, nos dicen, vive una bancarrota desde que empezó el período neoliberal. Quizá, pero las cifras señalan que el flujo migratorio se ha revertido. Hoy son más los mexicanos que regresan a México que los que se mudan a Estados Unidos. Tal vez el endurecimiento de la frontera ha tenido algo que ver, pero éste no ha hecho que se revierta el flujo de centroamericanos.
Cuando no hay barreras migratorias, el voto con los pies se vuelve más claro. En el interior de Estados Unidos la gente se ha mudado siempre en busca de las oportunidades de empleo. En México, los jornaleros dejan Oaxaca para ir a trabajar a Sonora y Baja California, a pesar de que sus líderes políticos dicen que los explotan. Incluso cuando hay barreras, la gente arriesga todo para incorporarse a los sistemas económicos más exitosos. Votar con los pies es la señal más clara de las aspiraciones de un pueblo.

Fitch y Nahle
Dice Rocío Nahle que no entiende por qué Fitch ha bajado a negativa la perspectiva de Pemex cuando AMLO ha prometido grandes inversiones y una nueva refinería. Ésa es precisamente la razón. Prometer inversiones en gasolina, un producto con pérdidas, para dejar de exportar crudo, pese a su rentabilidad, genera dudas sobre la futura solidez de la empresa.
Twitter: @SergioSarmiento