“MADRES LECTORAS, NIÑEZ SOÑADORA “

Admitámoslo! Queremos ser recordadas por los hijos e hijas, siempre y nos obsesionamos con ser buenos padres para los hijos y hay un par de ideas que quiero compartir en este espacio, sobre todo porque lo aprendí en carne propia, y es que, cuando perdemos a nuestra madre (o padre) podemos comprobar que lo único que tenemos, como un cofre de oro o tesoro, es la memoria, los recuerdos, y tiene que ver con las palabras, las historias contadas, el discurso, las sentencias, los comentarios, es decir, todo aquello relacionado con el lenguaje, que es lo que finalmente nos otorga identidad y existencia, e incluso, ante fotografías y objetos que guardamos como motores del recuerdo, estos no cobrarían significado si no van acompañados por un relato, discurso o historia narrada, o sea, de nuevo, el lenguaje.

Ahora ¿cuáles historias? Se preguntarán algunos: ¡Todas! Las vividas o experimentadas, las leídas, las escuchadas en la familia, las inventadas, las del primo de un amigo que no deseamos apropiarnos para no ponernos en evidencia, todas, todas.

Y crear esos espacios mágicos donde los niños y los ya no tanto esperan con ansia la voz de los padres o cuidadores cercanos para apropiarse de estas historias que también los están configurando y que en algún momento podrán salvarlos de cualquier situación como un caballero lucha con su espada ante el ataque de un dragón Así, así el poder de la ficción. 

La mayoría de padres y madres queremos seguridad y felicidad en los hijos, como si fuera tan fácil, y después lo asociamos con el dinero o con un trabajo en zona industrial o de banquero, pero omitimos el poder que conlleva el acto de imaginar, crear, soñar para poder hacer esos castillos, realidad. 

Entre más lenguaje posea un niño o niña (aquí es cuando extraño el “niñes”), mejor podrá nombrar y reconocer las cosas, desde sus emociones y sentimientos hasta sus deseos o frustraciones. 

Los lectores pueden definirse de mejor manera porque han encontrado en los libros cientos de historias que hacen empatía con su vida, entonces, ¿qué necesita una madre para poder generar estos vínculos con el lenguaje? Ser lectora, soñadora, empática, que se descubra a sí misma y que encuentre también sus sueños y pasiones. 

Por eso, como es de saberse, los libros siguen actuando con el poder de siempre, porque entre más lectores sean los padres, más historias podemos regalarles a nuestros hijos y estar llenado continuamente ese cofre de oro llamado memoria que ante nuestra ausencia llenará el vacío que solo el recuerdo pueda colmar. 

En desuso está regalar electrodomésticos, mandiles o sartenes, eso solo reafirma la ley violenta del patriarcado y la idea servil que no han cargado por milenios

Las armas más poderosas están en los libros y en cada una de las historias de los anaqueles que esperan con ansia ser leídas. ¡Feliz día a todas esas madres lectoras!

Espero que reciban tantos libros como deseen historias por contar. Ahí está el secreto de la eternidad.

@vanecortescolis