Mesoamérica fue el lugar de origen de la turquesa, según investigadores

Mesoamérica fue el lugar de origen de la turquesa, según investigadores

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Washington, EEUU (EFE).- Un grupo internacional de geoquímicos ha determinado que la región de Mesoamérica, que comprende la mitad meridional de México y varios países de Centroamérica, es el lugar de origen real de la turquesa, según un estudio publicado hoy en la revista especializada Science Advances.

Este hallazgo contradice la versión hasta ahora válida que defendía que las civilizaciones azteca y mixteca, que veneraban este mineral precioso, adquirían esta piedra azul verdoso a través de la importación desde el suroeste de Estados Unidos.

La geoquímica Alyson Thibodeau, de la Universidad de Dickinson en Pensilvania (EE.UU.) y su equipo midieron las firmas isotópicas de objetos hechos con turquesa por aztecas y mixtecos a lo largo del Preclásico Medio mesoamericano.

Los científicos llevaron a cabo un análisis de isótopos de plomo y estroncio exhaustivo en fragmentos de mosaicos con piezas de turquesa, que son una de las formas más icónicas del arte mesoamericano antiguo, y otros objetos de la cultura mixteca que incluyen ese mineral preciado.

El estudio reveló que estas piezas tenían firmas isotópicas consistentes con la geología de Mesoamérica, no del suroeste de Estados Unidos como hasta ahora se creía.

"Este trabajo revisa nuestra comprensión de estos objetos relativamente raros y proporciona una nueva perspectiva sobre la disponibilidad de la turquesa, que era un recurso de lujo muy apreciado en la antigua Mesoamérica", señaló Thibodeau en su artículo.

La autora principal aseguró que su investigación "reconfigura" la comprensión científica tanto de la naturaleza como del alcance de los contactos entre las sociedades mesoamericanas y las que habitaron el suroeste de EE.UU. entre el siglo XIV y el XVI.

Además, señaló que este hallazgo debe animar a la gente a ser "escéptica ante las afirmaciones absolutas".

Este descubrimiento es el resultado de una colaboración de una década entre arqueólogos y geoquímicos de varias regiones, incluyendo investigadores del Museo del Templo Mayor en Ciudad de México y de otras universidades estadounidenses, como la de Arizona.