Bajo intensa lluvia, el público del Cervantino celebra a Amalia Hernández

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El profundo amor que siempre sintió por México la bailarina y coreógrafa Amalia Hernández (Ciudad de México, 19 de septiembre de 1917-4 de noviembre de 1999) permeó la noche de este martes el lluvioso, y sin embargo, seductor y festivo ambiente que vivió la Alhóndiga de Granaditas con el Ballet Folklórico que ella fundó.

Al menos un par de horas antes de iniciar el espectáculo, el público seguidor de esa institución ya había tomado por asalto el espacioso aforo del mítico edificio, escenario de un heroico episodio de la historia nacional. La Alhóndiga hirvió desde que se anunció que ahí estaría, una vez más, el Ballet Folklórico de México.

A pesar de sus sueños vanguardistas e ilusiones futuristas, doña Amalia Hernández tal vez nunca imaginó la grandeza que alcanzaría su obra. El entusiasmo ciento por ciento nacionalista, en el marco del XLVI Festival Internacional Cervantino (FIC), se desbordó desde las primeras notas que anunciaron el inicio de la fiesta de música, baile y color.

El colorido de la noche, el aguante sereno y la manifiesta pasión por México fue mayor en las graderías que en el escenario, lo cual es mucho decir, pues el cuerpo de baile ofreció uno de sus más espléndidos y entregados conciertos de los últimos años. La lealtad guanajuatense merecía eso y muchísimo más.

Vestidos multicolores, música nacionalista, la flauta de carrizo y el tambor que resuenan para llamar al venado, y las vistosas coreografías, entre otros elementos que dan sentido de identidad y pertenencia a los mexicanos, forman parte del rito artístico con el que el ballet ha conquistado millones de corazones alrededor del mundo desde hace medio siglo.

Los bailarines del Ballet Folklórico de México, agrupación que ha llevado las tradiciones de este país a más de 60 naciones ejecutaron con su ya clásica maestría y profesionalismo los bailes que hicieron vibrar al foro cervantino durante alrededor de 90 minutos; poco faltó para que las manos del público sangraran por los delirantes aplausos.

Los gritos de júbilo, vítores y silbidos festivos fueron constantes. Literalmente fue una función única e irrepetible. A pesar de las inclemencias meteorológicas, cuando tocó el turno a los veracruzanos, casi al final del espectáculo, éstos bailaron con la gracia propia de la gente de sangre caliente, y con lluvia y todo, hicieron con los pies el tradicional moñito.

Convertido en emblema de la mexicanidad por la labor de conservación y difusión de las tradiciones a través de la danza, este ballet volvió una vez más a los escenarios del FIC con un espectáculo que incluyó ocho números con música en vivo: “Los dioses aztecas”, “Guerrero”, “Revolución”, “Charreada”, “Fiesta en Tlacotalpan”, “Matachines”, “Danza del venado” y “Fiesta en Jalisco” .

Con la entrega y profesionalismo que mostró el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández refrendó por qué en sus bitácoras está el registro de cerca de 45 millones de espectadores alrededor del mundo y más de 400 preseas nacionales e internacionales a lo largo de su trayectoria. Las coreografías son de Amalia Hernández y la dirección de Salvador López López.

Dos de sus presentaciones más importantes fueron en 1965 y 1984. La primera en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cuando el Ministerio de Cultura y Medios de Comunicación destacó la calidad artística del ballet; la segunda, en China, siendo la primera vez que una compañía extranjera era recibida en el país asiático.

En el ambiente de la víspera se sintió también la celebración, en 2017, del centenario del natalicio de Amalia Hernández. Por eso, su ballet le rindió un homenaje con diversas exhibiciones de gala dentro del Festival del Centro Histórico, en el Centro Nacional de las Artes, por el Día Internacional de la Danza y en el legendario Castillo de Chapultepec.

Destacaron ese año las presentaciones que el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández realizó en el Palacio de Bellas Artes y en el XLV Festival Internacional Cervantino, acontecimientos de los que Notimex dio cuenta oportunamente. Además, se realizaron giras por la República Mexicana, Centro y Sudamérica, Londres y Nueva York.

La lluvia no cesó ni cuando terminó la función. La noche fue mágica para muchos, de vestuarios coloridos, coreografías dinámicas y música que enchinó la piel, pero también de cuerpos empapados y zapatos húmedos. Poco a poco, cuidándose de no tropezar, las familias enteras abandonaron la Alhóndiga. Artistas y público fueron la misma cosa.