Aburrimiento

Aburrimiento

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En la experiencia de la felicidad real, un factor fundamental es despertar la paciencia, la calma y la ecuanimidad. Estas actitudes ante nuestra vida, no implica dejar de emocionarse o creer que la vida será “aburrida”. El aburrimiento es entendido desde la mente afligida como: falta de interés, falta de entusiasmo, falta de sentido de vida, falta de placer, entre otros. Es decir, el aburrimiento es una creencia en la escasez que llevamos a cada momento en nuestra vida. La creencia en la escasez se basa en una ignorancia fundamental sobre la nuestra verdadera naturaleza que más allá de creencias religiosas, tienen que ver con un reconocimiento compasivo de vivir nuestra vida con plenitud y gratitud.

Si dejamos que el aburrimiento ocupe nuestro espacio mental, entonces estaremos sujetos a esperar nuestro bienestar desde algo externo, es decir, perder el control y el sano manejo de nuestros estados emocionales y mentales. Una de las consecuencias de dejarnos llevar por el aburrimiento es construir sentimientos de ansiedad, desesperación, ira y frustración. El ‘saber esperar’ implica quitarnos la idea mental de ‘estar esperando’. Es decir, nos integramos al ahora como es sin expectativas y respondiendo a las condiciones de lo real. Podemos practicar el ‘esperar sin esperar’ cuando vamos al banco, al supermercado, o al médico. En lugar de estar pensando lo que falta para llevar a cabo otra actividad o cumplir con un propósito de estar ahí, mejor nos enfocamos en una acción presente y nos mantenemos atento a ella: leer una revista, contar nuestras respiraciones, observar a nuestro alrededor sin emitir juicios, etcétera.

Cuando damos espacio a estar presentes en lo real del ahora, entonces podemos empezar a percibir con la ‘mente de principiante’, es decir, aquella que observa sin los velos de los juicios ni pre-condicionamientos que limitan la plena conciencia. Esta visión incluye utilizar el discernimiento en lugar de juicio, es decir, nuestra inteligencia para interactuar y responder con las condiciones reales del momento y no en función de ideas preconcebidas y hechos pasados.

Esta visión nos brinda la oportunidad de maravillarnos a cada momento, a responder desde una mente clara y a disfrutar de cada instante con gratitud, humildad y regocijo.