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Río de Janeiro.- La espiral de violencia que sacude a Ceará, uno de los estados más violentos de Brasil, no se detiene tras 22 días consecutivos de atentados contra vehículos, bancos y edificios públicos.
En la mañana de este miércoles, criminales incendiaron una van en Fortaleza, capital del estado, y atacaron una estación de combustible.
Desde el 2 de enero, Ceará enfrenta una severa crisis en la seguridad pública.
Más de 400 sospechosos fueron capturados en episodios vinculados a los cerca de 250 ataques, según confirmó la Secretaría de Seguridad Pública del estado ubicado en el noreste de Brasil.
El secretario de Administración Penitenciaria de Ceará, Luis Mauro Albuquerque, dijo al asumir su cargo que no reconocería facciones criminales y que los presos dejarían de ser divididos según su afinidad con esas organizaciones. Apenas horas después comenzaron los ataques en la región metropolitana de Ceará y luego se expandieron por todo el estado.
El gobernador de Ceará, Camilo Santana, del izquierdista Partido de los Trabajadores, calificó los hechos como “actos de terrorismo” y dijo que el Congreso brasileño debe revisar la ley antiterrorista para contemplar ataques como los de los últimos días.
Para intentar contener los desmanes, el gobierno de Ceará ya convocó a 1200 policías militares de reserva para reforzar las tareas de patrullaje en las calles.
Además, el Ministerio de Justicia, conducido por el popular juez del Lava Jato, Sergio Moro, resolvió el envío de tropas de la Fuerza Nacional, un organismo que reúne a policías de diferentes estados del país. Sin embargo, la situación continúa fuera de cauce.
La violencia es uno de los mayores problemas que aqueja a Ceará.