La fe mueve a 2 millones de fieles a San Juan de los Lagos

La fe mueve a 2 millones de fieles a San Juan de los Lagos

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San Juan de los Lagos, México (EFE).- La fe en los milagros, la tradición y el agradecimiento mueven a casi 2 millones de personas al poblado de San Juan de los Lagos, en el occidental estado mexicano de Jalisco para visitar a la Virgen de la Candelaria y cumplir la tradición de "presentar" al Niño Jesús.

No hay clima, enfermedad ni poder humano que impida que Dolores Cruz cruce año con año los 450 kilómetros que dividen a su natal Toluca con San Juan de los Lagos, en la región de los Altos de Jalisco.

Sin falta llega cada 2 de febrero con una figura del Niño Jesús en sus brazos para cumplir la tradición familiar de "presentarlo al templo", acompañada de su esposo, sus hijas y nietos y otras 10 familias que la acompañan en el viaje.

"Cada año lo llevamos a misa, como cuando fue presentado al templo, sigo la tradición porque soy religiosa y creo mucho en él. Cada año le cambio su ropón porque es el símbolo de la pureza", explica a EFE con la imagen del Niño en sus brazos en medio de la multitud.

Los mexicanos celebran la Fiesta de la Candelaria una costumbre religiosa que tiene su origen en la Biblia que marca el 2 de febrero como el día de la purificación de la virgen María y el momento en que Jesús fue presentado al templo 40 días después de haber nacido.

Para celebrarlo los creyentes visten a la figura de Jesús con elegantes ropas y hacen una fiesta en la que comparten los tradicionales tamales y la bebida conocida como atole, ambos hechos a base de maíz.

En San Juan de los Lagos este día tiene un componente adicional pues es también el momento de festejar a la Virgen de la Candelaria y de agradecer sus milagros con una peregrinación, cantos, música, baile y mucha devoción.

El sacerdote Jaime Gutiérrez, encargado del archivo histórico del templo explica a Efe que aunque la Virgen era venerada desde el siglo XVI, no fue sino hasta el siglo XIX que su festividad comenzó a celebrarse el 2 de febrero y no en diciembre como originalmente se hacía.

Desde días antes miles de peregrinos caminan, pedalean su bicicleta por la carretera o viajan a varias horas para llegar a la festividad del pueblo y pernoctar en coches, casas de campaña, al aire libre o en los pocos hoteles que existen.

Con su traje naranja, su faldón de madera y estambre y su sombrero alto con borlas rojas y amarillas, Francisco Mares mueve una sonaja y se concentra en los movimientos de la danza de los Matlachines, un baile con herencia prehispánica que una docena de hombres repiten una y otra vez como ofrenda a la Virgen.

Originario del pueblo El Refugio en Zacatecas (norte de México), Mares visita el templo de San Juan de los Lagos desde hace tres décadas primero con varios amigos y luego con el grupo de danza que él organizó. Dice a Efe que lo mueven la tradición y el agradecimiento.

"Agradecimiento porque (la Virgen) nos ha dado fuerzas de venir y, otra, la tradición de seguir viniendo a San Juan de los Lagos, ahora nos vamos al rancho a esperar el año que viene si Dios nos da licencia para venir de vuelta", aseguró.

La iglesia y las calles alrededor se convierten en una fiesta en la que los susurros de los rezos y las letanías de las misas se conjuntan con los conjuntos de banda o de mariachi que le cantan las tradicionales "Mañanitas" a la Virgen, una canción popular que se usa para celebrar los cumpleaños.

Flores, veladoras, imágenes religiosas. Cualquier cosa es buena para ofrecer a la Virgen, considerada como "una de las más milagrosas" y a quien miles de personas le dejan cartas, fotografías, trozos de cabello y objetos personales como una forma de agradecer sus favores, explica el sacerdote Gutiérrez.

Leonor García Reyes, originaria del estado de Michoacán, tuvo que esperar 23 años para cumplir la promesa hecha a la Virgen si lograba embarazarse. Este sábado al mujer de 50 años de edad llegó con su nieto en brazos y dos de sus tres hijos.

Una de ellas llevaba el cuadro con su primera vestimenta luego de nacer, con la que su madre pagaría la manda y que será colocada en el salón de los "exvotos".

"Yo pensé que los milagros no existían pero entre aquí y vi que sí. Yo deseaba un bebé y no podía pero los milagros existen y ahora traigo a mis hijos a ver para que lo sepan. La Virgen hace milagros y esta es la prueba", afirma mientras señala a su familia.

Todas las ofrendas conocidas como "exvotos" tapizan las paredes de una parte del templo, uno de los salones más visitados por los peregrinos que cada año vuelven al mismo lugar.